Un sueño, una poesía.

En mi solitud.


El silencio, mi leal confidente,
me abraza con su manto de quietud,
en esta ausencia, un vacío latente,
una melodía que solo yo escucho en plenitud.

Mis pasos se extravían en el tiempo,
mientras el viento susurra de secretos,
mi corazón, es solo un pensamiento,
busca alivio en sus suspiros y silencios.

En el lienzo de la noche estrellada,
trazo versos que solo yo comprendo,
y en cada estrofa, una lágrima derramada,
una hoguera de amor que aún no enciendo.

Pero en mi solitud, hallo consuelo,
pues en la quietud, mi ser renace,
libre de juicios, sin temor al desvelo,
me sumerjo en la profundidad que en mi mente yace. 

En mi solitud, soy mi propia compañía,
explorando los recovecos de mi ser,
descubro fuerzas que antes desconocía,
y me encuentro en la paz de saberme ser.

Mis días son un océano sin brillo,
donde no hay puerto ni faro que guíe,
y mi alma es un pobre pajarillo,
que busca sin éxito un lugar donde anide.




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