Tenemos que afrontar lo que sentimos,
Si amas a alguien debes decirlo
Antes de que alguien con menos amor y más valor lo haga
Y si, señoras y señores, tal como dice arriba y como deben imaginarse en este momento: Yo le dije a este chico que me gustaba. No me arrepiento de haberlo dicho, soy partidaria de que debes arriesgarte por lo que sientes.
Obviamente no es fácil, además me tocó esperar un tiempo, resulta que había empezado una relación y entonces yo dije “nada, lo olvidaré, seguiremos siendo amigos normales” pero el corazón es caprichoso y el cerebro no logra controlarlo.
¿Es difícil querer a alguien y saber que está con alguien más? La verdad, a mí no me dolía. Me conformaba con ver su carita y notarlo feliz. Es maravilloso querer hasta ese punto, te sientes libre, plena, sin necesidad de deprimirte por esas circunstancias que escapan de tu control.
Por azares del destino, la suerte jugó a mi favor y fue entonces cuando le confesé todo lo que sentía por él. No le pedía que iniciáramos una relación, técnicamente él acababa de terminar con aquella chica y yo había intentado algo con un chico que no funcionó. Me sentía tan segura con él, que al momento de pronunciar las palabras “me gustas” no sentía duda alguna.
No sucedió la gran cosa, no nos besamos, no me tomó de la mano, no hablamos de intentarlo. Solo nos quedamos juntos, sin saber cómo actuar con el otro, decidiendo o buscando las palabras adecuadas, pero la verdad es que no existían en ese entonces y creo que aún no existirían. Agradecí que no me dejó de tratar, ni me rechazó, solo dejamos que las cosas siguieran su curso, seguíamos hablando, siendo amigos, cómplices en algunas bromas, y de vez en cuando, confidentes.
Él iluminaba mis días y aquel sentimiento aumentaba a diario, a paso lento, pero constante. Sufrir no estaba en mis planes, desear una relación con él tampoco. Sin embargo, el destino jugaba para confundirnos, supongo que ambos teníamos miedo en aquellos momentos, sé que no debería suponer, pero nunca supe su versión de todo esto.
En cada abrazo yo revivía, en cada risa cobraba esperanza y en cada mirada me mataba. A todas estas, mis demonios empezaron a aparecer, me esforzaba por mandarlos de nuevo al armario. Siempre me avergoncé de cada uno de mis demonios y no quería que él, ni nadie, los descubriera, sin embargo, mi lucha fue en vano.