Un Solo Momento//james S. Potter

13.La charla en la enfermería

Fueron minutos que se sintieron eternos los que me tardé en procesar las palabras que salieron de la boca de mi mejor amiga. Mi cabeza se esforzó por ocultar la mayor cantidad posible de emociones en ese instante, y sí que eran demasiadas.

Todo eso, hasta que recordé que Elaia Zabini era de las personas que cortaban la tensión con humor. Era una broma por supuesto, una a la que ya debería estar acostumbrada.

Dejé salir un sonoro suspiro.

—Elaia, no juegues con eso, casi me da un infarto —contesté con una sonrisa, ella seguía muy seria y los nervios se apoderaron de mí otra vez —. Ay, Dios mío, ¿entonces es verdad?

—Lo es —suspiró agachando la cabeza —, me enteré a mediados de octubre.

Las fechas cuadraban, en especial el tiempo en el que empecé a notarla extraña. Ahora entendía el porqué de sus vómitos, su cambio de humor, su interés repentino en la biología.

Me sentí tan tonta.

—¿Pero estás segura? —dije como para confirmar —. Quiero decir, las pruebas pueden fallar, tal vez es solo un susto…

—Estoy segura, Diana —se llevó las manos al rostro con nerviosismo —. Lo confirmé con Miss Pomfrey, me dijo que el margen de error de una prueba mágica era casi nulo. Adelante, dime qué piensas.

¿Lo que pensaba? Toda esta situación tenía tiene ser mentira. Sin embargo era mi mejor amiga, estaba asustada y lo que menos necesitaba oír eran sermones sobre lo que debió o no hacer.

—¿De cuántas semanas estás ahora? —pregunté despacio. Elaia se puso hacer cálculos mentales.

—Siete u ocho semanas, aunque no estoy segura —contestó viéndome fijo.

Suspiré.

—¿Y lo tendrás? —miró hacia otro lado de improviso, quedé un tanto confundida —. Porque yo te apoyo en lo que decidas, no importa qué. Sabes que conmigo nunca estarás sola, no voy a abandonarte.

Tomó mi mano casi a punto de llorar.

—Estoy asustada, no por esto, es otra cosa —señaló su abdomen con la mirada —. Temo que mis padres se enteren, Diana, porque si bien una de las causas para romper el acuerdo es un embarazo a término antes de los veinte y sin casarme, ellos no lo cumplirían. Si llegara a sus oídos en este momento me harían perder el embarazo porque sin bebé no hay pruebas de un contrato roto. Además, me sacarían de Hogwarts, me tendrían a su merced hasta que cumpla cierta edad y me casen con un “sangre pura”.

—Elaia… –Dió un carraspeó para intentar ocultar su voz quebrada, la abracé con fuerza.

—Tengo miedo de que quieran que haga cosas contra mi voluntad, mucho peores de las que me han obligado a hacer desde niña. Es algo difícil y suena tonto, pero prefiero parir un bebé a vivir un infierno con ellos el resto de mi vida.

—¿Aunque estemos al inicio de una guerra? —me vió directo a los ojos.

—Es que no tengo idea Diana, por un lado, tengo la opción de que todo esto quede en secreto, hacer como que nunca ocurrió para continuar así con mi vida justo como ellos quieren —su voz se rompió —, y por el otro, seguir el embarazo y romper el maldito contrato de una vez por todas. Si lo hago, al menos hasta que el bebé nazca, no tendrán remedio que eliminar mi nombre del libro familiar. Una decisión de estas me lleva a la libertad y me da una opción de escape, la otra me evita problemas pero a un gran costo.

—Quiero que pienses y elijas lo que creas mejor para ti. Eres fuerte Elaia, te admiro demasiado por eso desde que estábamos en el tren en primero —afirmé—. Nada cambiará ese concepto de ti...

—Te quiero mucho, Diana —sonrió a medias —, pero, ¿pensarías lo mismo de mí si fuera una madre joven o una mortífaga?

Buena pregunta y era algo cierto, si sus padres seguían los pasos del señor tenebroso en el pasado ¿por qué ahora no con Delphini? Elaia perdería su libertad y su capacidad de elegir un bando, era una situación muy complicada.

—Conozco a la verdadera Elaia, su valor es inigualable. Sea la situación que sea siempre serás mi mejor amiga y no podrás cambiarlo, aunque pienses que será así.

—No me lo quedaré —habló después de unos minutos, bastante segura —, es algo que pensé desde que me enteré de su existencia, aunque no sabía si sería lo correcto. Sé que sueno egoísta, pero no quiero matar personas, Diana. Yo no soy como ellos, no quiero ser para siempre su marioneta, algo que puedan usar a su antojo.

—Entonces ¿No tendrás al bebé? —la cara de Elaia se transformó a una de pánico.

—Lo que quiero decir es que sí lo tendré, pero no me lo quedaré, estará más seguro o segura con otra persona que conmigo. Este embarazo es mi oportunidad a la felicidad, no el bebé; no puedo criarlo, tengo problemas con la madurez, no tengo un lugar dónde vivir y ni siquiera el padre de...

Se calló de golpe.

—Sé que Louis no quería tener hijos, pero si le explicas la situación respecto a las opciones que tienes puede ser un apoyo. No es mi persona favorita en la tierra pero he visto lo mucho que te quiere…

—Ay, Diana —hizo un gesto de angustia que me asustó demasiado.

—¿Qué sucede, Elaia? —trató de vocalizar algunas palabras pero nada parecía poder salir —. No entiendo.




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