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"Lección de una caricatura"
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Abrí los ojos, el sol me daba en la cara, había dejado la ventana abierta, intenté levantarme, pero la cabeza aún me daba vueltas, me senté en el borde de la cama y esperé un instante a que el mareo pasase. Sentía el cuerpo adolorido, como si me hubieran golpeado toda la noche. Abrí el cajón de la mesita de noche y saqué unas pastillas para el dolor y mareos, mi madre insistió en que las trajera, que bueno que le hice caso.
Fui a la cocina, llené un vaso de agua y tomé las pastillas, quizás el cambio de clima me afectó, pensé. Regresé a la habitación masajeándome el cuello, cogí la toalla y fui a lavarme.
Pensé que moriría y justo después de independizarme, el dolor enserio fue horrible, entré a la habitación y me asomé a la ventana, el cielo estaba despejado, iba a ser un hermoso día. Bajé la mirada a las escaleras y allí estaba aquella señorita barriendo otra vez, esta vez llevaba puesto un polo color lila. Quedé contemplándola varios minutos, su cuerpo estaba allí, pero su mente quien sabe dónde, ni siquiera se dio cuenta que la observaba.
Intenté mirar su rostro, pero, ella permanecía con la mirada baja, me asomé en todos los ángulos posibles, pero aun así no pude ver quien era.
Unos golpes llamaron a la puerta, abrí y era Mario. Lo hice pasar y encendí el televisor, para poner caricaturas mientras preparaba mi desayuno.
— ¿Enserio Andrés ?, te ofrezco más de 700 canales de películas, deportes, series, y tu solo lo usas para ver caricaturas
— Si, ¿Algún problema?
— Nunca dejas de sorprenderme
— Es un don, Muévete, no me dejas ver, ¿Qué quieres?
— Bueno cuéntame, ¿Que te pareció tu primera noche?
— Pues... sí, se podría decir que bien ...
—¿Ya viste las ventanas del cuarto?, ¿Son increíbles verdad? Tienes la mejor vista
—Si Una interesante vista...
— Vamos amigo... ¿Me vas a decir que no te gusta el lugar?
— No he dicho eso, en realidad me agrada, es muy cómodo
— ¡Eso si es lo que quería escuchar!... Entonces ... ¿listo para mañana?
— Pues si... ¿Porque te emociona tanto?
— ¿Bromeas? Mi amigo es de billetera llena, ¿Entiendes lo que digo? — dijo codeándome y sonriendo extraño — así que su aniversario será increíblemente grande, asistirán muchas personas y quien sabe, talvez encuentre a la indicada por allí...
— Cuando maduraras...
— ¡Ja!, mira quien lo dice, el que mira caricaturas
Serví el jugo en dos vasos, le di uno y me senté en el mueble frente al televisor
—Por si no lo sabias, se puede aprender mucho de las caricaturas — respondí
—Jajá ¿enserio?
—Pues si
—A ver te escucho
—Antes de salir en televisión estas caricaturas solo eran ideas plasmadas en papel, aquel que las dibujo no estaba completamente seguro si realmente esa caricatura iba gustarle al público. Existen muchas caricaturas en la televisión, pero no todas son populares, algunas simplemente quedan en el olvido, otras no duran ni la primera semana, algunas se pierden en el papel y nunca salen. Así es la vida Mario, todos tenemos muchas metas, sueños, dibujados en nuestra mente, por desgracia la mayoría de ellos solo se quedan allí, quizás intentamos realizar alguna de ellas, pero no salió como pensábamos, y de todos los sueños y las metas que tenemos, al final, solo conseguimos publicar uno y el resto queda en aquel rincón de sueños que no se cumplieron. Esa es solo una de las tantas lecciones que nos dejan las caricaturas.
—Wow que profundo, ok retiro lo dicho. ¿Qué planes para hoy?
—Iré al mercado necesito llenar el refrigerador, no me sienta bien verlo vacío y a mi estómago menos
—Sí, eso no venía en la cuenta
—Si ya me di cuenta de eso, también iré a la farmacia
—¿Por qué? ¿Te sientes mal?
—Algo
—De seguro es por el cambio de clima, no le des importancia, ya te acostumbraras
—Si, tal vez
Quedamos viendo las caricaturas por un buen rato, luego Mario se despidió y se fue. Apagué el televisor, fui a la habitación, me cambie de polo, me asome por la ventana a ver si aún estaba aquella señorita, pero fue en vano. Cogí las llaves de la casa, me puse la mochila y salí.
Sentía aún un leve dolor en la cabeza. Entre a una farmacia y le explique a la señorita el malestar que tenía, me vio extraño, me pregunto si había bebido la noche anterior, probablemente era una resaca, le negué eso, me receto unas pastillas para el dolor y otras para migraña.
Ya se me ha de pasar, seguro es por el cambio de clima, estoy dándole mucha importancia a esto, me dije, guardando las pastillas en el bolsillo.
El mercado sí que estaba abarrotado de gente, aquí vamos, expulsé todo el aire que había en mis pulmones y me escabullí entre toda la multitud. Los precios eran increíblemente cómodos, demasiado diría yo, de donde venía las cosas costaban el doble.
Es increíble como el tiempo vuela en el mercado, miré mi reloj ya era medio día, recibí las últimas compras y las metí en uno de los bolsos, la mochila ya estaba llena, bueno solo sería por esta vez, luego comprare de a poco conforme se vaya acabando las cosas.
Por suerte el mercado no estaba lejos de la casa de Mario. Llegué a las escaleras y bajé con cuidado, controlando el peso. No quería ensuciar el trabajo de la señorita. Ya abajo a punto de entrar una voz me habló
—¿Enserio has caminado con todo eso desde el mercado? — preguntó una voz de una mujer desde arriba de las escaleras , intente verla, pero el sudor había dejado borrosos mis lentes.
—Pues si
—¿Si sabes que existen motos, ¿verdad?
—¿Y pagar por unos cuantos metros hasta aquí? Si claro
—Pues no cobran mucho e incluso cargan tus compras hasta la puerta de tu casa.