Un Sugar Daddy...¿yo?

Capítulo 25. Encuentro sorpresivo y demandante.

—No puede ser...¿Mi hija sabe de sus intenciones? —preguntó la señora Clark, sintiéndose confundida observando a Lucas con desconfianza.

—Lo sabe...ya se lo propuse, ella es muy inteligente, quiere conocerme antes, no o se porquemelohaya dicho, Aurora es una mujer joven, pero sabe lo que quiere yo soy un hombre adulto que solo la quiero a ella.

—Es usted un señor con experiencia, ya maduro, tiene un hijo con la edad de mi hija, si fuera él quien me hablase pretendiéndola, yo lo entendería.

—Las personas tienen problemas con la edad, Aurora sabe mi edad, no soy un adolescente, tengo madurez, no creo que sea el fin del mundo...tampoco soy un anciano pretendiendo a una jovencita.

—El fin del mundo para mi hija pueden ser sus intenciones, —dijo nerviosa— si antes quería que se devolviera, ahora mucho más.

—No va a devolverse señora Clark, Aurora es una joven con sueños y metas, es mayor de edad, es excelente en negocios, usted no querrá hacerle daño a su propia hija. Además, ella ha firmado un contrato con mis empresas.

—Sus empresas no necesitan a mi niña.

—Por supuesto que sí, yo también la necesito...deje de verla como a una bebé, dejó que viniera aquí desprotegida, ¿y ahora teme por ella? Yo he sido quien la ha resguardado de todo mal, le he dado estabilidad, ella en poco tiempo ha logrado grandes cosas, ¿A qué...le teme usted tanto?

—No diré más, vendré cuando Aurora esté aquí, solo quiero escucharla a ella. —dijo y salió nerviosa.

La señora Clark se apresuró sosteniendo sus lágrimas, fue invadida por el temor recordando su vida, pero al bajar las escaleras por no tomar el ascensor y al pretender seguir se encontró de frente con el señor Visconti.

Sandro Visconti se paralizó al verla sosteniendo la mirada en ella, pero la señora Clark cerró su abrigo como si proteger su figura e imagen fuera primordial.

—¡Eres tú! —dijo el viejo manteniendo su elegancia y caballerosidad— ¡Por Dios te he buscado....yoooo...

—¡¿Quéee hace usted acá...? —preguntó invadida por el temor y al mismo tiempo por la rabia.

—No, noooo, dime tú...¿En dónde te metiste? Son muchos años. Te he buscado...lo he hecho sin parar...has cambiado, pero estás muy hermosa, eres la misma que...

—No, no soy la misma, y no es su problema que hice con mi vida, como lo dijo, ya son muchos años. Apártese de mi camino.

—Por favorrr dime, ¿qué hiciste con tu embarazo...? —dijo con prontitud al verla en sus intenciones de huir, pero ella rió molesta retrocediendo— sé que me odias, fuí un mal hombre y no pensé en el daño que te hacía.

—Cállese, usted tiene la culpa de todo lo malo que me ha pasado...

—He cometido errores, la vida me ha puesto de frente a la pared, pero necesito saber. —lloró con la voz quebrada— quiero saber si hiciste esa infamia que te pedí.

—No fue infamia, fue pecado, asesinato, así lo veo yo, usted me mandó a que yo matara a nuestra bebé, la despreció desde el vientre tirándome dinero con las palabras más humillantes que puedo recordar, ¿No lo recuerda? "Deshaste del problema...dijo...y qué bueno que está aquí, puedo decirle como lo desprecio.

—¿Nuestra bebé? ¿Es niña? ¿En dónde está....? Yoooo

—Nunca quiso saber, luego le hable y me cortó porque estaba en familia...¿Qué pasa? ¿Ahora los años lo han sensibilizado?, ella no necesita nada de un malnacido que permitió que pasáramos terribles necesidades.

—Perdóname... perdóname por favor.

—¿Por qué? ¿Le pesa haberme engañado...o la conciencia lo está matando por lo que le quiso hacer a su propia hija? No sé merecía ni siquiera saber que nació.

—Escúchame...yoooo...estoy arrepentido, quiero conocerla..

—Ya no, ella no lo necesita, nadie lo necesita, ya ella creció sin usted, tiene un padre, alguien que la ama y llenó ese vacío que tenía soñando con un papá que no existía ni existe, porque usted ya no existe para ella, Sandro Visconti. —lo empujó y pasó— Adiós

—¡¿Cómo lo sabes...?! ¡Yooo voy a encontrarla aunque no lo quieras..!

El viejo gritaba sin parar sintiéndose terrible, temblaba hasta que ya no pudo más, bajó el rostro y lloró sintiendo el amargo de su propio dolor y tristeza, pensaba entrar al ascensor, pero solo se detuvo temblando.

—¿Papá? ¿Qué sucede? —lo sorprendió su primogénito y el viejo metió su rostro en su hombro y sin importar su entorno lloró a todo pulmón su dolor— ¿Qué te pasa mi viejo? Debes decirme lo que sea...te llevaré al médico...

***

La mujer entró al pequeño hotel y su esposo e hijos la recibieron, pero ella se mostró muy triste como si había llorado.

—Lloraste...¿Qué te dijo el señor Miller? —ella se abrazó a su esposo y lloró con desconsuelo— me preocupas, dime...¿Qué ha pasado?

—Gracias por llegar a mi vida...por esta familia y este hogar que nos diste a mi hija y a mi.

—Hablemos a solas, dejemos jugar a los niños, vamos. —salieron a un pequeño pasillo— ¿Qué es eso que te causa dolor?

—Aurora, ya ha dicho que no quiere regresar a casa, ese hombre dice que se va a casar con ella y no me ha dicho nada de esas intenciones. Además...acabo de ver a Sandro Visconti subiendo a las oficinas del señor Miller, ¿Guillermo, por qué mi hija me miente o me oculta cosas si yo nunca lo he hecho con ella? Siempre he sido transparente, ¿Acaso tiene trato con su padre y es por eso que no quiere devolverse? Debo verla...pero no allá, quiero que sea aquí. Temo verlo junto a ella, él no se la merece...




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