Un trato con el nerd

Capítulo 12

Andrea

Golpeo el saco de boxeo por última vez, mientras siento como el enojo comienza a irse de mí. Me quito los guantes y tomo mi botella con agua, siento el líquido hidratando mi garganta mientras el sudor cubre mi frente. Camino hacia las duchas del pequeño gimnasio que está en mi casa, con un cambio de ropa. El agua comienza a recorrer mi desnudo cuerpo, los recuerdos de la sonrisa de Dylan, dirigida a Étienne, se hacen presentes y la furia regresa a mí. No es que me molestara que ella estuviera con alguien más, me sentía molesto porque sabía que ella podría ser feliz, incluso si yo ya no estaba en su vida. Mi corazón le pertenecía completamente desde que la conocí y sé que así sería por el resto de mi vida, pero ella no sentía lo mismo por mí.

Salgo de la ducha y me visto. Subo las escaleras hasta llegar a mi habitación, me acuesto en mi cama y reviso mi celular. Una nueva notificación llega.

Andrea, mañana me iré con Kendall. No te preocupes.

Frunzo mi ceño mientras siento esa distancia que comenzaba a crecer entre nosotros. Ese vacío que hace poco había llegado, pero no se iría pronto.

Está bien, te veo mañana. Buenas noches.

Los sentimientos que ella me causaba, eran cada día más fuertes y temía por eso. Temía porque estaba en la palma de su mano, porque me había cautivado y ella era Grecia Scott. Desde su nacimiento tenía el mundo a sus pies, era más que obvio que también me tendría a mí. El día de la gala, me sorprendió conocer aún más sobre ella, pero me molesta sólo ser un trato. Sólo un espectáculo. Y que cuando no haya nadie observándonos, no ser nada. Cierro mis ojos y lentamente voy cayendo en un sueño profundo.

 

Despierto al amanecer. Me visto y bajo al comedor. Mis padres ya se han ido a trabajar. Comienzo a desayunar y leo el periódico. Cuando termino tomo mi mochila y salgo de mi casa. Subo a mi auto y comienzo a manejar. Sin pensarlo, giro rumbo a la casa de los Scott, pero el mensaje de Dyls llega a mi mente y retomo mi camino. Estaciono frente al Instituto y las miradas se centran en mi auto. Bajo y los murmullos comienzan a escucharse. Camino hasta la entrada y no veo a Grecia. Continúo hasta el salón de mi primera clase y me siento al lado de Liam. El profesor llega, pero antes de que comience la clase, por los altavoces comienza a escucharse aquella voz que me enamoró.

-¿Qué te puedo decir? Soy una persona manipuladora y siempre consigo lo que quiero. Sí, necesitaba un novio, ¿y quién mejor para serlo que alguien fácil de controlar? No me importa lo que él sienta, sólo fue un juego para mí- mi corazón comienza a romperse en ese momento.

Un nudo se forma en mi garganta y mi ritmo cardíaco incrementa. Los murmullos crecen y todos los ojos se posan en mí. Me levanto rápidamente de la butaca y salgo del aula. Todos me observan. Busco a Grecia con la mirada, sin embargo, no la encuentro. Busco una vez más y entonces, la veo, con su cabello perfectamente peinado. Con su ropa arreglada y sus ojos azules me observan. Intento descifrar lo que pasa por su rubia cabeza, pero me parece una misión imposible. Mis pasos se vuelven lentos y me acerco a ella. Su mirada me dice que no debí hacer eso, pero necesitaba respuestas.

-¿Qué ha sido eso?- mi voz se escucha más ronca de lo normal.

-Eso ha sido la verdad- evita el contacto visual y eso incrementa mi dolor, mi enojo. Todo.

-¿Por qué lo has hecho?- cuestiono acercándome aún más a ella.

-¿Qué querías que hiciera? Que fingiera por el resto de mi vida. No soy una buena persona, Andrea. Eso lo sabías desde el inicio. ¿Sabes qué? Soy todo eso que escuchabas de mí. Soy egoísta, manipuladora y superficial. Lamento informarte esto, pero no puedo fingir más. No puedo jugar a que estoy enamorada de alguien- sus palabras resuenan en mi cabeza y entran a mí. Como un veneno.

Doy un paso más y su cuerpo queda pegado a la pared. Acerco mi rostro al suyo y su respiración se acelera. Miro sus ojos fijamente y ella gira su rostro, coloco mis manos en sus mejillas haciendo que mi mire.

-¿Es realmente lo que quieres?- cuestiono y en sus ojos veo un rastro de dolor.

-Sí- su voz sonó firme.

Me alejé de ella y salí del edificio. Entré a mi auto y sentí como el aire me faltaba. Manejé hasta mi casa y caminé rápidamente hasta el gimnasio. Me coloqué los guantes y comencé a golpear el saco. Sentí mis mejillas mojándose, las lágrimas caían por mis ojos, volviendo mi vista nublosa. Desde que acepté ese trato, supe que esto acabaría mal. Que ella no podría enamorarse de mí y yo había sido un idiota por pensar que sería diferente. Mis puños se mueven con fuerza, sacando todo lo que siento. Me detengo y caigo al suelo, sintiendo que esto no valía la pena. Sí, Grecia quería acabar con el trato, pero yo no. No me importaba si las cosas terminaban incluso peor que como estaban ahora. No permitiría que ella se alejara, no sin antes decirle lo que siento.

 




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