Grecia
Me encuentro en la sala de espera junto a mi mejor amiga y su novio, mi corazón late rápidamente y es difícil controlar mi cuerpo tembloroso. Keith me observa desde la pared opuesta y me acerco a él.
-Gracias- digo.
-No fue nada- responde.
-Realmente no sé qué habría hecho sin ti- contesto.
-Prométeme algo, Grecia- lo observo fijamente. –La próxima vez, no intentes capturar tú sola a un criminal- sonrío y lo rodeo con mis brazos.
-Te lo prometo- respondo.
Observo al rubio alejándose de ese lugar. Keith realmente merecía encontrar a alguien que lo amara, de la misma manera en que yo amo a Andrea, infinitamente. Sé que esos tatuajes y esa ropa, eran su escudo. Los recuerdos de lo sucedido en la cafetería llegan a mi mente.
-¿Cómo has estado?- cuestiono.
-La vida sigue, pero aún me duele el hecho de no lograr que me amaras- responde.
-Lo siento- muerdo mi labio.
-No es un gran problema eso. Supongo que es mi karma, por no amar a quien me quiso- contesta.
-Sé que encontrarás a alguien, mereces hacerlo- respondo.
-He escuchado que pronto regresará, supongo que ahora tendrán su final feliz- dice.
-¿Cómo sabes de él?- pregunto.
-Yo estaba en esa gala- lo observo a los ojos. –Vi en tu mirada un brillo especial, allí a su lado, Grecia, brillabas de una manera distinta. Siempre que te veo observo una luz a tú alrededor, pero esa era diferente. Supongo que quería que brillaras de esa manera a mi lado, pero al parecer no tenemos la misma luz- acaricio su mano. –Pero, ¿por qué estabas temblando, antes de que llegara?- cuestiona.
-Supongo que siempre estaré rodeada de problemas- suspiro.
-¿Puedo ayudarte en algo?- pregunta.
-Creo que sí, aunque no sé muy bien cómo lo harás. Necesito que conozcas mi ubicación, sin necesidad de llevar mi teléfono y mi auto- respondo.
-Creo que puedo hacer eso- responde sonriendo.
-Familiares de Andrea Williams- dice el doctor trayéndome a la realidad.
En ese momento llegan los señores Williams y se acercan. Mantengo mi distancia. El señor Williams sigue al médico y la madre de Andrea se acerca a mí.
-Cuando salgamos, puedes entrar- dice y asiento.
Espero unos minutos sentada, pero luego me pongo de pie. Repito eso hasta que veo a los señores Williams acercándose. Camino a la habitación que dicen y toco la puerta. Entro y siento mi corazón oprimiéndose al verlo en esa camilla. Mel me sonríe y siento mi corazón rompiéndose. ¿Cómo puede sonreírme cuando está en el hospital por mi culpa? Me acerco a él y se intenta levantar, al hacerlo su expresión cambia a una de dolor. Muerdo mi labio inferior intentando calmarme. Camino hasta que me encuentro a unos centímetros de distancia. Entonces comienzo a acariciar su rostro.
-Siempre pensé que cuando te volviera a ver desearía permanecer a tu lado durante el resto de mi vida. Sin embargo, en este momento lo único que deseo hacer es alejarme de ti. Te agradezco por salvarme hoy, pero te pido que no lo vuelvas a hacer. Este es mi problema, no te involucres-
-Te amo, Grecia. Y siempre intentaré salvarte- cierro mis ojos, evitando esa mirada café.
-No soy una princesa que necesita que la salven- suspiro. –Si me amas tal y como lo dices, entonces haz lo que te pido y no te acerques a mí nunca más- salgo de la habitación y camino hacia la recepción.
Pago todos los gastos del hospital y salgo de allí. Subo a mi auto y manejo rumbo a mi casa. En un semáforo en rojo, comienza a llover. Luego de unos minutos finalmente llego a casa. Salgo del auto y corro hasta la puerta, la abro y entro. Subo las escaleras hasta llegar a mi habitación, quito mi ropa mojada y me coloco mi pijama. Me siento en mi cama y siento mis ojos llenándose de lágrimas. Aquellas palabras, eso que dije, todo queda en mi mente. Lo había echado tanto de menos y ahora que lo tenía aquí no podría quedarme con él. Si Andrea permanecía a mi lado, sufriría. Y hoy había confirmado eso. No estaba a salvo si las personas sabían que lo amo. Y ponerlo en peligro me asusta bastante. Aquella noche aprendí algo, a veces no puedes quedarte con quien amas. A veces no puedes tener tu final feliz. A veces debes dejar de ser egoísta. Y a veces aunque esa persona que amas regrese, debes volver a dejarla ir. Por su bien.
Me levanto de mi cama y voy al armario. Tomo una prenda en cada mano. En la derecha está la sudadera que me dio la señora Williams y en la izquierda la chaqueta que me dio Keith. Las guardo en una caja y las dejo allí. Ya no intentaré nada. No regresaré con Keith, tratando de olvidar a Andrea. Y no pondré en peligro a Williams. Me siento en mi escritorio y comienzo a escribir.
Andrea Williams:
Aquella noche, bajo la luz del cielo nocturno hiciste una promesa de amarme para siempre. Hoy en esta carta, te prometo que siempre estarás en mi corazón. Así como tú lo dijiste, no importan los días o años, incluso, vidas, que pasen. Siempre te amaré. Nuestra historia no tiene un inicio, porque no sé cuándo comenzó mi amor por ti, así que tampoco tendrá un final. No obstante, en esta carta también te dejo ir.