En los surcos de la mente brota un canto,
donde las palabras se entrelazan con fervor,
un verso agudo, oculto en su encanto,
que explora el amor, su dulce dolor.
El corazón, un laberinto de llamas,
se abrasa en la pasión, ansía y anhelo,
donde el deleite y el tormento son ramas,
que entrelazadas marchan por el suelo.
Desde el umbral de una ilusión nacida,
se despliegan sueños de amor y fe,
pero ¿qué oculta el velo de la vida?,
un mar de lágrimas, dulce y amargo café.
El amor, un campo de rosas herido,
esencia divina que hiere al tocar,
y el alma afligida, en llanto sumergido,
se debate en susurros, sin cesar.
Pues en el lazo que une almas sedientas,
reside el sufrimiento, cual sombra fiera,
entrelazadas almas, melancolías y tormentas,
donde la dicha y el pesar se alteran.
La ausencia, cruel eco de despedida,
carcome los cimientos de la esperanza,
y el corazón, en su pena perdida,
se sumerge en un mar de fragilidad y añoranza.
Amor y dolor, danza de contradicciones,
enlazadas en un abrazo mortal,
donde los besos se tornan aflicciones,
y la pasión se desvanece en un cristal.
Aún así, en la oscuridad más profunda,
reside la semilla de un amor eterno,
pues en el sufrir se encuentra la segunda,
vida en la que renace el alma del invierno.
Así, aunque el amor sea un mar tempestuoso,
un sendero espinoso, un camino sin fin,
en su agonía yace un amor dichoso,
que nos enseña a amar, a pesar del festín.
En cada lágrima, un instante de pura emoción,
en cada herida, la oportunidad de sanar,
en cada tropiezo, un crecimiento en la lección,
que nos invita a soñar y a amar sin dudar.
Entonces, en el sufrimiento del amor,
se oculta la razón, la verdad sin par,
que nos revela, con paciencia y fervor,
que solo en el dolor, el amor puede brillar.
Que el sufrimiento es un puente hacia la plenitud,
donde el corazón renace en un latido,
y aunque el amor sea un camino de inquietud,
es en ese sufrir que encontramos sentido.
Por tanto, en el amor, la vida se fragua,
entre lágrimas y risas, pasiones en vilo,
y a pesar de la pena, el alma se ensambla,
y florece en el sufrir de un amor tranquilo.