Un trato con el nerd

Epílogo

Grecia

Durante toda mi vida, las personas siempre dijeron que tendrías tres amores. El primero, que te enseñaría a amar, todas las sensaciones y emociones que esto trae. Uno imposible, que tal vez observarías a la distancia o lo verías amando a otra persona. Y finalmente el amor de tu vida, eterno y tan genuino como el primero. Pero sería el definitivo. Yo encontré a los tres en Andrea y eso es lo mejor que me pudo pasar.

Me levanto de mi cama y camino directo al baño, me desvisto y abro las llaves de la ducha. Entro y suspiro al sentir el agua cubriendo mi piel. Cuando termino, seco mi rubio cabello y posteriormente, humecto mi piel y camino hacia mi armario. Tomo un vestido color tinto y unas zapatillas de tacón doradas. Me visto y me observo en el espejo. Sonrío a mi reflejo y bajo hacia el comedor. Mis padres me observan sonriendo.

-Grecia, cumplirás 22 años, necesitas conseguir un esposo- río mientras niego.

-Marianne, deja de presionar a nuestra hija. Aún es mi bebé- responde mi padre.

-Henry, si continúas protegiéndola de esta manera en 10 años va a seguir viviendo con nosotros- mi madre nunca cambiaría.

Y eso me gustaba bastante. Salimos de la casa y subimos al auto de mi padre, Nick sonríe para nosotros y comienza a manejar. El camino es silencioso, pero no incómodo. Luego de unos minutos, el gran edificio de Industrias Scott, aparece frente a nosotros y estaciona. Bajamos y entramos. Las recepcionistas nos saludan y caminamos hasta el ascensor, Anna se une a nosotros y aprieta el botón. El timbre anuncia nuestra llegada. Bajamos y camino hasta mi oficina. Mi asistente me saluda y entro. Dejo mi bolso en el perchero. Me siento en la silla acolchonada, giratoria, típica de un despacho. Comienzo a leer los documentos de los próximos proyectos de Industrias Scott, estoy a cargo de la mayoría. Mi padre me nombró vicepresidenta hace apenas una semana. Realmente me estoy esforzando por hacer este trabajo correctamente. No quiero decepcionarlo.

-Señorita Scott- dice mi asistente por el teléfono.

-¿Sí?- respondo.

-El señor Williams quiere verla- contesta.

-Hazlo pasar- una de las colaboraciones próximas es con Empresas Williams, así que el señor Williams ha estado viniendo a verme.

Tocan la puerta y permito la entrada, termino de leer el documento y alzo mi mirada. Mi corazón late rápidamente y me pongo de pie. A pesar de que mis piernas se encuentran en un estado gelatinoso, me mantengo firme. Entonces, se acerca a mí y yo retrocedo. Mi cuerpo choca con la pared y su rostro se encuentra a tan sólo unos centímetros del mío. Su respiración se vuelve una con la mía y coloca su mano en mi mejilla.

-Grecia Scott, hagamos un trato- cuando termina de decir esas palabras, mi cuerpo entero tiembla.

Andrea

Me acerco a ella, observando sus mejillas sonrojadas y notando que su corazón late rápidamente. Y cuando quedo con mi rostro junto al suyo, contiene la respiración. Levanto mi mano y la coloco sobre su mejilla, acaricio su piel lentamente y mi cuerpo se une al suyo. Sus ojos me observan fijamente, no puedo apartar la mirada de ellos. La había echado tanto de menos.

-Sé mi novia, Grecia. Esta vez no lo seas porque necesitas algo de mí o porque me has chantajeado. Sé mi novia porque me amas- sus ojos se llenan de lágrimas y mi corazón late rápidamente con preocupación.

-Andrea- su voz es tan suave como la última vez que la escuché.

-¿Sí?- cuestiono.

-Bésame- sus mejillas se sonrojan y sonrío antes de unir nuestros labios, sus manos rodean mi cuello y sujeto su cintura con las mías.

Sus labios se mueven al mismo ritmo que los míos, mi corazón late con fuerza contra mi pecho. Subo mi mano hasta sus mejillas y la acerco un poco más a mí. Sentir el calor de su cuerpo, me recordaba a mí mismo que finalmente estaba a aquí, junto a ella.

Nos separamos cuando el oxígeno comienza a faltarnos, bajo mi mirada y veo sus mejillas sonrojadas. Se abraza a mi cuerpo, recuesta su cabeza sobre mi pecho y sonrío.

 

Salimos de la oficina de Grecia, mi corazón aún no dejaba de latir con intensidad. Subimos a mi auto y manejo directo a mi casa. Cuando llegamos, estaciono el auto y bajamos. Caminamos con nuestras manos entrelazadas, mi padre no estaba en casa por el trabajo, pero mi madre sí. Y estará bastante feliz cuando vea que Grecia está conmigo. Entramos a casa y justamente, mamá estaba bajando las escaleras.

-Buenas tardes, señora- saluda Grecia con las mejillas sonrojadas.

-Buenas tardes, estaré preparando la comida, les llamo cuando esté todo listo- asentimos y subimos hacia mi habitación. Con el paso del tiempo, mi habitación no había cambiado, simplemente en mi librero había algunos libros más que reuní en estos cuatro años. Nos sentamos en la cama y noto que las mejillas de Grecia se sonrojan al ver el armario.

-¿Pasó algo?- cuestiono.

-Casi cuando te marchaste vine a tu casa y tu madre me permitió entrar a tu habitación. Te extrañaba tanto, que tu madre me dio una sudadera. La mantuve conmigo todo este tiempo- responde y mi cuerpo contesta por impulso, uniendo nuestros labios.




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