Un Sugar Daddy...¿yo?

Capítulo 8. Promesas rotas.

Lucas Miller parecía muy tranquilo después de haber hablado con Liam, se concentró en su trabajo, aunque de momento no dejaba de venirle a su mente la forma tan escurridiza y sublime de Aurora al entra a la oficina apoyándose de su hijo.

—Aun no entiendo que me pasa contigo, Aurora. —dijo con la mirada fija, y sacudió su cabeza como si sus pensamientos lo fueran a abandonar.

Se levantó y fue directo a la oficina de Peter Watson, quien parecía sorprendido observando a la chica trabajar en unos libros de cuentas al mismo tiempo que escribir sus valiosos apuntes en el computador.

—Aurora, eres muy rápido para comprender un sistema que a mí me costó muchísimo aprenderlo. —ella sonrió con ternura— ¿Qué recuerdas que te saca esa sonrisa?

—A mi abuelo, él amaba los números, un día me enseñó que todo en ellos es perfecto, dijo que yo los tenía todos en mi cabeza, yo le creí señor Peter, y ahora todo es más fácil...siempre me dijo que yo amara lo diferente que puedo ser.

Peter Watson entendió que la chica podía tener alguna condición que la hiciera diferente, se levantó a servir café poniéndole uno a ella.

—Creo que el café es un buen acompañante. Tómate este Aurora...

—No tomo cafeina señor Peter, mamá siempre ha sido cuidadosa con mi alimentación. —solo tomaré un vaso con agua y al salir, Liam prometió llevarme a comer helados con chispas de colores. Gracias por estar pendiente, ya termino ésto. —ella continuó su tarea mientras éste reflexivo hombre de familia cuestionaba una posible realidad en su pensamiento, y Lucas Miller los observaba detrás de la cristalería— Listo. —dijo ella repentinamente.

—¡¿Ya lo hiciste?! —Peter preguntó sorprendido.

—Sí señor, no es difícil...hay personas que se les hace difícil, a mi no...mi abuelo me enseñó muy bien, ya quiero ir a buscar a Líam, vamos a salir de paseo.

—Aurora, será un placer contar contigo en la oficina contable.

—Gracias —rió mostrando carisma— de verás muchas gracias por la oportunidad, ésto me apasiona.

Ella se retiró de la oficina, pero ya Lucas había salido y esperaba afuera procurando disimular su espera, ella al verlo bajó el rostro y apuró el paso, pero él jamás la dejaría ir.

—Aurora...—ella se detuvo— pase a mi oficina. —ordenó.

—No puedo, Líam espera por mí.

—No, mi hijo está en clases de manejo,.

—Dijo que esperaría por mi. Eso dijo él señor Miller.

—No pasa nada Aurora, hablaremos de trabajo. Vamos a mi oficina, es necesario.

—Okey...siempre lo mismo, qué irresponsable Líam...—dijo en airados susurros entrando sin dejar de quejarse y ésto hizo reír al señor Miller aunque lo ocultaba— Odio a ese tonto...

—¿Decías algo, Aurora?

—Estoy molesta, Líam me hace enojar, no cumple con su palabra, y no es gracioso, no entiendo porqué usted ríe.

—Sientate...creo que debes controlarte, todo lo que pase por tu pensamiento no puedes decirlo.

—¿Por qué no? A mí me libera...¿A quién le hago daño?

—Okey, muy bien...¿Qué te dijo Peter?

—El señor Peter me dijo que viniera mañana, voy a trabajar con un licenciado de contable.

—¿En serio? Eso es muy bueno, Aurora.

—Asi parece, además es divertido y cómodo

—¿Divertido, dices?

—Sí, los números y las cuentas...

—Entonces el licenciado Ordaz es tu jefe... ¿Qué más te dijo Peter?

—Ya le dije, comenzaré mañana, solo eso. Debo retirarme señor Miller. Necesito hablar con mi Mami, debe estar preocupada por mi.

—Hazlo desde acá de la oficina, te dejaré sola.

—¿En serio puedo llamar de acá a mi Mami? —preguntó alegrando hasta la mirada.

—Soy muy serio con lo que digo y prometo.

—Y amargado cuando se lo propone, da miedo, Líam le teme, como yo a mi padre.

—¿Qué dices Aurora? —ella de inmediato se arrepintió de lo dicho al mirarle el rostro— explícame eso de que le temes a tu padre...

—¿Puedo utilizar el teléfono de acá el tiempo que desee? Perdón, yo hablo siempre del teléfono de Líam, se descompuso el mío y mamá no tiene dinero.

—Puedes utilizar acá lo que quieras y el tiempo que lo desees ¿Okey?

—Gracias señor Miller, ahora sí se parece un poco al que rompió mi bici. —se apresuró a tomar el teléfono mientras continuaba hablando— por cierto, la reparé... quedó genial como siempre.

—Tenias dinero para comprar una y de las mejores...

—Gasté el dinero, en mis hermanitos traviesos...ellos tuvieron necesidades usgentes, mamá no estaba de acuerdo, pero luego me agradeció...no sabía que vendría tan pronto aca...hoy me regresaba, pero Liam me convenció de quedarme.

—¿Estas contenta...?

—No mucho, debo mudarme si voy a trabajar acá, me gusta porque podría pagar mi estadía, estudiar y estar pendiente de mi familia. Hablaré con mamá, señor Miller. —Marcó el teléfono y no pasó mucho tiempo en su madre responder.




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