(Narra Bastian)
Félix, mi chofer, detiene la limusina justo enfrente del edificio de cristal. Miro mi reloj Audemars Piguet. Son las 9:20 am. Genial, llego tarde de nuevo. Sin duda mi padre me recibirá con una cantaleta por mi retraso. Pongo los ojos en blanco y suelto un quejido, ya puedo imaginarme lo que va a decirme y tan solo de pensarlo ya me siento hastiado.
Salgo del coche y entro a regañadientes al vestíbulo principal. Saludo al vigilante de la entrada con una inclinación de cabeza. Suelto un suspiro al llegar a los ascensores, comienza otro largo día en esta oficina. Preferiría volver a Londres, Ibiza o Mykonos, o estar literalmente en cualquier otro lugar del planeta excepto en Tropic Motors, Inc. No es que no me guste el trabajo, ni tampoco es que odie mi empresa, después de todo, me ha dado todo mi dinero, pero no puedo evitar sentirme exasperado cada vez que estoy aquí. Mi padre quiere que me haga cargo de la compañía, lo cual yo también deseo, el problema es que él no tiene fe en mí. Cada que hago algo él lo mira con desaprobación y mis esfuerzos nunca le parecen suficientes. Detesto la sensación de siempre decepcionarlo, motivo por el cual usualmente intento mantenerme alejado. Pero la situación ya no puede seguir así. Hace cinco semanas, en mi trigésimo segundo cumpleaños, me prometí a mí mismo que iba a cambiar y a demostrarle a mi padre que estaba listo para dirigir la empresa, por lo que decidí establecerme aquí de forma permanente y tomar el lugar que me corresponde. Por desgracia, estoy fallando miserablemente. Nada de lo que hago es lo suficientemente bueno para mi padre o su mano derecha, David Torres, quien siempre está señalando mis errores y usándolos en mi contra para convencer a mi padre de que me saque de la empresa y le deje todo a él. Estas últimas semanas han sido una batalla constante contra David Torres y debo admitir que estoy perdiendo.
Entro en el ascensor y voy al piso 15. Una chica con un vestido negro ajustado y labios carnosos pintados de rojo me sonríe cuando salgo. Le dedico mi sonrisa más seductora. Sé que no debería, pero coquetear me resulta natural. No sé por qué me molesto siquiera, mi padre me ha prohibido tajantemente acostarme con nadie de la oficina. No quiere que cause ningún drama entre las mujeres con las que trabajamos. Por eso Berta era tan perfecta para ser mi asistente, era una mujer mayor con aspecto de abuela, por lo que no representaba ninguna tentación para mí. A diferencia de la chica nueva, Nueva Berta, con sus hermosos ojos verdes, su pequeña y respingada nariz, con su lindo cuerpo esbelto y esa boca impertinente… cada vez que la veo, todo en lo que puedo pensar es cuánto deseo besarla y hacerla mía... es una tortura tenerla cerca, la única solución que se me ocurre para no caer en la tentación es ser grosero con ella y mantener la mayor distancia posible entre nosotros para así evitar cualquier desliz que pueda meterme en problemas. No ha sido fácil resistirme a mí atractiva asistente, especialmente anoche mientras ella dormía en la habitación contigua a la mía. No pude dormir pensando en ella, sabiendo que la tenía tan cerca… aunque también estaba un poco herido por todas las cosas horribles que me dijo. Sé que ella tiene sus razones para pensar así de mí pues he sido un completo cretino al tratarla y yo me tenía bien merecidas esas duras palabras, pero aún así dolió escucharlo. Ojalá Berta regresara a trabajar aquí, estaba tan feliz con Berta como mi asistente. Las cosas eran más fáciles.
—Bastian, tarde de nuevo… —escucho la voz de mi padre mientras paso frente a su oficina. —¡Entra de inmediato, hijo!
No tengo elección, tengo que detenerme y entrar a escucharlo quejarse de mí hasta que se canse.
—Buenos días, padre. ¿Disfrutaste la fiesta de fin de año anoche? —pregunto tratando de sonar de buen humor.
Hago un esfuerzo por no poner los ojos en blanco cuando me doy cuenta de que David Torres también está aquí. No puedo soportar a este tipo odioso.
—Claro que disfruté de la fiesta, fue un evento encantador. Estaba muy contento con todo; los empleados y clientes lo pasaron muy bien, yo también lo pasé muy bien... eso fue hasta que David recibió un mensaje de texto muy perturbador de una de nuestras empleadas más leales, Julia Vidal, reportando un comportamiento inapropiado entre tú y tu asistente. Creí haber sido muy claro contigo Bastian: NO involucrarte con nadie de esta oficina. Fue una orden simple, hijo, pero supongo que incluso eso fue demasiado para ti —dice mi padre con el ceño fruncido. Está furioso.
—¿De qué estás hablando? ¿Qué comportamiento inapropiado? —pregunto desconcertado. ¿Qué le dijo esta mujer entrometida a David y por qué mi padre está tan molesto?
—Esta empleada te vio salir de la fiesta muy pegado con tu asistente. Al parecer, prácticamente la estabas cargando, ella dice que sin duda algo estaba ocurriendo entre ustedes —interviene David.
Resoplo con hartazgo.
—¡Oh, por favor, no pasó nada! Ella no se sentía bien y la llevé a casa, eso es todo. No hubo nada inapropiado entre nosotros —les explico.
—Pensé que podrías decir eso, así que por eso llamé a tu mucama esta mañana y ella me dijo que una chica alta de cabello castaño y ojos verdes pasó la noche en tu apartamento —mi padre dice mirándome con ojos de pistola.
—¿Llamaste a Clara? ¿Sabes lo entrometido que es ese comportamiento? —le pregunto indignado, pero también un poco nervioso, ¿cómo voy a justificar que Emma haya pasado la noche en mi apartamento?