Cuatro siglos de distancia, orgullo herido y tratados rotos.
El conflicto entre los clanes no era una broma de adolescentes y para Tadi, el peso de esa historia se resumía en una persona: Dasan, el patriarca imperturbable de la tribu Waŋyéya Wakpá.
Y para Kange, la historia era solo un obstáculo menor comparado con la tarea de controlar a su novio que a pesar de tener buenas virtudes y cualidades, tenía un cierto grado de dramatismo que debía ser tratado antes de que hiciera una locura.