- ¡Lucas! - gritó Federico, su voz resonando con entusiasmo - ¡Ven, vamos a jugar! ¡Tu primo Julio también está aquí!
- Oh, ¿ya te liberaron de tu prisión? - respondió Lucas, con una sonrisa traviesa, mientras se acercaba.
- ¿De qué prisión hablas? - Federico frunció el ceño, aunque no pudo evitar reír - Cualquiera que te escuche pensará que hablas en serio.
- Tu mamá es muy estricta, ¿sabes? - dijo Lucas, encogiéndose de hombros - No te he visto desde hace dos semanas. Pensé que te tenían encerrado en casa.
Federico soltó una carcajada, sus ojos brillando de diversión.
- ¡Nada de eso! - exclamó - Solo me han tenido ocupado con tareas. Pero ahora que Julio está aquí, ¡la diversión puede comenzar!
Los niños comenzaron a charlar animadamente, sus risas llenando el aire mientras planeaban sus aventuras. La emoción era palpable, y Lucas sintió que el tiempo se detenía por un momento en esa burbuja de alegría y camaradería.
De repente, la conversación se desvió un poco.
- Oye, tu tía ha estado viviendo en tu casa por un tiempo, ella es muy rara, ¿no crees? - dijo Federico, con un tono inquisitivo.
- Sí, bueno, mi tía Elisabeth tiene hábitos extraños, pero es porque es una persona muy espiritual. Tiene creencias extrañas - respondió Lucas, con un toque de comprensión.
- Oh, bueno, es curioso. Quiero decir... a pesar de que tu mamá y tu tía son idénticas por alguna razón puedo diferenciarlas. Tal vez porque sus comportamientos son diferentes - Federico seguía con su curiosidad.
- A mi parecer, tu mamá es más bonita - Víctor respondió con una sonrisa pícara.
- ¿Cómo puedes decir eso? Son idénticas - Lucas se mostró incrédulo.
- Estúpido - Federico se rió, dándole un pequeño empujón a Víctor.
Al llegar la tarde, los niños se recogieron, por las llamadas de los padres. Lucas también camino a casa, la cual no quedaba tan lejos.
Al llegar a la puerta escuchó ruidos y voces audibles. Su corazón dio un vuelco. ¿Qué estaba sucediendo?
°🌸🌸🌸°
- ¡¿Qué mierda es esto?! - gritó Lucía, su voz llena de furia.
- ¡¿Qué haces revisando mis cosas?! ¡Te he dicho que no tocaras nada! - gritó Elizabeth, su voz temblorosa de rabia.
- Obviamente no quería meterme en tus cosas, pero desde hace unos días ha salido un olor fétido de una de tus cajas. Te dije que revisaras si había algo, y no me escuchaste. Así que como esta es mi casa tengo el derecho de revisar - Lucía se defendió, con una mirada desafiante.
Los ojos de ambas echaron chispas por todos lados al mirarse.
- Eres una metiche, arruinaste mi conjuro - Elizabeth la acusó, con un tono amenazante.
- ¡¿Cómo?! ¡Tú... tienes una mano de una persona! ¡Y... su anillo es igual que el de mi esposo! ¡Tú qué haces con su brazo! - Lucía se tambaleó hacia atrás, su voz temblorosa de horror - Estás loca, eres una asesina. ¿Acaso tuviste algo que ver con su muerte?