Elizabeth sonrió dulcemente, sus ojos brillando con una frialdad inquietante - ¿Qué derecho crees tener para llamarle tu esposo? - preguntó con veneno en la voz - Yo lo conocí primero. Yo me enamoré de él antes que tú. Estuvimos saliendo y todo era perfecto. Hasta que te metiste en medio. Lo sedujiste, sabiendo que éramos gemelas.Te aprovechaste como la perra que eres.
Un golpe resonó en la habitación. Lucía la había abofeteado, su mano roja e inflamada.
- Pensé que lo habías superado - dijo Lucía, su voz llena de amargura - Pensé que ya habías aceptado nuestra relación. Pero simplemente esperé demasiado de ti. Eso es el pasado, aunque en ese momento salieron, fuiste tú quien causó que terminara contigo. Esas conductas extrañas y tu obsesión. No me vengas con tus insultos y tus estúpidas divagaciones. Lo conocí mucho tiempo después de que ustedes terminaran.
- Eso es mentira, es mentira - Elizabeth gritó, su voz llena de rabia - Eres la culpable de que me dejara.
- Loca, estás loca - Lucía se tambaleó hacia atrás, su rostro pálido y lleno de terror - ¿Qué hiciste? ¡¿Qué le hiciste a William?!
- Yo lo amaba, aunque odiaba que estuvieran juntos - Elizabeth se encogió de hombros, su rostro sin mostrar ninguna emoción - Jamás lo hubiera asesinado. Él era el amor de mi vida. Yo... nunca esperé que ocurriera ese accidente. Yo... hice una brujería para que tú murieras. Pero él... no sé por qué, pero fue tu culpa, él no debió morir. Tú lo mataste.
- Explícame por qué tienes su brazo - Lucía la desafió, su voz apenas un susurro.
Elizabeth caminó despacio hacia atrás, sus ojos fijos en Lucía - Hace unas semanas, cuando ocurrió el choque, entré a la funeraria y robé su brazo - dijo con una sonrisa macabra - Pensé que probablemente estaba vivo, pero cuando lo miré... pensé en que podía hacer un hechizo para amarrarlo a mí.
Rebuznó una risa seca, mientras Lucía estaba conmocionada - No importa lo que haga, mi Will jamás volverá - dijo Elizabeth, su voz llena de amargura - Así que pensé... tú te robaste a mi William, tomaste mi lugar y diste a luz a los que debieron ser mis hijos. Yo...
Sonrió locamente, sus dientes brillando como navajas - Tomaré todo lo que me quitaste.
Antes de que Lucía pudiera reaccionar, un objeto pesado cayó sobre su cabeza, mareándola. El sonido de un objeto pesado golpeando repetidamente resonó en la habitación.
Cuando Lucas abrió la puerta, vio a su madre con la cabeza abierta, la sangre brotando a borbotones. Lucía murió. Y Lucas lo vio.
Elizabeth soltó el martillo, su mano temblando ligeramente, y se acercó a Lucas. Sus ojos, antes llenos de locura, ahora reflejaban un profundo dolor.
- Corazón, amor mío - dijo Elizabeth, su voz ahora suave - No mires. Tu tía tuvo un accidente. No mires - Besó suavemente su cabeza, tratando de alejarlo de la escena macabra, y lo abrazó con fuerza - Ella ya no estorbará más.
En ese momento, un dolor punzante le recorrió la cabeza, como si un millón de agujas se clavaran en su cerebro. Un grito ahogado escapó de sus labios, un sonido gutural de agonía que se desvaneció en un silencio sepulcral. Su cuerpo se convulsionó, sus manos se aferraron al aire como si buscaran un apoyo que no existía. Cayó inconsciente, su cuerpo se desplomó sobre el de Elizabeth.
La próxima vez que despertó, Intentó recordar lo que había pasado, pero su mente era un vacío. No recordaba nada.