Un test de embarazo y un kilo de chocolate

Capítulo 3 El caos

Me miró fijamente y volvió a repetir su pregunta.

-¿Estás embarazada?

-No, tengo un ataque al hígado- dije y estuve a punto de mostrarle el certificado pero me pareció absurdo, si mi palabra no le valía a mi propia madre qué sentido tenía.

-¿Entonces por qué todo el barrio comenta que estás embarazada?

-Porque tienen mucho tiempo libre- sugerí.

-Dime la verdad, de quién es el niño, ¿de tu ex o del hombre que te trajo anoche?-insistió y yo enfurecí.

-¡Dije que no estoy embarazada!

-No te preocupes, yo ya empecé a tejerle ropita – dijo una de mis tías desde el fondo y levantó su tejido para mostrarme que efectivamente estaba tejiendo ropa para bebé- Blanco, porque así servirá tanto si es niña o niño – agregó.

-Es una bendición, puede ser tu última oportunidad – dijo otra de mis tías y antes que pudiera contestar y mandarlas a todas al diablo, golpearon a la puerta. Me pareció una intervención divina hasta que abrí y entró la novia actual de mi ex. Empezó a gritarme en medio de sollozos descontrolados.

-¿Cómo pudiste hacernos esto? ¿Crees que vas a atraparlo con un hijo? ¡¡No nos vas a separar!! – me gritó y escuché como el murmullo de voces aumentaba en la sala de mi casa, mi madre y todas las allí reunidas estaban teniendo un capítulo de novela en vivo y en directo. Y yo seguía sin poder reaccionar de lo absurdo que era. Sin mencionar que me asqueaba que esa mujer pensara que los hijos eran un instrumento para atrapar a un hombre, le auguraba una pronta paternidad a mi ex, aunque obvio, yo no sería la madre.

-Fuiste tú quien le robó su novio y el padre del niño – intervino mi madre que decidió salir en mi defensa.

-¡ÉL ME AMA A MI!- gritó como poseída. Y yo empezaba a agradecer eso, empezaba a agradecer que estuviera fuera de mi vida, aunque ahora tuviera a su novia haciendo un escándalo en la sala de mi casa.

-Ve con él, vete de mi casa – dije tranquila y la guié hacia la salida, aunque cuando abrí la puerta para deshacerme de ella, entró mi ex. Cartón lleno. Su primera reacción fue abrazar a su sollozante novia y mirarme furioso.

-¿Un niño? ¿Es lo único que se te ocurrió? Si es verdad, no lo quiero, no voy a amarrarme a ti por un hijo, así que haz algo – me dijo con un gesto de la mano muy explicativo.

-¿Hacer algo? Si ese fuera el caso, mi cuerpo mi decisión – le dije enfadada y escuché a una de mis tías sofocar un grito mientras se persignaba.

-Claro que no, tienes que casarte con ella, hacerte cargo – aportó mi madre y yo la miré espantada ¿De verdad pensaba que esa rata podría llegar a ser un buen padre? ¿O que un matrimonio así funcionaría? Mi madre no estaba ayudando en nada, el dolor de cabeza me había regresado y empezaba a sentirme mal, solo quería que todos dejar de opinar o querer dirigir mi vida y mis elecciones.

-No tienes nada de qué preocuparte – empecé a decir tratando de explicar que no había bebé en camino, para suerte de todos, principalmente del inexistente niño.

-Hija, piensa bien, el niño...

-Lo más probable es que ni siquiera sea mío – arrancó a decir mi ex, el mayor cabrón del universo.

-¿Es del hombre que te trajo anoche? – escuché la pregunta desde la sala, de nuestra encantadora visita Adela ,alias la informante de vidas ajenas.

-Ahhhhhhh ya sabía , tienes otro y pretendes encajarme el niño a mí –vociferó y simplemente avancé y le di la bofetada que le debía. Su novia se me abalanzó y la aparté, iba a darle la segunda bofetada a mi ex pero él me detuvo la mano en el aire, con fuerza. Y las lágrimas se me juntaron en los ojos, no solo porque me dolía el agarre, sino porque me dolía dentro, me dolía haberlo amado tantos años y que fuera una reverenda porquería. Dolía, la verdad, dolía.

Entonces otra mano masculina tomó la de él y lo forzó a soltarme. Allí estaba mi jefe en todo su esplendor, por lo visto llevaba allí un buen rato ya que la puerta había quedado abierta ¿Qué tanto había escuchado y qué hacía allí?

-¿Quién eres tú? – preguntó soberbio sacando pecho y entonces hubo varias respuestas a la vez.

-¡El amante!¡El que la trajo anoche!¡El jefe! – gritó a un unísono mi propio coro griego que participaban gustosas de mi tragedia.

- Soy el padre del niño – afirmó mi jefe y mis ojos se abrieron a un tamaño nivel extraterrestre, listo, ya estábamos todos locos.

-Una cualquiera – musitó en voz baja  el traidor y por primera vez mi madre hizo algo digno de una madre y le asestó un escobazo, entonces se desató el caos, gritos de la actual novia, de mi ex, de las vecinas, mis tías, mi madre . 

Mi jefe tomó mi mano y me sacó de allí.

 




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