Se abrió la puerta del amor protervo, que castiga el verbo,
que radica en cuerpo, que sulfura el viento, que revivió un muerto.
Se abrió la puerta de un amor ignoto, que se encuentra pronto,
pero viene solo, que se esconde en fotos y en recuerdos tontos.
Se abrió la puerta del amor impío, de ese que es caliente,
aunque tenga frío, ese que seduce, con brutal hastío,
que se dice noble; pero esta podrido.
Ese amor maldito, ese que es cansino, cólera ilécebra, cuando esta conmigo...