Un Sugar Daddy...¿yo?

Capítulo 28. El señor Visconti descubre quién es su hija.

La familia de Aurora estaba feliz, los chicos habían llegado del parque con su padre, todos disfrutaban de un nuevo día, aunque el señor Clark no estaba conforme con la relación de su hija con el señor Miller.

Tenía la sensación de que su hija sufriría por la diferencia de edad y de culturas, el señor Miller era un hombre abierto en sus relaciones, y ella una niña que aún no sabía lo que era un noviazgo.

Tocaron la puerta y la señora Clark abrió quedándose perpleja ante la presencia del señor Visconti, ella quiso cerrar la puerta y echarlo, pero fue inevitable al recordar que Aurora estaba sola con el señor Miller en la ciudad.

—Por favor. —rogó el hombre impaciente y ella lo dejó entrar.

—¿Cómo me encontró? —preguntó ella molesta por su presencia.

—No hay muchos hoteles en esta zona. —respondió— No puedes huir ocultándome a mi hija, sé que no la merezco, fuí un mal hombre, pero hace muchos años que me arrepentí y las he buscado., es como si te escondiste de mi.

—Lo hice, al principio, pero cuando ella ya tenía cinco años volví, mi padre me perdonó el desastre que hice con mi vida. —el viejo bajó el rostro.

—Te mentí, eras tan joven, tan inocente...siento vergüenza de mi.

—¿Qué quieres? —preguntó ella de manera obstinada.

—Tu perdón...y el perdón de mi hija, quiero conocerla...explicarle muchas cosas...no me niegues a mi hija, no eres como yo... por favor.

—Buenos días. —hubo una interrupción— soy Guillermo Clark, ¿Qué hace usted acá?

—¿Guillermo Clark? —preguntó el señor Visconti— Yo lo conozco...he escuchado su nombre...quizás su apellido, usted es...

—Soy el papá de Aurora Clark...ella trabaja en las empresas del señor Miller.

—Él señor Visconti ya se iba, cariño. —interrumpió la mujer con prontitud.

—No, no puedo irme, ¿Aurora es su hija, eso dijo? —rió nervioso el viejo y volteó a mirar a la mujer— ¿ella es tu hija también? —el hombre se sentó al flaquearles las piernas después de preguntar y verla tan imponente— No puede ser, cómo no lo pensé...tiene mis ojos, el color de mi cabello...es como yo en los negocios...—la mujer hizo un profundo silencio— ¿Esa chica es mi hija?

—Tu hija biológica, sí. —espetó Guillermo Clark en contra de su propia voluntad, el viejo lloró sintiéndose vulnerable— cariño, puedes traerle agua a este señor, traen irresponsablemente hijos al mundo, los abandonan y después se arrepienten cuando ya envejecen y ya estos no lo necesitan.

—Tome agua , señor Visconti. —dijo la señora Clark sosteniéndole el vaso.

—¿Aurora es mi hija entonces? —preguntó nuevamente al retirar el vaso.

—Así es, pero ella solo reconoce a Guillermo, no pretenda querer que ella lo ame.

—Dios mioooo, Aurora es mi hija...ella debe saberlo. Necesito que me perdone.

—Aurora lo sabe, sabe desde siempre que usted es su padre, no le importa...dice que usted es un extraño y tiene razón, lo es...un extraño para mí hija.

El hombre se levantó y caminó hacia la salida, pero el señor Clark lo siguió hasta verlo subir en el auto con su chófer.

—¿Señor, qué le sucede? —preguntó el chofer al verlo llorar en silencio— ¿Necesita algo?

—No, solo puede llevarme con mis hijos. —las lágrimas de viejo eran muy fluidas y sus pensamientos como lácer— Dios, Aurora Clark, es mi hija, mi hija...cómo pude abandonarla. Mi niña hermosa, es mi hija...¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué le voy a decir para que me perdone?

***

—Hola mi amor. —dijo totalmente enamorado Lucas Miller al mirar a Aurora acercarse a él cuando la llevaría a la universidad— ¿Cómo dormiste?

—No dormí. —respondió un poco agotada, pero él besó la comisura de sus labios sin dejar de detenerse en su mirada.

—¿No, por qué mi amor? —ella lo miró como si él tuviese todas las respuestas, pero ante su silencio explico.

—El beso, Lucas...fue algo que no me esperaba, despertó mis más grandes temores. —él rió mientras besó su frente.

—Serà que no me amas ni un poquito.

—Te amo Lucas. —dijo con con sorpresa y seguridad, y él emocionado besó su boca aunque ella se despegó repentinamente— es cierto que te amo, pero no está bien, vine a estudiar una carrera y a trabajar, no a enamorarme de mi jefe....no dormí, estoy muy nerviosa.

—Eso se te pasará cuando nos casemos y duermas todas las noches conmigo...

—No quiero casarme Lucas, tú lo sabes, no sé que les pasa a todos...hasta mi madre está loca, me llamó muy temprano con el mismo tema, no se va de la ciudad hasta no ver que tengamos un compromiso.

—Estoy de acuerdo, que no se vaya sino después de nuestra boda.

—Lucas no juegues con eso, bien sabes...

—¿Aurora te he negado algo desde que llegaste a la ciudad? —preguntó al mismo tiempo que de forma atrevida la tomó por la cintura, ella negó con la cabeza al sentirse atrapada— estudiarás todo lo que quieras, tendrás lo que desees, hasta negocios si te lo propones, y eso va a ser igual estando sola o casada conmigo, pero quiero amarte todos los días de mi vida, ¿Okey?




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