Un té "El Destino Nos Unió"

Flores Sangrientas ||Capitulo 2||

Un Te

Capítulo 2

Flores con sangre.

         Chat se bajó de la moto en la que estaba y se acercó con un bate de metal a Steve. Yo en ese mismo instante me interpuse entre ellos. —¿Qué demonios haces Salamander?, vete de aquí porque te voy a dar una golpiza. No me asustaba nada las amenazas de aquel infame matón, pero debía de estar consciente de que él, no iba a dejar en paz a Steve. La venganza se veía en sus ojos, y para un tipo como chat estar en apuros o una suspensión, traía problemas con su familia que para él, era lo peor que le podía pasar.                       —Vete Salamander o tú también vas a llevar palo. No me interesaba lo que pasara conmigo pero la vida de mi amigo estaba en juego, no podía estar de gilipollas y tambalear en una situación como esta. Cruce los brazos y le dije:—Para tocar a Steve debes pasar sobre mí. Estaba claro que la mirada de Steve me decía que había quedado loco de remate. Pero era lo mejor para ambos, aunque uno saliera ileso el otro se iba a ir al hospital.                                                                                                                                                     —Vete, uno debe  sacrificarse por el otro.                                                                                                           —Pero salas, son muchos. Te van a…                                                                                                                —Que te vayas dije, te voy a dar una oportunidad, vete rápido. Había ocho hombres, todos con pinta de maleante de película, y motos bien equipadas. Debía entretenerlos un rato para poder hacer que Steve escapara seguro. Sin más eche un grito al cielo y tumbe dos de sus motos, haciendo un efecto domino cayeron al piso. Steve con lágrimas en los ojos salió corriendo del lugar, pidiendo ayuda a todo pulmón.         Chat se enfureció por las motos que se cayeron. Los hombres de la banda empezaron a golpearme, todos contra mí, con algunos golpes de nudillos gane algo de tiempo, pero chat se escabullo por detrás mío, y con el bate me dio un golpe en la nuca, y mientras cerraba los ojos el me golpeaba por el resto del cuerpo…

         Abrí los ojos y estaba en el hospital de la ciudad, ya me habían diagnosticado una ruptura de pierna, así que iba a pasar los próximos tres meses por lo mínimo en aquella sala de observación. Al día siguiente de que ingresará al hospital llego una chica a la cual la habían ingresado por ser muy alérgica y enfermiza, me toco la camilla del al lado de ella así que tuve mucho, tiempo para conocerle,  nos hicimos muy grandes amigos.                                                                                                                                                                         Pasábamos el día jugando juegos de mesa, Uno, Ludo, Cartas iban y venían era buena apostadora y gran jugadora de casino, su nombre como las estrellas, "Nami" era lo grandioso de su nombre, aunque algo avariciosa. Ella paso allí el mismo tiempo que yo, casi los tres meses, cuando llegaba la noche y se apagaba la luz, guardaba una linterna en mi almohada escondida de los doctores y enfermeros e iba a la cama de ella para contarle cuentos y conversar antes de dormir.                     Así pasamos dos meses y nos conocimos demasiado, lleno la pequeña brecha de mi corazón en la que estaba inundada por la soledad.  Un día mientras conversábamos Nami y yo. Un enfermero llego buscándome para que fuera  a atender una visita que había llegado de improviso.  Pensé en que Steve ya me había visitado, la pregunta era ¿Quién vino a verme? Era lo que mi mente se repetía una y otra vez. —No te vayas. le dije a Nami y ella lo afirmo con la cabeza mientras me sonreía de forma maliciosa.                            Los problemas se teñían de pelo claro y cuerpo esbelto, aquel pequeño amorío que había tenido dos años atrás. Susana aquella mujer que me había tenido por el suelo y después me desecho como a un preservativo usado. A ella no la veía desde hacía dos años, llego de los llanos Venezolanos, pero ¿para qué?                                                                                                    —Hola ¿Cómo va la pierna? Escuche lo que hiciste, me parece muy lindo. Ella estaba sentada en los pequeños sillones de aquel hospital, llevaba una falda muy corta, y escote revelador demasiado bajo. Yo me senté en el otro mueble mientras que  miraba al vidrio de la ventana, no quería verla, tal vez por rabia o tal vez por lo que me hizo en el pasado.



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Editado: 08.01.2020

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