Capítulo 7

Grecia

Despierto gracias a la alarma de mi celular, me levanto de mi cama y lavo mi rostro. Salgo de mi habitación y me encuentro con mi mejor amiga. Sonrío y ella me abraza. Caminamos juntas hasta el comedor, donde se encuentran mis padres. Nos sentamos y comenzamos a comer. Mi madre habla por teléfono mientras mi padre lee el periódico. Cuando mi madre termina la llamada nos sonríe.

-Los vestidos han llegado- sonreímos y terminamos la comida.

Vamos a las habitaciones y nos colocamos un bañador, es algo que siempre hacemos antes de un evento importante. Nos relajábamos la mayor parte del día en la piscina y en el jacuzzi. Me coloco un poco de bloqueador solar y salimos a la alberca. Estiro un poco mis músculos y salto. El agua se encuentra a una temperatura templada y la sombra impide que nos dé directamente el sol. Nadamos durante casi una hora mientras reímos. Sé que Kendall sospecha que le oculto algo y agradezco que no quiera averiguarlo. No sé qué pasará, pero espero que ella y Andrea no queden envueltos en esto. Salimos de la piscina y tomamos una limonada, mi cabello se seca gracias al viento refrescante. Lo sujeto en un moño y luego de unos minutos, regresamos al agua, en esta ocasión, al jacuzzi. El agua burbujeante es relajante y comienzo a olvidar todo. La espuma comienza a cubrir mi cuerpo y Ken se ríe.

Salimos y cada quien camina a su habitación, me ducho y humecto mi piel. Seco mi cabello y escucho la puerta abriéndose. Mi mejor amiga entra junto con varias estilistas, que se encargarán de maquillarnos y peinarnos conforme a nuestro vestuario. Sonrío mientras me acerco a la cómoda silla que se encuentra frente a un gran espejo. Comienzan a hacer su trabajo, dándonos un aire elegante. Mi rubia cabellera queda suelto en pequeñas ondas, mientras que Ken luce un hermoso recogido con varios mechones sueltos y rizados. Traen nuestros vestidos y nos los colocan. Kendall queda cubierta por una tela suave y brillante, color dorado, resaltando su morena piel. Un hermoso vestido de tirantes con un escote de corazón. Le colocan una pequeña guía en sus sienes, dándole un toque majestuoso. Por otro lado, mi blanca piel es cubierta por un vestido rojo, mis hombros quedan descubiertos y siento un frío metal en mi cabeza, una guía dorada, combinada con la de Kendall toma lugar en mi sien. Me ayudan a colocarme unos zapatos de tacón dorados y Ken usa unos beige. Bajamos y mi madre viste un hermoso vestido verde esmeralda, con pequeñas piedras brillantes, una tiara adorna su cabeza y un hermoso collar de oro cubre su cuello. Se acerca a nosotras con unas cajas. Nos las tiende y la abro la que me dio a mí. Una sencilla cadena con un colgante de Luna. Me la coloco en mi cuello y me estremezco por el toque. Giro mi cuerpo y observo el cuello de mi mejor amiga. Un collar semejante cubre su cuello, reemplazando el dije de Luna por uno de Sol. Sonrío y la brazo.

Mi madre nos toma varias fotos y esperamos a que los autos que rentaron lleguen. ¿Por qué rentaron autos? La respuesta es simple. Siempre vamos juntos, es como una tradición de la familia Scott y Moore. Y los autos no son tan grandes, pero también por seguridad. La limosina llega y sé que es la de nosotras, pues dos figuras masculinas se observan saliendo del auto, caminamos hasta ahí y los nervios invaden mi cuerpo. La mentira crecería más hoy. Siento los brazos de Williams atrayéndome tímidamente a su cuerpo, de reojo veo a mis padres observándonos, acerco mi rostro al suyo y junto nuestros labios. El movimiento de nuestras bocas es el compás de una canción, una que quisiera tocar por siempre.

Sujeto su mejilla con mi mano, acercándolo a mí. Comenzamos a bajar el ritmo y luego nos separamos. Sus mejillas se sonrojan y sonrío. Escucho gritos de mi madre emocionada, pero no logro entender qué es lo que exclama. Entramos al auto y colocamos música. Comenzamos a cantar No se va de Morat.

-Tan fácil que es enamorarme. Y tan difícil olvidarte, porque la vida me juraste y hoy te busco y tú no estás- gritamos al unísono. Y observo a Andrea sonriendo.

-Ya no sé disimular, llamo y no te puedo hablar. Tu recuerdo no se va, no se va- nuestras miradas se quedan fijamente mientras cantamos.

-Quédate otra vez, quédate toda la noche, quédate otra vez, quédate más de las doce. Quédate otra vez, que mi corazón no olvida, un amor así, no se olvida. Y no se va, no se va, no se va. Quédate otra vez, quédate toda la vida, quédate otra vez. Tú eres mi bala perdida- reímos y disfrutamos de este momento.

En el camino logro olvidar lo que pasaría en este momento. Pero por la ventana comienzo a observar las brillantes luces y la impresionante arquitectura del Gran Hotel Pierre. Frente a él puedo observar a los reporteros y en el centro la pequeña alfombra roja que lleva a la entrada. Los nervios comienzan a recorrer mi cuerpo y mis piernas empiezan a temblar. En un suave movimiento Andrea posa su mano sobre la mía. Ese pequeño toque, esa suave caricia, logra tranquilizarme. Me sonríe mientras me observa a los ojos, transmitiéndome su tranquilidad. El auto estaciona y el chófer sale. Camina directo a la puerta y la abre. Liam sale y tiende su mano a Kendall. En cuanto Ken sale, se escuchan los flashes de las cámaras y los murmullos comienzan. Williams sale del auto y repitiendo el movimiento de su amigo, me tiende la mano. Lentamente la tomo y con su ayuda, salgo del auto. El chófer cierra la puerta y sube de nuevo al auto.  Las cámaras se enfocan en nosotros y los reporteros comienzan a narrar el momento. Caminamos y mi novio falso cambia su mano a mi cintura, suavemente me atrae a él. Lo observo a los ojos y él a mí. Y entonces, olvido dónde estábamos. Hasta que escucho las cámaras y los reporteros comienzan a bombardearnos con muchas preguntas al mismo tiempo. Continuamos nuestro camino y llegamos a la entrada. Las miradas se centran en nosotros, pero no directamente. Busco a Ken con la mirada y la veo frente a la mesa de la comida. Caminamos juntos hacia ellos y sonríen cuando llegamos a su lado.