Un Solo Momento//james S. Potter

3. Noche de selección

Elaia tenía una cara de incredulidad, aunque pronto sus preguntas se convirtieron en ruegos divertidos.

—¡Me niego, me niego y me niego! —realizó un falso puchero —. Potter te ha robado de mi lado.

—Nunca —bufé —, ni siquiera me lo menciones. En serio, es la peor noticia para empezar el año.

Mi amiga se movía pensativa y su rostro se iluminó.

—Tengo una idea que va a animarte —contestó casi chillando de emoción —, me invitaron hoy en la noche a…

—No iré a ninguna fiesta clandestina, Elaia —sentencié —, por si no lo recuerdas soy Premio Anual ahora, además, Potter estará allí junto a su grupo de revoltosos. No gracias.

—Por favor, acompáñame un ratito así de chiquito —hizo una señal con su dedo índice y pulgar —, será lo único que te pediré en toda mi vida.

—Eso dijiste de la huida a las cocinas, cuando nos infiltramos a la sala común de Ravenclaw o cuando quisimos jugar Quidditch en la noche.

—Es lo único de este año, lo prometo —levantó la mano derecha —. Y aunque no lo organizan los Merodeadores, si te topas con el innombrable no dejaré que se te acerque.

—¿Los Merodeadores no lo organizan?—enarqué una ceja, ella asintió —¿Entonces quién?

—Eleonora Williams —eso me sorprendió. Eleonora era muy amiga del grupo, toda una chica popular, aunque no era una Merodeadora como tal los estudiantes la consideraban así. Tenía las mejores referencias, ella era responsable y jamás tenía problemas.

Hasta ahora.

—Interesante —contesté mirando la ventana de reojo, me preguntaba que cosa rara estaría planeando ese grupo. Remontándome a mis anteriores años de alguna manera siempre estuve invitada pero jamás acepté.

Era mi ultimo año.

—Sabes que es buena estudiante y jamás se metería en líos grandes —, tenía algo de razón pero aún no lograba convencerme —, todo séptimo año irá, todas las casas y hasta invitaron a Slytherin.

Al oír de esta última casa me emocioné, digamos que tenía una amistad muy fuerte allí.

—Bien, voy a pensarlo —di una sonrisa corta. Esperaba que esto no me metiera en problemas —, pero me iré temprano.

—¿Palabra de mejor amiga? —puso la mejor mirada de cachorro abandonado y asentí —. No sabes cuánto tiempo he esperado por esto.

[...]

Estábamos en el pasillo del tren a punto de bajar y mi mejor amiga me abrazaba fuertemente ante las miradas extrañadas de muchos niños de primero.

—Elaia, por tercera vez, ya madura —después de responder que eso "solo es para las frutas" me soltó cruzada de brazos.

—Me dejarás por irte a una torre con Potter —se quejó en una mueca exagerada.

—Creí que ya habíamos pasado ese tema. Y sabes qué, Potter y yo jamás estaremos juntos. Él eligió a la Ravenclaw y estoy bien con eso —una voz en mi cabeza susurraba "mentira" pero la deseché inmediatamente.

—De verdad pensé que no podrías superarlo tan rápido, pero mi amiga es increíblemente fuerte y terca, debo aprender de ti —estaba a punto de contestarle cuando se nos acercó un castaño al que conocía bien; era Lorcan Scamander, el único merodeador pasable y tranquilo.

—¿Qué tal, Diana? ¿Cómo estás, Elaia? —cargaba con su maleta, no había tantos cambios en él. Seguía alto, delgado y con el cabello castaño de siempre.

—Bien —contestamos al unísono.

Nos acompañó hasta la entrada en las carretas después de guiar a los niños de primero en las barcas. A los minutos llegamos a mi tan añorado castillo. 

Esa sensación de volver a un lugar en el que me siento como en casa, es inigualable.

—La ceremonia está por comenzar, pero tengo mucha hambre —sonrió mi mejor amiga —, recuerdas la cena de primer año en la que confundí la decoración con un platillo muggle.

Contuve una carcajada y asentí.

Los recuerdos de mi vida en Hogwarts la tienen a ella en su mayoría. Ese primero de septiembre de hace seis años veníamos hablando desde el tren, más tarde en el gran comedor después de quedar en Gryffindor y en la habitación que compartimos. Desde ese día somos inseparables.

—Te la comiste igual —recordé —, y dijiste que era un plato que te “abrió los ojos al mundo culinario”.

—Pagaría cien galeones por verte haciéndolo otra vez —dijo Lorcan con astucia. No me pareció raro verlo alejado de los demás merodeadores, era algo frecuente de él, el primer día. Su hermano gemelo Lysander quedó en Ravenclaw y desde esa mesa nos miraba seguido. Ambos eran un tanto misteriosos y callados. Por otro lado, yo buscaba con la mirada en la mesa de Slytherin, pero como no encontré a quién buscaba dejé de hacerlo prometiéndome encontrarlo más tarde

—Debo guardar algo de decencia. Hoy mi hermano menor será seleccionado —comentó Elaia como si fuera algo de todos los días.

Casi me atragantó con mi lengua y gire mi cabeza tan rápido que supe que dolería después.

—¿Y por qué no me contaste? No pensé que Zacharie creciera tan deprisa —me quejé. Conocía a su hermanito todas las veces en las que me metí a su casa a escondidas.




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