Un Toque Dulce.

Capítulo 30. Amenazas.

Kate.

–¡Kate! –me gritó Meredith, asustándome de repente.

–¿Qué pasa? –pregunté, colocando una mano en mi pecho, sintiendo mi corazón latiendo a mil.

–Es la quinta vez que te llamó, te estaba pidiendo la sal –respondió, señalando el salero.

Suspiré, tranquilizando mi agitado corazón, pasándole lo que me pedía, que estaba a mi lado derecho. Debido a lo asustada que estaba por la llamada que recibí ayer, decidí venir a distraerme con las chicas, por ello estoy desayunando en el departamento de Mer y Anya. Lo bueno de que ellas madrugan, es que cuando llegué el desayuno ya estaba hecho, sólo me senté en la mesa esperando que me dieran mi porción.

–Lo siento, Mer, estoy algo distraída el día de hoy–me disculpé, comiendo otro poco de mi comida.

–Lo noté. ¿Sucede algo malo?

–Nada, sólo estoy pensando si papá siguió mis indicaciones de seguir en cama o me ignoró completamente –mentí, tratando de sonar convincente.

–¿No sabe quedarse quieto y descansar?

–No, lo odia, pero pude sobornarlo al ponerle una saga de películas, eso lo tendrá quieto un par de horas.

–Muy buena táctica –me felicitó, dirigiendo su mirada a Anya –. Tu estas muy callada el día de hoy. ¿Qué te pasa?

Ante esa pregunta, giré a ver a mi amiga, quien tenía una cara desanimada, algunas ojeras y el cabello ligeramente revuelto, de hecho, al ver su plato, vi que no había comido demasiado, cosa muy rara en ella, que siempre es la primera en terminar de comer, lo que me puso alerta, pensando que algo malo le estaba pasando.

–Me desvelé anoche, dormí cerca de las cuatro de la madrugada, tengo mucho sueño, ganas de no hacer nada e ignorar al mundo hasta tener un mejor humor –fue su respuesta, haciendo a un lado su plato.

–Tu nunca te desvelas, menos a esas horas. ¿Pasó algo malo? –pregunté preocupada, porque preocuparme por otros y no por mí me ayuda mucho en este momento.

–La idiota de Yang Hee volvió a sabotear mi trabajo, y esta vez lo hizo en serio. Por su culpa volví a redactar un extenso contrato que me tomó dos días, y se supone, en tres horas debe entregarse para sr firmado, además de que eliminó todos los archivos de mi computadora en el trabajo.

–¿Todos? –expresó Mer angustiada.

–No dejó nada, ni siquiera sé cómo obtuvo mi contraseña. Estaría maniática y matándola en este mismo instante, si no fuera una loca que siempre tiene cuentas de respaldo y hace copias de todo, por si una cuenta llega a fallar.

–¡Vivan las cuentas de respaldo! –intenté bromear, pero sólo obtuve una mueca de su parte –. No fue todo, ¿verdad?

–Una de las personas que se la vive atacándome por mis redes consiguió mi número de teléfono.

–Pero nunca lo hiciste público, ni siquiera aparece en tus redes sociales o de contacto –murmuró Meredith con intriga.

–Así es, y la tuve casi dos días con llamadas y mensajes “amenazadores” y “ofensivos” hasta que me cansé y bloqueé el número, sin embargo, tenía otro, así que ahora tengo que conseguir otro número para evitarme este problema.

–Anya, no puedes seguir soportando esto, debes de ponerle un alto –le sugerí, porque esto ya estaba haciendo estragos en su persona.

–Voy a hacerlo, porque estoy harta de esas arpías de mierda –siseó, sosteniendo con más fuerza el tenedor –. He pasado por alto sus burlas, humillaciones y groserías, no voy a permitir que sigan con eso. Van a pagar, ya sea con la justicia o por mi propia mano.

–Anya… tu tenedor –murmuré sorprendida, mirando cómo había doblado con una gran facilidad el tenedor a la mitad.

Al darse cuenta, ella hizo otra mueca, gruñendo y murmurando algo que no entendí, soltándolo rápidamente, como si fuera algo asqueroso que no quisiera tocar de nuevo. Pasó las manos por su cabello, levantándose de la silla, ante nuestra mirada atónita.

–Lo siento por eso, voy a compensarlo. Voy a bañarme, arreglarme y salir por esa puerta con una fingida sonrisa de que nada sucede. Espero pasen mejor día que yo –fue lo último que dijo, yéndose a su habitación, dejándome con Mer.

–Estoy sorprendida de su fuerza, parecía que estaba doblando una hoja de papel –comenté, intentando doblar el mío, pero no conseguí nada, sólo me lastimé el dedo –. No puedo, está muy duro.

–Anya tiene una fuerza impresionante, no sobrenatural, pero sí que sabe usarla para causar mucho daño. Lo vi cuando me rescató, parece ser invencible, parecía una súper mujer –aclaró Mer, estremeciéndose un poco, creo que por recordar el momento amargo que vivió –. Ahora, no sé si esas chicas lo sepan, pero meterse con una Anya enojada no es bueno, llega a ser autodestructiva.

–No he conocido esa faceta de ella.

–Yo tampoco, pero Tae me contó algunas cosas –murmuró, mirando la hora en su reloj –. Ya debo despertar a Rosie para el colegio. ¿Vas a quedarte?

–No, no, ya tengo que irme –respondí, poniéndome de pie, dándole un abrazo –. Gracias por el desayuno, fue delicioso.

–Viniendo de ti, eso es un gran halago –agradeció, sonriéndome con calidez.



#6031 en Fanfic
#32374 en Novela romántica

En el texto hay: esperanzas, amor, bts

Editado: 02.02.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.