Al abrir los ojos, lo primero que vaga en mi mente es: un día menos para el sueño de Navidad. Pero, un día más para ayudar.
Lo primero que hago como todas las mañanas, es... lavarme los dientes. Luego, pongo el coffee maker a chorrear el café.
En cuanto éste empieza su función, el apartamento se inunda de su rico olor.
Tiendo la cama, y pongo allí el vestuario del día de hoy.
Una camiseta gris, con el logo de la empresa, un pantalón negro ajustado y las tenis.
Entro al baño y me ducho.
Luego me visto.
Suelto mi cabello que lo traía en un moño.
Lo cepillo bien, quito los enredos y me pongo un poco de crema para que lo deje sedoso igual que siempre.
Ato mi cabello en una coleta alta ajustada, y hago un moño con una dona, quedando casi perfecto.
Me maquillo un poco las cejas, un poco de base líquida, también pongo un poco de sombras y, rubor. Por último, me pongo un poco de lápiz labial en los labios y finalizo colocandome perfume.
En cuanto termino de alistarme, voy a la cocina y sirvo un poco de café.
Mi celular suena dando por señal que un mensaje ha llegado.
Lo abro y dice:
"Te espero a las 9:00a.m. -Mario".
Miro el reloj que anteriormente me había puesto en la muñeca.
Son las 8:00a.m en punto.
Aún tengo una hora para hacer algo, mientras pasa el tiempo.
Lo primero que se me ocurre es ir de compras por unos juguetes para Alina y José, me encantaría sorprenderlos más aún.
Termino mi café, lavo mis dientes y me dispongo a caminar por la ciudad de San José.
Para ser tan temprano, hay mucha gente andando de aquí para allá.
Las bocinas o el "pito" como lo llamamos aquí suenan por doquier. Tomo el autobús y pago al chofer, le digo mi destino y él muy amable me sonríe.
En pocos minutos estoy frente a una tienda en dónde los peluches grandes que están en la vitrina me han llamado la atención.
—Buenos días—saludo a la joven que está tras el cajero.
—Buenos días, ¿en qué puedo servirle?—acompaña sus palabras con una cálida sonrisa.
—Gracias, por ahora sólo voy a observar.
—Claro—Me dice —si necesitas algo no dudes en llamarme.
Me limito a asentir.
Observo el lugar.
Hay gran variedad de barbies, y ken's. Hay varios carritos, bolas de fútbol e incluso raquetas.
Voy a agarrar un carrito.
Debato entre un oso de peluche café o uno rosadito. Finalmente escojo el rosadito, creo que a Alina le vendría bien. Luego voy a la sección de barbies, tomo dos de ellos y me dirijo hacia otra sección.
Los carritos se encuentran ordenados por su tamaño. Escojo uno rojo mediano, y finalmente opto por uno color naranja más grande.
No puedo resistir en comprar un trailer para José. Así que igual lo pongo junto a los demás juguetes.
Antes de salir de esa sección cojo un balón y lo pongo también en el carrito. Y ahora, finalizando de verdad, agarro una princesa, frozen para ser exactos.
Voy hacia la caja y pago. La joven muy amablemente me dice que sí se me ofrece algo más, me quedo pensando un momento y pido la envoltura adecuada a la edad de cada niño para los juguetes. Y sin más salgo de ahí.
Me fijo en la hora, ahora faltan quince minutos para verme con Mario.
Así que, camino hacía donde se encuentra la empresa Teletica.
Espero a que el semáforo esté en rojo y cruzo la calle.
Él viento que se siente es Navideño, la gente anda loca para allá y para acá comprando regalos.
Es una locura.
Al encontrarme con Mario, lo primero que hace es darme un beso en la mejilla y darme un abrazo. Él sabe cuanto me importa ésta noble causa.
—Ya está todo listo, Sandra.—Me informa mi amigo mientras nos adentramos hacía donde están los demás. —Hoy, iremos allá. Veremos el lugar donde se empezará a construir.
—Está perfecto.—Trato de no sonar entusiasmada, pero sí lo estoy.
—Falta poco, San.—Me dice.
Asiento.
La emoción me invade, no puedo evitar sonreír en todo el día.