Grecia
-¿Qué es lo que quieres de mí?- preguntó Andrea, tartamudeando.
-Veámonos en el almuerzo. En las gradas- dije sonriendo.
Me parecía bastante tierno que se pusiera nervioso y se sonrojara. Camino hasta Kendall y recorremos los pasillos del instituto hasta llegar al salón. Nos sentamos hasta el fondo y más personas comienzan a llegar. Entre ellas, el castaño. Debía admitir que su nombre parecía de mujer, sin ofenderle. No era nadie para ponerme a criticar eso.
-¿Qué es lo que quieres con Williams?- preguntó mi mejor amiga y sonreí.
-Tiene que ser mi novio- respondí y su cara fue todo un poema.
-¿Acaso estás loca? Estoy segura de que hay chicos más buenos- mordí mi labio inferior.
-Todos son unos idiotas, él es inteligente. Además, es bastante lindo- contesto observándolo.
La campana sonó dando inicio a clases. Andrea respondía muchas de las cuestiones que realizaba el profesor y por alguna razón no podía apartar mi mirada de él. Y sé que lo notó, porque sus mejillas se tornaron rojas de nuevo. Sonreí con superioridad, me gustaba ponerlo nervioso.
Las siguientes clases pasaron tranquilas y llegó la hora del almuerzo. Algo en mi interior se movió y supuse que eran mis intestinos y órganos por el hambre que comenzaba a sentir y no tenía nada que ver con cierta persona que vería. Kendall iría por nuestro desayuno y yo me adelantaría para hablar con Andrea. Lo vi, estaba sentado en las gradas, su silueta me transmitía tranquilidad. Me acerqué a él. Cuando notó mi presencia se sonrojó y sonreí. El rojo en sus mejillas se hizo más intenso y mi sonrisa creció con ello.
-Vayamos directo al punto. Necesito que seas mi novio- solté rápidamente y su cara mostró mucha sorpresa.
-¿Sabes que hay un montón de chicos que rogarían por eso? ¿Por qué yo?- me senté frente a él.
-¿Y tú eres uno de ellos?- cuestioné y el rojo aumentó. –Las personas que desean estar conmigo, son personas bastante falsas, tú eres inteligente y creo que me divertiré más contigo- respondí.
-¿Y qué se supone que gano yo?- preguntó poniéndose de pie.
-¿Además de estar con Grecia Scott?- hago lo mismo que él. –Sé que tienes un proyecto. La empresa de tus padres sólo pondrán el 60% de la inversión y sé que si una empresa, como lo es Industrias Scott, te apoyara, todo marcharía bien- sé que era un poco chantaje, pero en verdad lo necesitaba.
-¿Leíste mi propuesta?- asentí.
-Además, nuestras madres planean que sus hijos consigan una buena pareja. Nos mandarán a citas a ciegas. Yo no quiero eso y creo que tú tampoco- me acerqué a él.
Debo admitir que su aroma era un poco embriagador, en el buen sentido. No aparté mi vista de esos ojos que mantenía ocultos bajo las gafas. Y sin poder controlarlo, mi mano se acercó a su cuerpo colocándose sobre su abdomen, notando que aquel chico hacía ejercicio. Sus mejillas enrojecieron aún más y sentí la sangre subiendo a las mías. Aparté mi mano rápidamente y giré mi rostro evitando su mirada.
-Bien, acepto. Grecia Scott, tenemos un trato- lo había logrado.
Bajé las gradas y caminé hasta la cafetería. Había hecho un trato con el nerd. Sonreí triunfante mientras pensaba en que ser hija de empresarios tenía algo bueno. Comí lo que Ken había comprado y cuando le conté todo lo que había pasado, gritó.
-Grecia Dylan Scott, eres mala- fruncí el ceño cuando dijo mi segundo nombre, pero terminé riendo.
Las clases continuaron y la campana que anunciaba el fin de éstas, sonó. Guardé mis cosas y esperé en los casilleros a mi novio falso. Cuando la mayoría de las personas salieron, finalmente apareció. Me acerqué a él y aprovechando que algunas personas me observaban, tomé su mano. Sentí que se sobresaltó por la impresión, cuando me observó frunció su ceño, pero al notar a las personas, sonrió tímidamente. Cuando llegamos al estacionamiento, los autos que quedaban eran pocos. Caminamos al mío.
-Tenemos que planear mejor las cosas y llegar a un acuerdo- él asintió
-Veámonos hoy- niego con mi cabeza y muerdo mi labio inferior.
-Es mejor en tu casa, mis padres enloquecerían si te vieran antes de tiempo- él asintió y se fue.
Lo observé, se subió a una bicicleta y fruncí el ceño. Ignoré eso y me subí a mi auto, antes de encenderlo revisé mi teléfono. Kendall me mandó una captura de comentarios donde decían que salía con el nerd. Inconscientemente sonreí. Guardé mi teléfono y comencé a manejar hacia mi casa. Luego de unos minutos, me estacioné y bajé del auto. Subí a mi habitación y dejé mi bolso. Cambié mi ropa por una deportiva, pues iría corriendo a la casa de Andrea. Bajé al comedor y la comida ya estaba servida. En silencio y en soledad comí. Cuando terminé tomé mi teléfono y llamé a Ken.
-Baby, ¿qué es lo que deseas?- reí.
-Ken, quiero que me ayudes a conseguir el teléfono de Andrea- Kendall era una de las personas que podían conseguir el número de cualquier persona.
-Claro, nena. Todo sea por el amor- reí y ella colgó.
Esperé su mensaje. Luego de unos segundos llegó. Agregué el número y le marqué.