Un Toque Dulce.

Capítulo 7. Leves sospechas.

Kate.

–Lo logramos, encontramos un vestido que a Meredith le luce bien. Considero que tuvimos éxito en la misión –celebró Anya, estirándose un poco.

–¿Les parece si vamos por algo de comer? Tengo hambre –sugerí, ganándome un aplauso de Anya.

–Buena idea, Honey.

–¿Y a donde podemos ir? –preguntó Farijh con curiosidad.

–Hay un local de comida mexicana cerca. Ya he ido con Young Mi, tiene buen sabor –mencionó Meredith, que sostenía el vestido en sus brazos.

–Muy buena tu elección. Vamos a un pedacito de mi patria, veremos si su sazón es tan buena, pero igual no importa, comida es comida –nos reímos por el comentario de Anya, dirigiéndonos al lugar que Meredith mencionó.

Fue buena idea habernos reunido, se siente como una reunión de chicas o algo así, aun cuando Anya sólo se la pasaba quejándose. La nueva integrante el día de hoy al equipo, es Farijh Spencer, la maestra de ballet de Rosie. Por lo que tengo entendido, lleva una buena relación con Meredith, ya que la conoce desde un par de años, antes de inscribir a Rosie a la academia de ballet. Igual se encuentra el plus de que Rosie la adora, y con algo de persuasión de Anya, está aquí con nosotras.

Ahora, si te vas por mi opinión, te diré que Farijh es una de las chicas más adorables y tiernas que he conocido. Desde el día que la conocí, cuando fue con Rosie y Meredith al restaurante donde trabajo, sentí esta necesidad de encerrarla en una cajita de cristal, para que nada malo le sucediera. Sólo he visto esa aura angelical e inocente en un niño, y que Farijh la conserve a sus 22 años, es increíble. Llegamos al local de comida mexicana, y luego de ir a una mesa ligeramente apartada del resto, nos entregaron el menú, para escoger lo que ordenaríamos.

–¿Qué nos recomiendas, Anya? –pregunté curiosa.

–Uhm es difícil, pero recomiendo ampliamente las enchiladas verdes, ya sea con un huevo cocido o un pedazo de carne –comenzó, mirando con atención el menú –La tinga igualmente es deliciosa, y el pozole rojo… ah, es increíblemente sabroso –suspiró.

–Creo que pediré las enchiladas, pero con carne –mencionó Meredith.

–Yo iré por un pozole… –titubeó Farijh el nombre.

–La tinga suena bien para mí –aseguré, dejando el menú en la mesa.

–Yo no me decido… Uh, hay tacos, voy a pedir tacos, son deliciosos –babeó ella, haciéndole una seña al mesero, para decirle nuestras órdenes.

–Entonces, ¿te sientes un poco más cerca de México? –pregunté, iniciando una conversación.

–Un poco. Empezaba a extrañar la comida, pero es buena que sea una glotona, así no discriminó nada y puedo seguir comiendo.

–¿Cómo puedes comer tanto? Casi siempre que te veo, vas comiendo algo, y sigues igual de delgada que siempre –preguntó Farijh, y por supuesto, esa es una duda que todas en la mesa queremos aclarar.

–Digamos que tengo buena genética. Tanto del lado paterno como del materno, mis familiares son delgados en su mayoría, así que su metabolismo rápido me fue heredada, por lo que puedo comer mucho y no engordar demasiado, de hecho, nunca he pasado los cincuenta kilos.

–Qué envidia, yo apenas respiro y ya gané dos kilos –se lamentó Kate, ganándose una mala mirada de Anya.

–Si alguna de ustedes comienza a insinuar que esta gorda, me veré en la necesidad de contrariar dicho argumento.

–Tampoco te alteres, Anya. No todas tenemos habilidades como las tuyas –la tranquilicé, palmeando su hombro.

–Lo sé, pero de seguro, tienen habilidades que yo no.

–¿Cómo cuáles? –intervino Farijh.

–Llenar los pantalones –no pude evitar soltar una carcajada, al igual que las chicas, eso fue bastante gracioso.

–Esa fue una buena broma –murmuró Meredith, aun víctima de la risa.

–Qué bueno, aunque no bromeaba. Es difícil encontrar una talla decente de pantalón en México, siempre me quedan grandes de algún lado.

–¿Has intentado con la ropa de aquí? La mayoría de chicas tiene tú mismo estilo de cuerpo –señaló Farijh –. Yo igual tengo problemas, porque mis caderas son un poco más anchas, pero me ha ido bien con las faldas.

–No lo había pensado, lo intentaré después.

–Podríamos ir a ver, luego de comer –sugerí, pero ella negó de inmediato.

–Ni de chiste. Hoy se llenó el límite de compras que pude hacer.

–Podemos hacerlo otro día, no hay prisa –dijo Meredith con una leve sonrisa, justo cuando trajeron nuestra comida.

Luego de darle las gracias al mesero, comenzamos a comer, conversando entre cada bocado. La charla era amena y divertida, sólo éramos un grupo de chicas disfrutando de su juventud, y me gustaba hacerlo, hace un tiempo que no tenía una salida así de divertida. Curiosamente, Anya casi no pronunciaba palabra, estaba muy concentrada comiendo, puedo decir que, es una de las pocas veces en que no la tendrás hablando u observándote, como es su costumbre.

–Tranquila, Anya, no comas tan rápido, puedes ahogarte –le recomendó Meredith, acariciando su espalda.



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En el texto hay: esperanzas, amor, bts

Editado: 02.02.2021

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