La fiesta se iba a llevar acabo en agosto, a un mes de la fecha que se encontraban en ese momento y desde ese día, Perla comenzó a planear la fiesta y junto con Luisa escogieron a los invitados. En cuestión de una semana, las invitaciones habían sido enviadas. Fernando estaba feliz con la idea de la fiesta que incluso invitó a sus primos y tío de Italia, pero no iban a poder asistir.Los días pasan y todo parece ir medianamente bien. Problemas normales y sin tanto que ver. Cuando una semana faltaba, Fernando enfermó de un pequeño resfriado que atrapó cabalgando junto a Luisa. Por fortuna ella no quedó enferma igual.
Mientras los días pasan, el día se acerca y Fernando se va olvidando de la preocupación que le generaba la fiesta aquella y trata de querer que se haga con emoción al igual que su hermana. Luisa luego se contagió de la emoción y no contaban los días para que se pudiera realizar aquello he incluso, el rey había aceptado la invitación que enviaron sin muchas esperanzas y esto se lo hizo saber a Fernando por una carta dirigida personalmente por él. Los amigos de Fernando de igual manera estaban buscando regalos para Chiara y todo parecía ir bien, pero justo el día antes de la tan esperada fiesta, Fernando recibió una carta escrita con garabatos, en realidad no decía nada, solo eran garabatos en el papel y con la firma de una mujer que Fernando desconocía por completo. No le dijo nada a Luisa porque no creía que fuera necesario y solo guardó la carta. Perla llama a Fernando para tomar los últimos detalles.
–Mira, Fernando, en la entrada estará alguien recibiendo las invitaciones y si quieres puede ser uno de tus amigos.
–Sabes, he tenido una pequeña incomodidad con todo esto.
–No creas que no lo noté. Haber, habla.
–¿Estás segura que invitaste a la gente correcta?
–Claro Fernando, todos fueron invitados por mí y bajo la vista de tu esposa. No habrá problemas de ningún tipo. Te lo prometo.
–No es que no esté seguro de ti, sino lo que temo es que puedan burlen de nosotros.
–Tú no tienes porqué, estar preocupado por cosas como esas. Yo lo tengo cubierto todo.
Fernando no queda para satisfecho, pero igual no dice nada por no alterar a Perla.
El día tan esperado llegó. Las personas en la casa comienzan a preparar todo desde muy temprano y todos ayudan a acomodar las cosas en el lugar que corresponde. Comienzan a haber pequeños contratiempos en las actividades, pero todo marcha bien. La fiesta está programada para la noche y todo en el día pasa como estaba planeado.Cuando la noche cae, los invitados comienzan a llegar. La casa comienza a llenarse y la fiesta comienza. Todo va de maravilla. La gente está muy contenta por el nacimiento de Chiara y entre ellos el rey.
La fiesta está siendo un éxito e incluso, Fernando y Luisa comenzaron a interpretar una pieza que Fernando había compuesto en Italia. La gente baila, bebe y come como al parecer nunca lo había hecho. Todo está de las mil maravillas. Algunas personas llevaron presentes para la pequeña y estaban en una esquina (Qué, por cierto, no eran pocos) y llegó una caja mediana, de color rojo y fue puesta allí junto a los demás. Luisa lo notó y justo había terminado de interpretar la pieza. Luego bajó, la fue a revisar y se dio cuenta que era un pastel. Llamó a Fernando emocionada, ya que era un pastel de los que a ella le gustaban mucho y quería comerlo en ese momento. Fernando no había probado ese tipo de pastel y Luisa quería que los, pero Fernando había comido demasiado y lo dejó para después. Luisa no soportó las ganas y pidió los utensilios para poder partirlo y un plato. Mientras lo estaba partiendo, Fernando se encontraba en otra habitación y Perla también estaba con él hablando sobre otros asuntos cuando de la nada, escucharon algunos gritos y murmurios. Fernando se dirigió hasta el lugar dónde estaba toda la gente rodeando a alguien y cuando noto, era Luisa que estaba en el suelo. Fernando corrió empujando a la gente, desesperado y con miedo. Cuando pudo verla, Fernando se acercó a ella y se dio cuenta que seguía respirando, así que la cargó y la llevó de prisa a una habitación. Perla dio la orden que todos saliera del lugar y solo se quedaron los más cercanos a Fernando. Con Luisa en una cama, Fernando comienza a quitarle el vestido y en especial el corsé, ya que se comenzó a quejar de la falta de aire y quedó solo en camisón. En el momento, Perla llamó al mayordomo por un médico y justo, Marta había entrado a la casa con la idea de toparse con una gran fiesta, pero no lo hizo. Cuando subió y vio a Luisa, también quedó impactada. Fernando no se aleja en ningún momento. En otra habitación, Perla habla con Marta.
–Le había dado mi palabra a Fernando que no iba a pasar nada y su esposa está muriendo.
–No es culpa tuya, Perla. Creo que nadie pudo prevenirlo –Dijo Marta–.
–Que yo sepa, ella no sufre de ningún mal. Se me hace extraño que le haya sucedido algo.
–¿Cómo la encontraron?
–En el suelo, parecía estar muerta, pero Fernando sintió, una respiración muy leve. Por eso la trajo.
–Bueno, entonces espero que solo sea una crisis y que pueda sobrepasarla.
–Claro, si es así no me sentiré tan mal.
Cuando el medico llegó, comenzó a hacerle algunas pruebas y diversas cuestiones. Luego de un rato, parecía que Luisa se estaba recuperando y el medico se fue diciendo que se iba a recuperar, pero ella no se miraba así. Fernando con mucha angustia llegó a dónde estaba Marta y Perla.
–Verán, el medico dice que estará bien. Lo único que necesita es reposar y vendrá cada dos días a ver como está.
–Quiero disculparme, hermano. No quería que algo así le pasara a Luisa y menos en un evento como este.
–No te preocupes, Perla, no estoy molesto. El doctor dijo que puede ser una condición del corazón, no entendí muy bien lo que dijo. Quizá se esforzó mucho en cantar, por eso la falta de aire.