Un temeroso y melodramático encuentro ^^

"Una conversación y una petición"

Kange cerró la puerta de madera oscura con un movimiento lento y silencioso, sus ojos negros fijos en el lugar donde Tadi acababa de desaparecer. El eco del grito desesperado sobre los "calcetines de la suerte" aún flotaba en el aire de la sala, que era tan sobria y ordenada como su dueño.

Dasan, quien había vuelto a abrir su libro, pero no lo estaba leyendo, bajó lentamente la mirada hasta Kange. Su rostro no mostraba enojo, sino una calma profunda y difícil de descifrar.

"Apenas pasó un minuto" dijo Dasan, su voz era un murmullo de grava. "Y ya estaba pálido y sudando. Corriendo como si lo persiguiera un oso o un recuerdo desagradable de sus antepasados."

Kange se acercó al sofá donde Dasan estaba sentado y se dejó caer en el sillón individual. Sus hebras blancas brillaron bajo la luz de la lámpara.

"Fue... más rápido de lo habitual," concedió Kange, su tono neutro, casi aburrido.

Dasan cerró el libro, un volumen encuadernado en cuero sobre la historia de las tribus de las llanuras. Lo dejó sobre la mesa de centro con un golpe seco.

"Me habías dicho que él era persistente. Que había hecho lo 'imposible' para conquistarte." Dasan hizo una pausa, sus ojos perforando la quietud. "Si este es su nivel de 'imposible', entonces tienes una definición muy baja de la palabra. Huyó de un hombre de 57 años que estaba leyendo una crónica histórica."

Kange suspiró apenas, un leve movimiento de sus hombros.

"Le tengo que dar el crédito, papá."

"¿Por qué?"

"Porque él sabía."

Dasan inclinó ligeramente la cabeza. "¿Sabía qué?"

"Sabía exactamente quién eres y quién soy. Y aun así se atrevió a venir a esta puerta. Lo de los calcetines de la suerte fue solo una excusa mal hecha. Él sintió la tensión, el olor a resentimiento que flota en esta casa cada vez que alguien se acerca, y aun así intentó quedarse." Kange cruzó los brazos, sus ojos fijos en la nada. "Él ha estado intentando esto durante meses. No es cobardía, es instinto de supervivencia. Y lo venció por unos segundos."

Dasan sonrió levemente, una expresión que rara vez adornaba su rostro. Era una sonrisa más de comprensión que de alegría.

"El instinto nunca se equivoca, hija," comentó Dasan. "Su abuelo, Nagi Wakpá, tenía ese mismo instinto cuando cruzaba las fronteras de nuestros territorios."

"Por eso es un buen hombre para mí, papá." Kange lo miró directamente. "Porque a pesar de que su instinto le dice 'corre', su corazón le dice 'por ella, quédate'."

Dasan asintió lentamente, su mirada volviendo al libro. "Ya veremos si el corazón de ese joven Wičháša puede vencer el pasado de nuestros clanes, Kange. Por ahora, ha ganado el impulso de escapar."

Kange se puso de pie, su silueta elegante y fría. "Volverá, lo sé. Y cuando lo haga, espero que no uses tu expresión de 'voy a desollarte si le haces daño a mi hija'."

Dasan la miró con inocencia fingida. "¿Qué expresión?"

Kange no respondió. Simplemente se dirigió a su habitación, supo que, a pesar de la huida cómica de Tadi, su padre había visto una chispa de valor en la persistencia de aquel joven de cabello blanco. El encuentro no había sido un fracaso total.




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