Un semestre para cambiarlo todo

Capitulo 4:La Mirada Correspondida

Ana

"Santiago."

Su nombre apareció en la pantalla. Simple, directo, como el gesto de su cabeza en el aula. Repetí la palabra en mi mente, tratando de darle una forma tangible, una conexión más allá de la camisa gris y la mirada serena.

Escribí su nombre de vuelta, una confirmación silenciosa de que había recibido su... revelación.

Un silencio digital se extendió entre nosotros. ¿Ahora qué se supone que haces después de un intercambio tan... filosófico? Gabriela seguramente estaría espiando mi celular si pudiera. Me imaginaba su sonrisa pícara, esperando el siguiente movimiento.

Decidí romper el silencio con la misma moneda, una referencia a la nota que había encontrado como un pequeño misterio en mi cuaderno.

-¿La angustia existencial te parece menos terrible ahora?

Esperé su respuesta, mordiéndome el labio inferior. ¿Entendería la referencia? ¿Pensaría que era una pregunta extraña? Una parte de mí se arrepentía de no haber preguntado simplemente "¿Por qué la nota?". Pero había algo en esa frase, algo que resonaba con mi propio sentir, que me había impulsado a usarla.

La respuesta tardó un poco en llegar, y cada segundo de espera se sintió más largo de lo normal. Revisé otros chats, fingiendo distracción, pero mis ojos volvían constantemente a la conversación con el número desconocido que ahora tenía un nombre.

Finalmente, su respuesta apareció:

-Depende de con quién se comparta.

Mi corazón dio un pequeño vuelco. Era una respuesta... intrigante. No era un sí rotundo ni un no cortante. Dejaba una puerta abierta, una insinuación de que la compañía podía cambiar la perspectiva, incluso de algo tan abstracto como la angustia existencial.

Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios sin que me diera cuenta. Había algo en su manera de escribir, directa pero con un dejo de... no sé, ¿reflexión profunda?, que me resultaba... diferente.

¿Qué se supone que se responde a eso? Mi mente divagó por un instante, repasando las conversaciones triviales que solía tener con mis amigas, las bromas, los comentarios sarcásticos. Esto era distinto. Era como adentrarse en un terreno desconocido.

Respiré hondo y tecleé lo primero que se me vino a la mente, una pregunta que llevaba rondándome desde que había leído su nota.

-¿Por qué la nota?

La espera esta vez fue más corta. Su respuesta apareció casi de inmediato.

-Porque vi tu mirada en clase. Parecía... pensativa.

Pensativa. Esa palabra se quedó resonando en mi cabeza. ¿Así me veía? ¿Pensativa? Gabriela siempre decía que parecía estar en mi propio mundo, pero nunca lo había descrito de esa manera.

Había algo en su observación, en el hecho de que se hubiera fijado en algo tan sutil, que me hizo sentir... vista. No de la manera superficial en que a veces te mira la gente, sino de una forma más... profunda.

Mi pulgar se movió sobre el teclado, dudando. ¿Qué se dice después de eso? ¿Se agradece el cumplido implícito? ¿Se profundiza en esa "mirada pensativa"?

Opté por algo más directo, algo que rompiera un poco la formalidad incipiente.

-¿Y qué pensaste que pensaba?

La respuesta tardó un poco más en llegar. La incertidumbre bailoteaba en mi estómago. ¿Me había pasado de lista? ¿Había roto la conexión incipiente?

Finalmente, apareció indicando que estaba escribiendo. Los tres puntos suspensivos danzaron en la pantalla, prolongando la espera.

Y entonces, su respuesta llegó, sencilla pero cargada de una promesa de algo más:

-Que quizás no eras la única sintiendo la angustia."




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