Grecia
Los días pasan y recibo varias amenazas, nadie sabe quién las deja ni cuándo, simplemente aparecen. Mi asistente las tira antes de que las vea, pero al final regresan a mí. El miedo se instala en mí y las dudas incrementan. ¿Quién hace esto? ¿Por qué? Pero ninguna respuesta llega a mí. Mi padre me ha sugerido que deje de ir a la empresa, sin embargo, no puedo permitirles eso. El semestre está a punto de terminar y pronto me graduaré.
-Tal vez deba contratarte un guardaespaldas- dice mi padre.
No quiero que una persona se la pase detrás de mí, siguiendo cada uno de mis pasos, aunque eso era exactamente lo que esa persona había estado haciendo. Tener un guardaespaldas me incomodaría demasiado y eso llamaría más la atención cuando fuera a la universidad.
-Si las cosas no se calman en tres días, lo permitiré- respondo.
Él asiente. Termino mi desayuno y subo a mi auto. Manejo hasta el gran edificio de Industrias Scott y bajo. Entro y todos voltean a verme. Camino hasta el ascensor y aprieto el botón del piso correspondiente. Luego de unos segundos, el timbre anuncia mi llegada. Sonrío a mi asistente y entro a mi oficina. Dejo mi bolso y mi abrigo en el sofá, pues hoy tendríamos un almuerzo con los Pierre. Entonces alzo mi mirada. Mis piernas comienzan a temblar y me sostengo de la piel del sofá, grito y mi asistente entra. Escucho la puerta volver a cerrarse y siento unos cálidos brazos rodeándome. Mi cuerpo es incapaz de moverse, aquellas palabras quedan grabadas en mi mente. El miedo invade cada partícula de mi ser. Unos brazos me toman por las rodillas y me sacan de ese lugar. Pierdo la noción del tiempo, poco a poco comienzo a cerrar mis ojos.
Cuando despierto lo primero que veo es el techo de mi habitación, los recuerdos de lo anterior regresan a mi mente rápidamente. Esta vez mi cuerpo no reacciona de la misma manera y me permite moverme. Bajo de mi cama y salgo de mi habitación. Escucho unos susurros provenientes de la estancia. Detengo mis pasos y escucho atentamente.
-Henry, no podemos permitir que algo le pase- reconozco la voz de mi madre.
-Marianne, nunca dejaré que alguien lastime a Grecia, sea quien sea esa persona que quiere lastimarla, no lo logrará- responde mi padre.
-¿Quién crees que sea?- cuestiona.
-No tengo idea. Las cámaras nunca logran grabar nada. Es como si fuera una sombra, aparece hace esas amenazas, pero nadie logra ver quién es ni cuándo lo hace- muerdo mi labio inferior.
-Tenemos que descubrirlo, Henry. Y tenemos que atraparlo, aunque sea por nuestra cuenta- mi corazón late rápidamente.
Si la policía no ha podido descubrir quién es, cómo mi madre podría hacerlo. Por qué no esperaba un poco más. Además, si quisiera lastimarme, ya lo habría hecho, ¿no?
Las horas pasan y recibo un nuevo mensaje, mi cuerpo se paraliza al pensar que es otra amenaza, sin embargo, no lo es. El nombre de Liam aparece en la pantalla y puedo respirar normalmente.
Necesito contarte algo. Veámonos a las 4 en el restaurante de mi familia.
La familia Hale, tenía varios negocios, aunque el padre de Liam prefería encargarse del Instituto. El padre de Liam no pertenecía a una familia con mucho dinero, entonces creó sus propios negocios que eran muy pequeños cuando conoció a quien ahora es su esposa, ella provenía de una gran familia y sus padres se pusieron en contra de esa relación, tanto que aún en estos días, aún no le hablan.
Allí estaré.
Entro al baño y lavo mi rostro. Peino mi cabello y retoco mi maquillaje. Bajo las escaleras y mis padres centran su mirada en mí. Les sonrío.
-¿A dónde vas?- cuestionan.
-Liam quiere verme- respondo.
-Cuídate mucho, por favor- asiento y salgo de mi casa.
Subo a mi auto y comienzo a manejar rumbo a aquel restaurante. Cuando llego, estaciono y bajo. Entro al edificio, decorado en tonos cafés y dorado, dando un toque relajante. Busco al novio de mi mejor amiga con la mirada y al encontrarlo, me acerco a él. Se pone de pie y besa mi mejilla. Sonrío y me siento frente a él.
-He ordenado un chocolate caliente para ti, Kendall me dijo que te gustaba mucho- dice.
-Gracias- respondo.
-Quiero pedirle que sea mi esposa- lo miro a los ojos sorprendida.
-¿En serio? Eso es realmente genial- respondo.
-Quiero que me ayudes a organizar todo, eres su mejor amiga así que la conoces mejor que nadie- miles de ideas comienzan a llegar a mi mente.
-¿Tienes el anillo?- cuestiono y él asiente.
-Lo he comprado este fin de semana- responde.
Saca una pequeña caja de terciopelo rojo y me la tiende. La abro y no puedo hacer más que sonreír abiertamente, ese anillo representaba perfectamente la personalidad de Kendall y de Liam, juntos. Era sencillo, elegante y muy hermoso.
-Es perfecto- digo.
-¿Crees que ella acepte?- cuestiona.
-Kendall te ama, ella aceptará- respondo.