Un Secreto

Capítulo 7

El sonido de los tacones de Kira resonaba por toda la oficina como un eco. Detrás de ella se acercaban Klinskiy y Kaputin, mientras que a la cabeza de todos, como si estuviera apurado, caminaba Lisovoy.

-Misha, ten cuidado esta vez.

-¿Cuándo he sido descuidado? – se indignó él ofendido.

Al entrar en la oficina de la secretaria Elena, Misha dejó de inmediato un papel sobre su escritorio.

-¿Qué es esto? – la chica volvió a helar al hombre con su mirada gélida.

-Esto es una orden para registrar la oficina de tu difunto jefe. Por favor, dame la llave de esta puerta.

Con un movimiento tranquilo, la dama abrió el cajón debajo del escritorio y, sacando un manojo de llaves, se lo entregó al asistente del investigador.

-La más corta de todas, – señaló el llave de la puerta que le interesa.

Inesperadamente, en lugar de tomar las llaves de ella, Mikhail agarró a la chica por la muñeca y apretó con no fuerza. Elena gritó de repente, apartando su brazo como si lacabara de ser quemada. Miró fijamente a Lisovoy como una bestia acorralada, sin entender lo que estaba pasando.

 

-Como lo dije, – se volvió hacia Mikhaylova. – Una reacción típica de una víctima de violencia sexual.

Los agentes rodearon a la secretaria por ambos lados para que no pudiera escapar. Mikhaylova, con los brazos cruzados sobre el pecho, simplemente observaba las acciones de su asistente. Durante toda la mañana le suplicó que le permitiera "dirigir el desfile", ya que él había encontrado las pruebas necesarias, y finalmente Kira estuvo de acuerdo, con la esperanza de que no se arrepintiera más tarde. Debido a la versión de Lisovoy, el equipo de investigación fue directamente a la oficina esa mañana y ahora todos esperaban la conclusión lógica de esta historia.

-La primera cosa que me pareció extraña fue que hablaste positivamente de tu director. Si recorriéramos la oficina y habláramos con tus colegas, la mayoría de ellos consideraría al difunto jefe una persona desagradable. Incluso Nikolay Aleksandrovich Dyachenko, el abogado que consulta periódicamente a tu empresa y a algunos de sus empleados, no tiene nada bueno que decir sobre el fallecido. Para ser honesto, al principio pensé que eras amantes.

 

Aquí, Kira le dio un codazo al protegido en las costillas para que pensara un poco antes de hablar. Como resultado del codazo, tosió ligeramente.

-El segundo detalle que me pareció extraño es que dijiste que llamaste a tu jefe todo el lunes y la mañana del martes, preocupándote por su ausencia en el trabajo. Sin embargo, al revisar el teléfono de Verbitskiy, descubrimos que nadie, aparte de su esposa, que en ese momento se encontraba en el extranjero, le había llamado esos días. Tal vez le estabas diciendo a todos los visitantes que no podías comunicarte con el jefe, pero ni siquiera pasó por tu mente llamarle, porque llamar a un muerto es una pérdida de tiempo.

Elena se cerró en sí misma. Sabía que la habían descubierto y simplemente bajó la mirada, fijándose en un punto. Mientras tanto, Mikhail continuaba expresando los pensamientos que habían perturbado su mente esa noche.

 

***

 

24 de septiembre de 2009

 

Esta estudiante de la facultad de administración me vuelve loco. Tan joven y tan ardiente. No puedo esperar para llegar a su cuerpo. Veo cómo los chicos miran su trasero. Pero ellos solo pueden mirar, mientras que yo la poseeré. Ella va al gimnasio por las noches, pasando por un callejón oscuro. Por lo tanto, no me resultará difícil conseguirla. Porque todo lo que quiero al final me pertenece...

 

***

 

-¡Basta! – gritó la chica de repente.

-Usted estudió administración, ¿verdad? ¿Y estaba en el segundo año en 2009? ¿Correcto?

Los labios de la sospechosa seguían temblando y apenas podía contener las lágrimas. A Lisovoy ya no le apetecía hablar sobre el video en el que la reconoció. Aunque desde entonces ella había crecido y había cambiado su apariencia, tiñendo su cabello de castaño, esa mirada fría que surgió en ella después de ese incidente era precisamente lo que no dejaba tranquilo a Lisovoy. Sus ojos dejaban una marca en la memoria, volviendo una y otra vez en sus pensamientos. Por eso, en medio de la noche, alejándose a la cocina, encendió su computadora portátil y volvió a ver el video que le pareció digno de atención. Además, buscó algo más en Internet.

-¿Estos son sus pantalones, verdad? – el detective mostró a la mujer una fotografía que había encontrado en el perfil de Elena en redes sociales.

En la imagen, la chica estaba de pie con un rifle de asalto, vestida con pantalones militares de camuflaje. Los mismos que usaba la persona que atacó a Alyona en el patio.

-Sí, – asintió Lena, secándose las lágrimas.

-Después de lo sucedido, decidiste que nunca más te permitirías ser humillada, así que te involucraste en actividades paramilitares: boxeo, airsoft, participaste en grupos militares donde aprendiste técnicas de combate con armas blancas, – así explicaba Lisovoy a sus colegas cómo la asesina aprendió a manejar un cuchillo. – Tal vez quieras contar tú misma cómo sucedió todo, – Misha decidió darle la palabra a su interlocutora.

Y ella contó que en 2009 él la mantuvo cautiva durante aproximadamente un mes, causándole no solo heridas físicas, sino también heridas psicológicas, destrozando su alma por completo. Luego la liberó, llevándola a algún bosque y dejándola allí. Después de regresar a la libertad, apenas encontró la fuerza para no cometer suicidio. En última instancia, su padre, que era militar de profesión, le dio esperanza de que algo así no volvería a sucederle.

Ella se graduó del universidad, se interesó por las artes marciales y tuvo cierto éxito. También se entrenó en tiro y aprendió a manejar armas blancas. Después de conseguir un trabajo como secretaria en una nueva empresa, se sorprendió al encontrarse con la persona que le arruinó la vida como su jefe. Sin embargo, la chica decidió no acudir a la policía. Tomándolo como una señal divina, Elena decidió vengarse a toda costa. Logró cambiar su apariencia, ya que temía seriamente que él la reconociera, y cuando se aseguró de que sus rasgos faciales no le resultaran familiares, se sintió inusualmente tranquila. Además, el matrimonio no impidió que él coqueteara con su secretaria, dándole señales no ambiguas a diario. Lena fingía ser receptiva a sus coqueteos, pero eso era solo parte de su plan.




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