Un trato con el nerd

Capítulo 32

Grecia

Me coloco un vestido de noche color verde esmeralda con un escote “V”. Ajustado hasta mi cintura y suelto hasta mis pies, con una abertura en mi pierna derecha, dejándola al descubierto. Me coloco unos zapatos de tacón combinando con mis accesorios y dejo mi cabello suelto en pequeñas ondas. Tomo mi bolso y bajo las escaleras, en la estancia me esperan mis padres, vestidos elegantemente. Mi madre usa un vestido color palo de rosa, cerrado por delante y con un escote “V” en la espalda, mi padre, por otro lado, usaba un traje negro con una corbata del color del vestido que usa mi madre. Sonreí, ellos siempre vestían combinados.

-¿Estás lista?- cuestiona y asiento.

Salimos de la casa y subimos a una limusina, Nick conducía esta noche. Nos mantenemos en silencio hasta que mi madre habla.

-Sé que es difícil para ti salir con alguien, aún más después de Andrea. Así que no insistiré durante unos meses, pero no puedes quedarte soltera. Manejarás un imperio y no debes hacerlo sola. Sé que puedes, pero no debes cargar con una responsabilidad así, tú sola- asiento.

Nick estaciona frente al Hotel Pierre y abre la puerta. Salgo del auto y los nervios llegan a mí. Las puertas se abren y observo todo el lugar. Sonrío al ver cómo lucía, realmente se veía majestuoso. Las flores que adornaban los pilares y los centros de las mesas encajaban a la perfección con el estilo del hotel.

-Creo que en nuestro aniversario te pediré que decores el lugar- el reconocido acento francés de Étienne se hace presente.

-Sólo si me pagas lo suficiente, aceptaré- respondo.

-Qué ambiciosa, Grecia- río. –Con todo el dinero que tienes y aún quieres más- era imposible no disfrutar estos pequeños momentos al lado de las personas que quieres.

Las personas comienzan a llegar y eso significa que es el momento para apagar las luces. Las series de foquitos, se encienden y sonrío orgullosa. Subimos las escaleras en orden y esperamos a que lleguen. Se abren las puertas y aparece mi mejor amiga y su próximo prometido. Liam guía a Kendall hasta el restaurante y ella contiene las lágrimas. El pianista comienza a tocar y entonces es el momento de Liam. Aclara su garganta y comienza a hablar.

-Desde el momento en que te conocí me di cuenta de que eres todo lo que quiero. Cuando era tan sólo un niño, quería llamar tu atención. Pasaron bastantes años para que pudiera hacerlo, pero desde que tus ojos me miraron, supe que no quería ver otros más que los tuyos por el resto de mi vida. Así que hoy, Kendall Moore- en ese momento se arrodilla. –Te pido que seas mi esposa y me permitas observar tus hermosos ojos cada día de mi vida- escucho el grito de mi mejor amiga y bajo.

-Creí que te casarías conmigo- digo y ella se lanza a mis brazos.

-Greece, ¿tú sabías esto?- cuestiona entre lágrimas.

-¿Crees que Liam podría decorar un lugar tan bien como yo?- bromeo.

-Te amo mucho- todos comienzan a bajar y a felicitar a la pareja.

La cena es realmente maravillosa y el ambiente es muy familiar. Al compás de la música, comienzan a bailar. Observo todo desde mi lugar, sentada. Hace cuatro años no pensé que lograría ver a mi mejor amiga comprometida. Pensé que si alguien se lo pedía, ella saldría corriendo. Realmente me gusta ver cómo el amor cambia a la gente, tal vez no es del modo en que un hombre salvaje se vuelve un gatito, si no de la manera en que cambió a mi mejor amiga. Hacer cosas que nunca esperaste hacer y no porque te veas obligada, sino porque nace en tu persona compartir eso con tu pareja.

Al otro lado del salón observo a Andrea, sentado, siguiendo con la mirada a los bailarines. En ese instante, nuestras miradas chocan. El mundo se detiene, lo demás deja de existir. Es impresionante como pasan los años y algunas cosas no cambian, se mantienen constantes. Como si se tratara de un imán, mantenemos fija esta conexión.

-Deberías ir a hablar con él- la voz de Émile hace que deje de observarlo.

-Tal vez no sea lo mejor- respondo.

-Deberías dejar de ser tan necia e ir a hablar con él. En unos días él regresará a Inglaterra y no sabes hasta cuándo volverás a hacerlo- muerdo mi labio inferior y me pongo de pie.

Camino entre las personas y llego hasta el lado opuesto. Sin embargo, Andrea ya no está. Mi corazón late rápidamente, temiendo que esa mirada sea la última. Busco en cada lugar hasta que lo veo en el balcón. Me acerco a él, alejándome de todo el ruido del interior.

-La Luna se ve hermosa- susurra.

-Realmente lo es- respondo.

-¿En serio quieres que las cosas terminen así?- cuestiona. – Di algo, Grecia y te prometo que no volveré a buscarte- alzo mi mirada, encontrándome con esos ojos café y me mantengo en silencio.

-No quiero observar la Luna, ni las estrellas. Quiero observar tus ojos. No me importa estar en peligro, si estoy contigo. Y no hay nada que deseo más que permanecer a tu lado, por el resto de mi vida- sonrío. –Desde el momento en que acepté ese trato, sabía que no eras alguien normal. Que no eras una princesa que tenía que rescatar. Eres Grecia Scott, heredera del imperio Scott. Fuiste capaz de sacar adelante a una empresa con tu dinero. Renunciaste a Oxford para proteger a tu padre y en el Instituto, fuiste capaz de aceptar las críticas de las personas por algo que no hiciste, por algo que no eres, para proteger a Kendall y a mí. No necesitas que te protejan, pero aun así quiero hacerlo. No porque crea que eres débil, sino porque eres tan maravillosa que me da miedo que algo pueda lastimarte y me siento la persona más afortunada del mundo por tener tu amor. Así que, lamento no poder alejarme de ti. Lamento no poder esperarte en silencio, porque no quiero a otra mujer que no seas tú- mi respiración se vuelve entrecortada.




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