Un secreto y cuatro letras.

Capítulo 4: Cuatro letras.

Aileen

—Aileen, deja de llorar -Xander emitió estás palabras mientras acariciaba mi cabello.

—Héctor volvió a engañarme. ¿Como querés que esté?

Mi hermano rodó los ojos.

—Si quieres puedo hacer que ese idiota pierda todo.

—No te atrevas a dañarlo Xander, porque me vas a conocer...

—Quien te entiende mujer. -golpee su brazo —Nunca podré entender a las mujeres.

—Espero que la mujer que te toque te haga perder la cabeza por completo Xander.

—Deja el drama Aileen, porque no te queda.

Lo fulminé con los ojos.

—¿Tienes hijos Aileen? -me tense por completo. —¿Es cierto lo que dijeron esos reporteros?

Tragué saliva y desvíe mis iris.

—¡Respondeme Aileen!

—Si Xander, tengo dos hijos. -lo vi formar su manos en puños. —Me convertí en madre el año pasado.

—Me imagino que son hijos de él.

—Si. -dije este monosílabo y Xander apretó la mandíbula.

—Esta misma noche nos vamos a palacio Aileen. -Xander me atrajo hacia su cuerpo. —No dejaré que ese hombre te siga lastimando, primero yo mismo lo desaparezco.

—Desaparecerlo no serviría de nada hermano, porque en casa tengo dos copias exactas de él. Ver a mis hijos es lo mismo que verlo a él.

—Menudo idiota... -escuche estás palabras de parte de Xander.

Mi hermano dejo un beso en mi cabeza y me abrazó con bastante fuerza.

—Te cuidaré princesa. Conmigo estarás segura.

Cerré los ojos tras escuchar estás palabras y para mí desgracia a mí mente llegaron como flashback todos los momentos que Héctor y yo habíamos pasado juntos.

Lloré en silencio.

¿Como no hacerlo?

En cuanto el auto aparcó en mi casa, me baje de este y camine hacia mi puerta.

—Aileen. -obvie la voz de mi hermano y seguí tratando de abrir la puerta. —Princesa.

Cerré los ojos con fuerza.

Ya no soporto está situación, no lo tolero.

—No me llames princesa, Xander. Por favor.

Mi hermano me arrebato las llaves de las manos y abrió la puerta.

—Se como te sientes pero debes entender que este no es el fin del mundo Aileen. Entiende que esa situación no puede acabar contigo, eres tú quién debe tomar el toro por los cuernos.

Qué fácil.

Tomar el toro por los cuernos.

Más bien debería ser tomar al venado por los cuernos.

—Muchas gracias Xander. Excelentes palabras. -verbalice estas palabras y él rodó los ojos.

Ingresé a mi hogar, camine hasta estar frente al sofá y sin más me lancé sobre este.

—¿Donde están mis sobrinos?

Coloque mis ojos en Xander y este desvio su mirada hacia el pasillo de mi hogar.

—Estan al cuidado de mi mejor amiga.

—Quiero verlos.

—Por Dios Xander. -tras estás palabras me coloque sobre mis pies. —Te dejaré verlo pero no quiero ningún comentario de tu parte.

Xander asintió.

Y luego de él hacerlo empecé a caminar hacia la habitación de mis hijos.

La cual queda justo al lado de la mía.

Ambos nos detuvimos al escuchar la hermosa voz de mi mejor amiga.

—Esa mujer tiene una voz preciosa Aileen.

—Cuidado con ella Xander, porque te juro que te corto en cuadros si la lastimas.

—Ni que fuera un playboy. Eso se lo dejo al idiota del padre de tus hijos.

Fulminé a Xander con los ojos y él se encogió de hombros.

—No te mato porque la responsabilidad de gobernar recaería sobre mi. Te salvas por eso Xander.

Cuando ambos estuvimos al frente de la puerta me apresure a tomar el picaporte en mis manos. Y sin esperar más abrí la puerta.

Escaneé la habitación y cuando di con Leila sonreí.

Giré mis cabeza hacia mi hermano y al parecer le gustó lo que estaba viendo.

Mi mejor amiga se encontraba de espaldas cargando a uno de mis hijos mientras le cantaba.

—Que trasero Dios mío.

—Cuidado Xander. Mucho cuidado.

—No quiero tener cuidado.

Leia dejo de cantar.

—Aileen, pense que no regresabas a dormir. ¿Ahora que ya hecho el idiota para que le negarás lo que tú y yo sabes que es de él?

Mi hermano enarcó una ceja.

—Leila, por Dios. Tenemos un acompañante.

Mi mejor amiga levantó la vista y al ver a mi hermano se sonrojo explosivamente.

—Yo..

—No quiero hablar de Héctor nunca más Leila.

—¿Ahora que te hizo?

Ante esta pregunta me quedé en silencio por un corto instante.

—¿Qué hizo? -volvio a inquirir Leila.

—Prefiero no hablar de eso. -esquive la mirada de Leila porque si no lo hacía terminaría contándole todo y llorando a la vez.

Me acerqué a la cuan de mis hijos y sonreí al ver que ambos se encontraban despiertos.

—Ninguno de los dos se quizo dormir. Al parecer esperaban que su madre volviera para hacerlo.

Tome a uno de mis hijos en mis brazos.

—Odioso Xander. Te presento a tu sobrino Alexander.

Mi hermano abrió los ojos como platos.

—Alexander. Como nuestro...

—Le coloque ese hombre en honor a nuestro abuelo. -Xander hizo una mueca y poco después se acercó a mí. Tomó a mi hijo entre sus brazos y finalmente sonrió.

—Son idénticos a él. Sin duda alguna.

Eso ya lo sé.

—Puede ser que esté conociendo a los futuros reyes de nuestro país, Aileen.

—No quiero que mis hijos crezcan en ese mundo. Quiero que mis hijos crezcan con libertad y sin restricciones. Y yo lucharé porque sea como digo.

—He..  yo me marcho a dormir. -coloque mis ojos en Leila y está se veía totalmente descolocada. —Mañana no te salvas de mi Aileen.

Leila se marchó de la habitación como si estuviera huyendo de algo. O más bien de alguien.

—Esa amiga tuya si que es hermosa.

—Xander.

Negué con la cabeza, tomé a mi otro hijos de la cuna y él al estar entre mis brazos se acurrucó.

—Xander, te presento a Alec.

Mi hermano coloco sus ojos en mi pequeño y tras hacerlo los abrió como platos.

—Ese pequeño tiene una liga de genes. Se parece tanto a su padre como al nuestro. -solte un suspiro. —Se te da muy bien hacer niños hermana. Deberías tener una docena de ellos. Yo estoy dispuesto a cuidarlos por tí.




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