Un Tiempo para Amar

Capitulo 15 ¡Devuelta al pasado!

El brillo azul envolvió a Darcy y Ámbar como un remolino helado. El aire olía a electricidad y a polvo antiguo. Sus cuerpos parecían flotar entre dos latidos del universo. Darcy apretó la mano de Ámbar con fuerza, como si así pudiera impedir que el tiempo los separara.

Thomas iba delante de ellos, guiándolos entre sombras que parecían imágenes rotas: fragmentos del pasado y del presente chocando como piezas incompatibles.

—¡No se detengan! —gritó Thomas sobre el rugido dimensional—. ¡La grieta se cerrará en segundos!

Ámbar sintió un tirón en el pecho, como si una parte de ella quisiera quedarse en el siglo XXI. Pero siguió avanzando. Darcy la rodeó con un brazo, temblando.

—Estoy contigo —susurró él.

Entonces, con un estallido que quebró la oscuridad…

Cayeron.

Golpearon el suelo de hierba húmeda. Un viento frío les acarició la piel. A lo lejos, un carruaje avanzaba lento por un camino de piedra. Las estrellas eran más brillantes, más profundas. No había autos, ni luces eléctricas, ni ruido de ciudad.

Solo silencio.

Ámbar se incorporó lentamente.—¿Dónde…?

Darcy la ayudó a levantarse, su respiración entrecortada. Sus ojos brillaban con reconocimiento y una nostalgia dolorosa.

—Estamos en casa —susurró.

Ella giró la cabeza a todos lados: árboles que parecían sacados de un cuadro, una bruma suave, el sonido distante de agua corriendo. El siglo XIX tenía un olor distinto: a tierra, a madera, a algo antiguo y real.

Darcy tomó aire profundamente, como si hubiera estado conteniéndolo desde que desapareció de su época.

—Esta es la ladera de Glenwood… a tan solo una hora de mi mansión.

Ámbar parpadeó, impresionada.—Esto es… hermoso.

Pero no tuvieron tiempo para admirar más.

—¡Mi señor! —exclamó Thomas—. ¡Debemos movernos! Su desaparición ha causado caos en la región. El Consejo está en pánico. Hay rumores de que fue secuestrado, otros que desertó… incluso dicen que usted podría haber sido traicionado.

Darcy endureció el rostro.—No permitiré que hablen así de mí.

Ámbar lo miró con preocupación.—Si van a sospechar de ti… ¿qué pasará conmigo?

—Te protegeré —respondió Darcy con firmeza rotunda—. Juro que nadie tocará un solo cabello tuyo.

Thomas los guió por un sendero oculto entre árboles. Mientras avanzaban, el paisaje se deformaba levemente, como si la realidad todavía estuviera recuperándose. Sombras de objetos modernos aparecían por un segundo y luego se desvanecían.

Ámbar se apretó el pecho.—¿Eso es normal?

Thomas negó.—El tiempo todavía está débil. Pero mejorará cuando lleguemos al núcleo: la mansión Darcy.

Cuando por fin salieron del bosque, Ámbar vio una construcción imponente iluminada por lámparas de aceite. Era majestuosa, elegante, rodeada de jardines cuidados y estatuas de mármol.

Darcy se quedó inmóvil, con los ojos vidriosos.

—Mi hogar…

Ámbar apoyó una mano en su brazo.—¿Estás bien?

Él sonrió con un temblor en los labios.—Volver aquí contigo… nunca imaginé ver este lugar con tus ojos.

En ese instante, varias figuras salieron corriendo desde la entrada de la mansión. Criados, soldados y miembros del Consejo.

—¡Mi lord! ¡Es él! ¡Ha regresado! —gritaron varios.

Pero cuando vieron a Ámbar, el murmullo se transformó en un silencio tenso.

—¿Quién es la mujer? —preguntó uno de los consejeros, frunciendo el ceño.

—¿De dónde viene? —dijo otro, con voz desconfiada.

—No pertenece a este reino —susurró un tercero.

Ámbar sintió la presión de tantas miradas inquisidoras. Darcy avanzó, interponiéndose entre ella y los demás.

—Ella es Ámbar. Y está bajo mi protección —dijo con voz firme e irrefutable.

El Consejo intercambió miradas turbias.

—Mi lord —dijo uno de ellos—, su desaparición ha creado un caos político. Hay facciones que creen que usted ha regresado con… intenciones desconocidas. Su vínculo con esta mujer podría considerarse una amenaza.

Darcy apretó la mandíbula.

—Si alguien osa cuestionarla, me encontrará a mí en el camino —sentenció.

Ámbar sintió la piel erizarse.

Thomas se inclinó y murmuró:—Debemos entrar. La mansión es el lugar más estable del tiempo. Allí podremos evaluar el impacto de su retorno.

Mientras Darcy guiaba a Ámbar hacia la entrada, ella lo tomó del brazo.

—Darcy… ¿seguro que hicimos lo correcto viniendo?

Él la miró con una mezcla de amor y preocupación.

—No sé qué nos espera —respondió—. Pero sé que no dejaré que estés sola en un mundo que no entiendes.

Ámbar respiró hondo, sosteniendo su mirada.




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