Un simple deseo

Conversaciones - Segunda parte

-A veces pienso que quieres matarme de un susto al corazón, y eso que lo tengo débil eh –intento empezar con algo trivial para ver con que intenciones viene, si hablar o pelear.

-Sabes que jamás haría algo para lastimarte peque, ven aquí –palmea la cama.

-Obvio, sé que soy tu mayor tesoro –ya lo digo en tono burlesco, aunque posiblemente sea cierto.

-Melissa me escribió respecto a algo que vio en estos días que no estuve por aquí, y como de costumbre casualmente tenía pruebas.

-Es increíble la obsesión de esa chica por quedar bien contigo, y lo peor es que tú ni te cuestionas como es que el que este vigilada por esa te de igual.

-Ángela no desvíes el tema, eso es algo que voy a resolver con ella. Ahora la cuestión es porque me mentiste y en qué momento fue que te hiciste esos cortes- me muestra las mismas fotos que me habían enviado solo que en su celular.

-Ni yo estoy segura de cuando fue cual lo que si te puedo asegurar es que ya han pasado meses desde la última vez. Lo único que no entiendo es en que te he mentido.

-Tengo una foto tuya besándote con el chico del otro día, pensé que te había dicho de que te cuides mientras estaba lejos.

-Eres demasiado, enserio –lo miraba con cólera- Te importa muy poco que yo ande vigilada por tu noviecita.

-No has negado el beso, lo cual me da a entender que es cierto y no solo ha sido eso –mientras siento la presión que hace al agarre comienzo a pensar que quizás los celos de Sebas ya no son tan sanos como antes- Al parecer también con alguien más, peque me temo que lo que Melissa comenta de ti comienza a sonar cada vez más acertado.

-Si sigues por ese camino, te puedo asegurar de que no voy a dudar por gritar como loca para que te saquen de mi habitación. Ahora mismo no estas razonando bien y me estas ofendiendo.

-Dicen que la verdad duele, pero sabes aun me cabe la esperanza que todo tiene una explicación –se para de la cama mientras me suelta las manos.

Aprovecho ese instante para acercarme a la mesita de noche que tengo en el lado derecho de mi cama y así agarrar mi celular.

-No tengo porque darte explicaciones de que hago, pero para tu tranquilidad aquí tienes la prueba de que tu novia imagina cosas.

Mira la foto con detenimiento, me voltea a ver y se sienta al lado mío mientras apoya su cabeza en mi hombro izquierdo. Siento como se relaja como si estuviera aliviado de que no hubiera besado a Alex.

-Es mi amigo y ya, andaba aquí por la vigilancia que tengo de la loca de tu novia. En fin voy a pedir que me dejes dormir, de por sí ya me arruinaste el día con tus celos y desconfianza.

-A veces pienso que quieres matarme de un susto al corazón, y eso que lo tengo débil eh –intento empezar con algo trivial para ver con que intenciones viene, si hablar o pelear.

-Sabes que jamás haría algo para lastimarte peque, ven aquí –palmea la cama.

-Obvio, sé que soy tu mayor tesoro –ya lo digo en tono burlesco, aunque posiblemente sea cierto.

-Melissa me escribió respecto a algo que vio en estos días que no estuve por aquí, y como de costumbre casualmente tenía pruebas.

-Es increíble la obsesión de esa chica por quedar bien contigo, y lo peor es que tú ni te cuestionas como es que el que este vigilada por esa te de igual.

-Ángela no desvíes el tema, eso es algo que voy a resolver con ella. Ahora la cuestión es porque me mentiste y en qué momento fue que te hiciste esos cortes- me muestra las mismas fotos que me habían enviado solo que en su celular.

-Ni yo estoy segura de cuando fue cual lo que si te puedo asegurar es que ya han pasado meses desde la última vez. Lo único que no entiendo es en que te he mentido.

-Tengo una foto tuya besándote con el chico del otro día, pensé que te había dicho de que te cuides mientras estaba lejos.

-Eres demasiado, enserio –lo miraba con cólera- Te importa muy poco que yo ande vigilada por tu noviecita.

-No has negado el beso, lo cual me da a entender que es cierto y no solo ha sido eso –mientras siento la presión que hace al agarre comienzo a pensar que quizás los celos de Sebas ya no son tan sanos como antes- Al parecer también con alguien más, peque me temo que lo que Melissa comenta de ti comienza a sonar cada vez más acertado.

-Si sigues por ese camino, te puedo asegurar de que no voy a dudar por gritar como loca para que te saquen de mi habitación. Ahora mismo no estas razonando bien y me estas ofendiendo.

-Dicen que la verdad duele, pero sabes aun me cabe la esperanza que todo tiene una explicación –se para de la cama mientras me suelta las manos.

Aprovecho ese instante para acercarme a la mesita de noche que tengo en el lado derecho de mi cama y así agarrar mi celular.

-No tengo porque darte explicaciones de que hago, pero para tu tranquilidad aquí tienes la prueba de que tu novia imagina cosas.

Mira la foto con detenimiento, me voltea a ver y se sienta al lado mío mientras apoya su cabeza en mi hombro izquierdo. Siento como se relaja como si estuviera aliviado de que no hubiera besado a Alex.

-Es mi amigo y ya, andaba aquí por la vigilancia que tengo de la loca de tu novia. En fin voy a pedir que me dejes dormir, de por sí ya me arruinaste el día con tus celos y desconfianza.

-Entiendo, veo que el problema radica en el que andas vigilada y yo no he estado presente. Eso lo puedo resolver, me iré y vendré mañana para compensar mi actitud de hoy.

Se levanta de la cama, me da un beso en la frente y se sale por la ventana. Dejándome toda confundida y consternada. Tengo muchas cosas que pensar respecto a esto, entiendo a la perfección de que Sebas es amigo de años y más de una vez hemos tenido nuestros roces. Sin embargo, lo que ha pasado hoy ha escalado hacia otro nivel. Lo peor es que siento que no será la primera vez. A pesar de todo esto me recuesto en mi cama tratando de hallar descanso. Los segundos pasan, los minutos avanzan, y antes de que llegue la hora, consigo sumergirme en el sueño.




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