Un último deseo

30

Nota importante: 

Este capítulo será narrado en tercera persona, así que si notan diferente esta capítulo, sabrán por qué.

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Llevaba horas dando vueltas de aquí para allá, rezongando para ella misma palabras que los demás no alcanzaban comprenderle. Se miraban entre ellos creyendo que tal vez se había vuelta loca. A lo mejor el viaje al mundo de los vivos no le sentó muy bien porque ahora mismo se está comportando muy extraña.

“Es que todavía no lo puedo creer… ¿Cómo pudo ser capaz de hacerme algo así?” sigue rezongando mientras los demás la escuchaban “¡Confiaba en ella!”

Seguía dando vueltas por toda la habitación, como si le costase trabajo descargar toda esa frustración que llevaba en su cuerpo.

Los demás seguían viéndola sin atreverse a interrumpirla mientras que al mismo tiempo se encargaban de hacer lo suyo. Algunos otros simplemente rodaban los ojos con fastidio al escucharla hablar sin parar, tal vez ya acostumbrados a su enérgica e hiperactiva personalidad, el mismo que ha tenido desde el primer día que llegó al cielo, o como muchos otros lo llaman, al paraíso. Porque sí, es allí mismo donde Allyson se encuentra en estos momentos. Después del enfrentamiento que tuvo con Elizabeth, no tuvo otra mejor idea que subir para poder desahogarse con sus compañeros espíritus, y eso es lo que lleva haciendo por horas en esa habitación.

La habitación era blanca, completamente blanca, incluidas todas las decoraciones que allí había. Incluso desde las ventanas se podían ver que el exterior era blanco. Sin nubes, sin árboles, sin césped, sin flores. Nada. Sin ningún otro color más que un vasto blanco. Un color que traía paz y tranquilidad a la mente. Lo único que relucía entre todo eso, eran las personas que allí se encontraban. Había alrededor de unas ocho o diez personas, todas ellas diferentes en edades, estaturas y tonos de piel. Cada uno en un sitio especifico de la habitación.

“Me ha traicionado…” Allyson sigue rezongando.

“Lamento interrumpir tu pequeño monologo, Allyson… Pero me gustaría preguntarte algo” un hombre algo regordete, de estatura baja y con anteojos, quien se encuentra regando con mucha calma una maceta de flores blancas, finalmente la detiene “¿Qué estás haciendo aquí exactamente? Que yo sepa, aún no se te ha acabado el tiempo allá abajo”

“Eso mismo llevo preguntándomelo desde que empezó a decir cosas sin sentido, Daniel” dice Karmin, una mujer que se encuentra sentada al lado de la ventana, observándose con un espejo que llevaba en su mano en tanto se retocaba el maquillaje. Era una mujer alta, elegante y muy hermosa, y sin contar lo grandiosa que iba vestida.

“Gracias por preguntar lo que todos nosotros llevábamos preguntándonos por horas” acota otra persona; Oscar, un hombre mayor, de tez oscura y algo corpulento, que se encuentra sentado en otra silla, leyendo un libro.

Allyson se frena en seco, mirando a todos sus compañeros con cara de no poder creérselo.

“¿Es en serio? ¿No escucharon nada de lo que he estado diciendo?” pregunta con incredulidad.

“No” todos en la habitación responden al unísono.

Hace una mueca, sintiéndose totalmente indignada. Rezonga, cruzándose de brazos y se va a sentar al lado de una anciana que no apartaba la mirada del bordado que estaba haciendo.

“Esto es increíble… Vine aquí, a desahogarme con ustedes, y simplemente… ¿deciden ignorarme?” los mira a todos con cara de pocos amigos.

“Sí” responden todos, otra vez.

“Que grandes compañeros tengo” se queja con un resoplido.

“No sé por qué te quejas… Se te ha concedido algo que muchos de nosotros deseáramos tener” le dice Peter, un hombre algo joven, tal vez de la misma edad de Allyson, y con unas entradas profundas en sus sienes “Deberías estar aprovechando el tiempo que te queda en vez de estar aquí, quejándote de no sé qué cosa” le reprocha mientras sigue sentado en el piso con un rompecabezas a medio terminar “Ojala pudiera tener yo esa oportunidad”

“¡Ja! No sé qué cosa, dices…” niega con la cabeza “¿De verdad no escucharon nada de lo que dije?”

“No” otra vez responden al unísono.

“¿Ni siquiera un poco?” sigue preguntando, uniendo la punta de los dedos índice y pulgar para lograr mayor énfasis.

Karmin, la mujer que se retocaba el maquillaje se levanta de su silla, y con pasos muy elegantes y precisos se acerca hasta ella, haciendo resonar sus altos tacones. Se notaba a leguas que era una modelo.

“Querida, ¿Cómo querías que te escucháramos si lo que hacías era refunfuñar segundo tras segundo?” le cuestiona, sentándose en una silla frente a ella.

“No es cierto. No estaba refunfuñando” Allyson se defiende.

“Sí lo estabas” replica el joven que armaba el rompecabezas.

“Bueno, tal vez un poco” dice, encogiéndose de hombros. Los demás se miran entre ellos, compartiéndose miradas de querer reírse de esa situación “¡Está bien! ¡Está bien! Sí, lo hacía… Pero es que estoy furiosa…” comienza a explicar el porqué de su comportamiento.



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En el texto hay: humor, amor, amistad

Editado: 11.02.2023

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