Un test de embarazo y un kilo de chocolate

Capítulo 4 ( FINAL) La verdad libera


Íbamos en silencio en su auto hasta que hablé.

-¿Por qué vino?- Todo era un caos pero eso era lo que me daba más curiosidad, bueno , una de las dos cosas que me daba más curiosidad.

-Porque mandaste un mail sobre unos documentos que necesitabas.

-Se lo envié a Laura.

-Sí, pero los traje, pensé que era una buena oportunidad para saber cómo seguías. ¿Estás bien? ¿Necesitas ir al médico o algo?- preguntó y me sentí culpable, necesitaba aclarar todo inmediatamente

- ¿Podemos detenernos un rato en el parque que está más adelante?- le pregunté y asintió. Necesitaba explicar todo, con calma y en un espacio abierto y público. Un rato después estábamos los dos sentados en un banco, sumamente incómodos. Era obvio que él no se animaba a preguntar y yo no sabía por dónde comenzar ¿Se podía despedir a alguien por mentirosa? Aunque estrictamente yo no había mentido, todos habían asumido cosas y se había perdido el momento de aclararlo, o como en el caso de mi madre, no me había creído a mí, sino a los rumores.

Fuera como fuera todo había empezado por un acto mío, así que afrontaría lo que viniera y si alguien tenía derecho a enfadarse era mi jefe, el único que se había puesto de mi lado y se había preocupado sinceramente, aunque desconociera sus razones. Lamentaba haberlo maldecido mentalmente tantas veces, era una buena persona.

-No estoy embarazada, es un ataque al hígado porque comí un kilo de chocolate en un día. Un día y medio, en realidad- solté con la mirada baja.

-¿Un ataque al hígado?

-Sí, por eso estaba tan descompuesta ayer. Fui al médico, tengo el certificado – dije rápidamente.

-¿Y el test de embarazo? – preguntó y eta vez lo miré. Cierto, él lo había visto caer de mi cartera, así que eso explicaba gran parte de su preocupación. Eso era lo más difícil de explicar.

-Lo compré porque sí, no porque sospechara de estar embarazada. Quizás en parte quería causar un poco del caos que se desató, la farmacéutica es prima de la novia de mi ex, o quizás…fue como mi réquiem personal para una relación de cinco años y todos los sueños y proyectos que tenía con un hombre que creí que me amaba como yo a él. No lo sé, solo entré a la farmacia y en lugar de un ibuprofeno salí con un test de embarazo que no necesitaba. Fue una chispa de mi maldad que ardió hasta prenderme fuego, hice mal, lo sé. Merezco el castigo.Y el kilo de chocolate fue mi antidepresivo por los malos días que había estado viviendo últimamente.

-No creo que merezcas el castigo, ese par si lo merece. Y además ya tuviste una gran descompostura, quizás ese sea tu castigo.

-Sí, puede ser- contesté un poco más aliviada.

-Entonces, ¿soy el padre sustituto de un kilo de chocolate?- preguntó

-Y de un hígado en mal estado – agregué divertida. Empezaba a encontrarle la gracia a todo aquello. Eso me hizo animarme a hacer la otra pregunta- ¿Por qué dijo que era el padre?

-Porque estabas por llorar y ese tipo no merecía ser el padre –contestó y eso no me respondió nada.

-¿Entonces fue su instinto de caballerosidad?

-Supongo.

-Ah- exclamé sin saber que responder. Nos volvimos a quedar en silencio.

-Y porque eras tú – agregó y eso hizo saltar mi corazón.

-Ha sido un día agotador – dije sin saber muy bien si quería que él explicara mejor lo que acababa de decir o que lo dejáramos para otro día.

-Lo sé. Ahora que no estás embarazada te invitaría a tomar algo, para olvidarte del día caótico, pero…

-El hígado – dijimos los dos a la vez. Y sonreímos.

-Tengo que aclarar las cosas con mi madre – dije aunque en realidad era un pensamiento en voz alta.

-¿Quieres volver allá?

-No lo sé- respondí y era verdad, no quería más caos, ex novios, novia actual, ropita de bebés y consejos sobre mi presunta maternidad o pero aún reclamos sobre los malentendidos.

-Tómate tu tiempo .Hay una cafetería cerca, ¿quieres un té de manzanilla? – me invitó y nunca nada sonó tan tentador, así que acepté. Una vez sentada en la cafetería, más tranquila, con una humeante taza de té o más bien, infusión de manzanilla, le envié un mensaje de whatsapp a mi madre con una foto del certificado médico. “NO VAS A SER ABUELA, es un ataque al hígado. Cuando vuelva hablamos, que no haya gente en casa por favor” le escribí y luego apagué el teléfono.

Miré al hombre que tenía enfrente mío, lo conocía pero al mismo tiempo no, o mejor dicho el hombre que se había preocupado y me había ayudado, era un extraño que me intrigaba y me interesaba, mucho. Me costaba conectar al que me había devuelto diez veces un informe hasta que estuvo tal como lo quería con el que me había sacado del caos y se había hecho cargo de mi no hijo. Y sin embargo eran la misma persona.

-Gracias por todo.

-Fue un placer, aunque creo que la próxima vez preguntaré antes aunque sea grosero.

-Espero que no haya próxima vez.

-¿No más chocolates?

-No en grandes cantidades, pero trataré de alejarme de los rumores y de los malos hombres.

-Los rumores tienen vida propia, lo sé, me dedico al marketing. Creo que el chocolate merece una segunda oportunidad…y también los buenos hombres.

-Lo tendré en cuenta, chocolate en dosis justas y un buen hombre – dije mientras lo miraba. Parecía que la que no estaba contenta con la dosis de problemas era yo, porque presentía que ese hombre que tenía espíritu de caballero andante entrometido y que había dejado entrever cierto interés por mí, iba a tentarme a cruzar los límites, mucho.

Un año después…

Debo decir que después de un año mi vida ha dado giros y vueltas y más giros, quizás como las de todo el mundo. Paso a hacer un breve resumen.

Primer punto NO ESTOY EMBARAZADA, ni hay test de embarazos dando vuelta en mi vida, lo cual me hace feliz. Saber que estoy bien como estoy y muy convencida de que un niño es una decisión y no la pieza faltante de un rompecabezas.




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