Un trato con el nerd

Capítulo Extra: 1

Kendall

Habían pasado tres meses desde que empecé a recibir cartas. Recibía una por día, de lunes a viernes, eso significaba, que iban sesenta. No sabía quién era el que las escribía, aparecían en mi casillero luego del almuerzo, no lo veía, tampoco escribía su nombre. Su apariencia, su nombre, todo era un misterio, pero sus sentimientos eran bastante conocidos para mí. En cada una de esas cartas, mencionaba lo mucho que le gustaba, desde hace años. Eso realmente me había sorprendido.

Todos en el instituto lo sabían, yo no era una persona que pudiera salir con alguien por mucho tiempo. Muchos de los chicos, ya no querían salir conmigo por ello. Pero realmente no era mi culpa, con el paso del tiempo, aquello que me parecía interesante comenzaba a aburrirme. Que alguien me escribiera una carta donde declaraba sus sentimientos, no era algo común, no desde que salía con un chico distinto cada semana. Sin embargo, quien sea que sea ese desconocido, había mandado sesenta y todas me describían como si fuera el ser humano más maravilloso que conociera. Tomo mi teléfono y le mando un mensaje al chico con el que salí los últimos 6 días, ni siquiera recordaba su nombre.

Ya no quiero salir contigo, te mandaré tu chaqueta que me prestaste el sábado con algún conocido. Espero que te vaya bien.

Muchas veces, mi padre me cuestionaba por qué ninguna de las “relaciones” en las que me encontraba duraba mucho tiempo. Nunca he encontrado una respuesta que satisfaga lo que quiero expresar y que las personas puedan entender. Me gustaba estar rodeada de personas, eso era cierto. Pero la mayor parte del tiempo, cuando no estaba con mis padres o con Grecia, me sentía bastante vacía, salir con chicos me distraía bastante, pero conforme pasaban los días, volvía a sentirme sola. Y salí con alguien distinto buscando llenar el vacío que sentía, no servía de nada. Era un ciclo que constantemente repetía.

Me separo de Grecia, mientras ella va a su clase, camino hacia mi casillero y abro la puerta de metal, tomo el sobre entre mis manos y lo abro.

He estado escribiendo cada día, desde hace tres meses. En varias ocasiones, he pensado que todas mis palabras son en vano, me esfuerzo a diario para no darme por vencido. Mi mejor amigo me ha dicho que debería rendirme, que parece que tu corazón es una fortaleza donde nadie puede pasar. Pero sé que no es así, cuando eras una niña, recuerdo que tenías una de las sonrisas más bellas que he visto, solías sonreír a diario y me encantaba verte mientras estabas rodeada de esas personas. Tus ojos cafés, me han cautivado por completo. No me daré por vencido, quiero que vuelvas a sonreír como cuando eras pequeña y espero algún día, ser el motivo de esa sonrisa.

Mis mejillas se calientas y tomo mis libros para mis siguientes clases, camino por los pasillos y una pequeña sonrisa aparece por primera vez sin que Grecia o mis padres sean el motivo, mi corazón comienza a sentirse cálido por esas palabras y, ese día, decido que no saldré con algún chico del que no conozco nada. Grecia me observa con su ceño fruncido cuando en la salida no aparezco con un chico que se convertiría en mi cita por los siguientes días, le sonrío y subo a su auto.

 

Los días pasan, recibo tres cartas más. Toda esa semana no salgo con alguien y a diferencia de lo que pensaba, no me siento vacía. El almuerzo comienza y le pido a Grecia que se adelante a la cafetería, me coloco en las escaleras que quedaban frente a los casilleros, tomo asiento y veo a las personas caminando hasta que el pasillo queda completamente vacío y entonces lo veo. Reconozco su rostro, Liam Hale, un jugador del equipo. Era uno de los pocos jugadores que no se sentaban con Adam o con nosotros. Me pongo en pie y antes de que pueda dejar la carta en mi casillero, camino hasta llegar a él, lo observo sobresaltarse y gira su cuerpo hacia mí. Sus ojos se abren con sorpresa y doy un paso más hasta quedar frente a él.

-Hoy deberías entregar la carta en persona- digo, con un tono seguro, pero mi corazón comienza a latir con fuerza contra mi pecho.

-¿Cómo lo sabes?- cuestiona.

Doy un paso más y tomo el sobre de sus manos. El papel era el mismo que tenía la primera carta y las siguientes sesenta y tres. Lo abro y la leo frente a él, su cuerpo no se muevo en ningún segundo y cuando termino de leerla, lo observo a los ojos.

-Liam Hale, sal conmigo- su boca se abre tratando de decir algo, pero ninguna palabra sale de sus labios.

-Yo… -

-Lo tomaré como un sí, te veo mañana a las 7 de la noche en el restaurante del hotel Pierre- me alejó del pasillo, dejando al chico en el mismo lugar. Camino a la cafetería con mi corazón latiendo rápidamente y cuando llego a nuestra mesa, donde Grecia me esperaba con mi almuerzo, sonrío ampliamente.

Me corresponde la sonrisa, el calor en mi pecho crece. Estar con Grecia, con mis padres, siempre me hacía sentir bien. Las demás personas no podían hacer que mi corazón latiera tranquilo. Por eso, me gustaba salir con distintos chicos, buscando esa calidez que pudiera calmar mi corazón, que pudiera llenarlo. No conocía a Liam, eso era cierto. Sólo conocía sus palabras que me había dejado en sesenta y cinco cartas, tal vez no conocía cuál era su comida favorita o que color le agradaba, pero comenzaba a conocer sus sentimientos y comenzaba a confiar en que lo que decía era cierto. Conocía que había esperado por años para que algún día pudiera corresponder lo que sentía. No conocía a Liam, pero quería hacerlo.




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