Grecia
La alarma de mi teléfono resuena en mi silenciosa habitación. Me levanto de mi cama lentamente, como un reflejo. Camino hacia el baño y me observo en el espejo. Mi rostro luce cansado. Miles de emociones se instalan en mí, dejándome un nudo en mi estómago. Me quito la ropa y entro a la ducha, el agua comienza a caer mojando mi rostro. Tornando mi cabello de un tono más oscuro. Paso mis manos por mi rostro y luego bajo la mirada. Mi pie se encuentra inflamado, más que ayer. Lo muevo un poco y el dolor se hace más fuerte. Termino de ducharme y salgo. Lo primero que hago es tomar un analgésico y luego seco mi cabello. Humecto mi piel y tomo mi ropa. Me coloco un pantalón de mezclilla claro y un suéter azul marino con escote “V”. Con unas zapatillas deportivas del mismo color. Hoy habría práctica y el entrenamiento sería muy duro, el viernes es el partido, quedando tan sólo un mes para que la temporada termine. Todo el mundo espera que nuestro equipo gane, y Adam se encargará de cumplirlo. Sí, tenía una pizca de cerebro, pero definitivamente el fútbol era su fuerte. Tomo mi bolso y bajo. Mis padres se encuentran en la entrada de la casa, listos para irse.
-Adiós, princesa- dice mi padre antes de que salieran.
Sonrío y me siento en el solitario comedor. La señora del servicio sirve mi desayuno y comienzo a comerlo. Termino y lavo mis dientes. Luego, retoco mi maquillaje y salgo. El auto de Andrea se estaciona y mi novio falso baja de él. Abre la puerta y entro por ella. Me coloco el cinturón y luego él hace lo mismo. En el camino mantengo mi mirada en Andrea. Sus ojos cafés me han cautivado, completamente. Su piel cubierta por lunares, formando constelaciones que quisiera estar observando el resto de mi vida. Sé que es muy pronto para pensar en esto, pero era intenso lo que sentía. El rojo de sus mejillas, su cabello, su cuerpo. Pero lo que más me atraía, era esa manera de pensar, de actuar. Claro, cuando no está haciendo prejuicios sobre mí.
-Desde que entré al instituto he estado aprendiendo negocios con mi padre. Todos los fines de semana y en vacaciones estoy trabajando junto a él- dije cuando el auto estacionó frente al inmenso edificio. –No me gusta mi color de cabello, porque muchas personas me han catalogado como una persona hueca. Pocas personas me llaman Dylan. No me gusta que las personas crean que todo lo que tengo es gracias a mis padres, pues desde los 15 me esforzado por conseguirlas. Odio que las personas crean que no soy inteligente y que sólo pienso en el dinero. Mi mayor miedo es perder a mi familia y perder a Kendall- su mirada es profunda y en ese momento sólo puedo pensar en eso que omití. Perderte a ti, mel.
Salgo del auto, esperando una respuesta que no llega. Algunas miradas se centran en nuestra dirección, pero las ignoro, camino hasta la entrada, pero antes de cruzar la puerta, siento una mano en mi brazo deteniéndome.
-Odio que las personas se crean superiores a otros, por estereotipos que impuso la sociedad. Me gustan los negocios, pero cuando tengo tiempo libre dibujo cosas importantes para mí. He leído libros de muchos géneros, incluso romance. Espero encontrar un amor verdadero y sé que cuando lo haga, lucharé por él. Creo firmemente en que en este planeta existe alguien hecho para nosotros- sonrío y él me corresponde.
Lo que pasa a nuestra alrededor se vuelve lejano, nuestras miradas se mantienen fijas, diciéndonos cosas que las simples palabras no pueden explicar. Comenzamos a caminar, sujetándonos de las manos.
-Te veo en la cafetería- asentí y me separé de él.
Tomé mis cosas del casillero y mi teléfono sonó, indicando un nuevo mensaje. Mi corazón comienza a latir deprisa, reconociendo el número. Lo abro y veo una foto de Andrea y yo, justo frente a mi casillero.
¿Ya has resuelto las cosas? Eso es una pena, pues toda la farsa acabará. No olvides nuestra cita y es mejor que vayas sola, o el nerd sufrirá.
Pierdo fuerza de mis piernas y tengo que sostenerme del frío metal para no caerme. Mis ojos se cristalizan y el miedo regresa a mí. Respiro profundamente y aun sintiendo mis piernas temblando, camino al aula de mi primera clase. Kendall me espera en nuestro lugar y camino hasta ella. Frunce su ceño al observarme, pero no dice nada. La campana suena y el profesor entra. La clase comienza y mi cuerpo no ha dejado de temblar.
-¿Estás bien?- cuestiona preocupada.
-Sí, sólo estoy nerviosa por la universidad. Estos días llegan los resultados- mentí y sonreí.
-Ya verás que serás aceptada en todas- sonrió.
La hora del almuerzo ha llegado y he logrado calmarme un poco. Entramos a la cafetería y siento las miradas en mí. Los murmullos comienzan a escucharse y temo que aquella persona haya hecho algo. Observo que las miradas se centran en mi atuendo y mi corazón vuelve a latir. Nos formamos en la fila mientras me incomodo un poco. Esta es una de las cosas que odio, ser la “reina” de la escuela significa que debo usar faldas o vestidos con tacones. Las pocas veces que he venido con unos simples pantalones de mezclilla, todos murmullan. Llegamos a la mesa y segundos después Andrea toma asiento a mi lado. Comemos mientras las animadoras y sus novios hablan de los partidos. Sonrío en ocasiones, pero aquellas emociones seguían en mí. Las clases continúan y pronto se escucha la campana que anuncia el término de ellas. Andrea se adelanta al campo mientras vamos a cambiarnos por nuestro uniforme.