Un Solo Momento//james S. Potter

6. Indicios de una guerra

La lluvia golpeteaba la ventana, el nudo en mi estómago crecía cada vez más con cada paso que les daba a los escalones. Mi corazón latía con fuerza y mi rostro debía estar enrojecido con restos de lágrimas secas. Como había dicho antes, debía mantener la calma, no era buena en ello, pero valía la pena intentarlo si quería que me dijeran la verdad y no ocultaran nada por temor a lastimarme.

—Adelante —entré a la oficina de la directora Minerva casi temblando, la mujer mayor levantó sus cejas blancas con sorpresa, pero mantuvo la compostura —. Señorita Gryffin, se ha enterado ya. Lo lamento mucho.

Caminé al asiento frente a su escritorio y lo ocupé.

—No son ellos, es decir, leí sus nombres pero pudieron confundirlos con otras personas ¿verdad? —traté de animarme agitando el periódico, negó con lástima.

Mordí mi labio intentando no volver a llorar.

—Me temo que ya está confirmado, otra vez, lo lamento mucho lo que le está pasando y comprendo como debe sentirse al respecto —contuve la respiración unos segundos intentando asentir —. Ahora es necesario hacerle algunas preguntas y así ayudar a los aurores con su investigación. Créame cuándo le digo que están haciendo todos sus esfuerzos.

—Y-yo responderé lo qu-que sea necesario —titubeé.

—¿Sus padres tenían conocimiento de lo que está pasando en el mundo mágico? —me quedé quieta por un momento, si ella se refería a lo que creía, suponía que algunas cosas.

—Sí, les conté sobre uno que otro mortífago escondido de la segunda guerra mágica, por supuesto ellos no estaban preocupados porque el Ministerio dijo que estaban por ser capturados —froté mis manos con nerviosismo —. Jamás oí nada grave, mis padres no se preocuparon por la misma razón, de lo contrario no me habrían dejado regresar al colegio.

—Me temo que no lo sabe, entonces —se quitó las gafas media luna, sus ojos se notaban apagados.

—No entiendo ¿qué debería saber? —arrugué el ceño, sacó muchos recortes de periódico con fechas que no bajaban de mi sexto año.

Presencia de mortífagos en ataque a un pueblo…”

“Al menos cinco familias muggles asesinadas en…”

“El despido de nacidos de muggles, squibs y mestizos…”

“Azkaban fue atacado, al menos doscientos presos…”

Desvié la vista de golpe de aquellas noticias. Mi alma daba saltos y giros, no podía ser cierto, era una horrible pesadilla de la que no podía despertar.

—Una muchacha se escapó de Azkaban durante el ataque de julio organizado por mortífagos, una chica cuyo nombre se hizo popular hace un año exactamente a causa de dos muchachos.

—Albus y Scorpius...—susurré más para mí que para ella recordando uno que otro rumor esparcido en el colegio —. Se dijo que no era real o que no fue tan grave.

Divagó un poco.

—Tal vez usted sepa algo por los libros de historia que lee, sin embargo eso no se compara con vivirlo. He tratado de olvidar hasta ahora, sin embargo con la primera y segunda guerra grabadas en mi memoria, es imposible. El culpable, el mismísimo…

—Voldemort —temblé al pronunciar ese nombre, asintió con amargura.

—La muchacha que escapó es su hija, Delphini Riddle, así se llama. Sus ideales por supuesto son tan o peor de extremistas de los de su padre, está siguiendo sus pasos. Ella jamás pisó Hogwarts, sin embargo hay quienes dicen que domina la magia oscura de manera profesional.

—¿Por qué no me enteré de esto? Leí periódicos antes pero jamás ninguna noticia de estas —Llevé una mano a mi boca.

—El ministerio creía que lo mejor era mantener lo que había ocurrido en absoluto secreto, estas noticias fueron censuradas para evitar el caos y la preocupación, después de todo nadie pensaba que esto conllevaría el inicio de una posible tercera guerra mágica.

Abrió sus ojos al momento en que se dió cuenta de lo que había soltado.

—¿Quiere decir que estamos al inicio de una guerra? —el extraño sentimiento de ahogo regresó a la vez que la cabeza me daba vueltas.

—No puedo afirmar nada aún, señorita Gryffin, Delphini es joven, pero no hay que subestimarla. Aprendí la lección hace mucho tiempo —ordenó sus papeles dejando salir un profundo suspiro y sus ojos se aguaron, más no lloró —. Lo único que sé es que tiempos oscuros volverán a recaer en nosotros y si aprendimos algo, venceremos.

—¿Ella tiene que ver con la desaparición de mis padres, entonces? —una lágrima escurría por mi mejilla.

—Diana —la directora casi nunca usaba mi nombre de pila a no ser raras excepciones, esta debía ser una de ellas —, tenemos que ser fuertes en estos momentos, hay muchas personas trabajando para encontrar a todos los...

—¿A todos? Es decir que mis padres no son los únicos —me omitían información, estaba segura —¿Quiénes desaparecieron? Por favor, dígamelo.

—De nada sirve ocultarle nada —se frotó los ojos con lastima —, las personas desaparecidas son padres de algunos alumnos de aquí que por supuesto aún no se han enterado. Los aurores se movilizan en cielo y tierra para encontrarlos, el Ministerio también se está ocupando.




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