Un sueño de Navidad.

Capítulo uno.

"En Costa Rica, algunos de los gobiernos que han pasado, han ayudado al país a dismuir su pobreza, casi eliminandola".

Y aunque aún seguimos viendo unos cuantos indigentes en nuestras calles, hemos ayudado a la gran parte de ellos, con el programa "Un sueño de navidad".

Nos dedicamos profundamente a ayudar, valga la redundancia, para crear una casa de habitación a niños en extrema pobreza.

Niños que, duermen en cajas de cartón en el suelo.

Anhelando en su corazoncito un hogar y una cama en dónde descansar.

Cada año nuestros corazones, como periodistas, se hace un puño. Nuestras almas gritan de angustia, al ver tan lindas criaturas en dicha situación. 

Pero gracias a nuestra organización con Club de Leones, y Canal 7 de Teletica, hemos logrado sanar poco a poco esas heridas que marcan al país.

Ésta vez, ayudaremos a una familia, que está conformada por dos niños, Alina y José. Un adulto mayor, el padre y la madre de los niños.

Mi corazón casi da un vuelco, al leer su historia.

En mi carrera como periodista, he vivido experiencias inolvidables, pero no hay ninguna más bella, que ver a los niños sonriendo, agradeciendo, cada Navidad. Niños que te dan un abrazo y sientes que aún el país consta de esperanza para salvar la niñez.

Y para salvar nuestras tradiciones.

Para salvar la tradición de hacer tamales, para salvar la tradición de jugar al amigo invisible, para salvar la tradición de la cena navideña en familia.

Pero sobre todo; para salvarnos.

***

—¿Podrías por lo menos poner atención?—Me dice en tono regañón.

Hago lo que me pide y respiro profundo.

Estar esperando una semana más para empezar a actuar a crear la casa de habitación para Alina y José,  me preocupaba.

—Sandra—me llama—Tienes que prestar atención. A la tercera, vas fuera.

—Sí, lo siento, lo siento.—Me disculpo.

—Sé en qué estás pensando, y también sé que quieres actuar ya. Pero, como todo, tiene un protocolo.

—Estoy harta de todos los protocolos, Mario. Esos niños no siguen ningún protocolo para dormir en el suelo.

—Veré qué puedo hacer—rendido y sin ganas se levanta de donde se encontraba y se va. Dejándome con mis incógnitas y razones absurdas en la punta de mi lengua.

Una Navidad más para ayudar.

Maravilloso.

Y aunque nuestro país contaba con gran variedad de naturaleza, la cual;es visitada por millones de turistas, me dejaba más que desear.

¿Porqué no podría existir una campaña para ayudar a los niños?, ¿Algo más rápido, quizás?.

No, no podía ser así.

Todo y su maldito protocolo.

Salgo de ahí y me dirijo a mi casa.

En cuanto llego pongo a calentar la olla que contiene los tamalitos navideños dentro.

Mi celular suena.

—Hola—contesto.

—Buenas noticias, Sandra—se queda callado durante un segundo,Mario y luego me dice: —Todo se adelantó, el sueño de Navidad,  para la familia escogida se adelantó.

—¡Aleluya!—grito casi de la emoción.

—En siete días la vida de esos niños cambiará.

Cuelgo.

Un sueño de Navidad está pronto de cumplirse. 
 




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