Un último latido

Capítulo 4

Desperté sintiéndome más descansada, los primeros segundos abriendo los ojos, despabilándome y ahí estaban de nuevo esos recuerdos de Luka. Estaba cada día más presente en mi mente, era mi primer pensamiento y el último de mis días.

Baje de mi cama y me acerque al balcón, la mañana estaba fría. El cielo estaba lleno de grandes nubes. Tomé mi celular esperando ver un mensaje... pero nada.

Me sentí algo desanimada, pues casi aseguraba que tendría un mensaje de Luka. Bajé a la sala. La puerta estaba abierta, mi abuela regaba las rosas del jardín, mientras mi abuelo leía en su pequeño mecedor del corredor.

— Buenos días, abuelito. –dije mientras le plantaba un beso en la mejilla.

— Buenos días, ¿cómo estás?

— Bien... ¿y mis padres? ¿Y Alec?

— Salieron temprano con Pablo. Iban a ver los caballos. Querían que los acompañaras, pero estabas tan profundamente dormida que prefirieron no hacerlo.

— Hicieron bien. Sigo cansada. ¿Y tú? ¿No vas a la biblioteca hoy?

— No, se prevé una tormenta fuerte y, por precaución, no abrirán. Ya le dije a tu abuela, pero mira... -dice señalando a la abuela que está regando las flores.

— A veces las noticias se equivocan —responde ella desde el jardín—. Así que mejor riego mis flores. ¡Levántense ya, vamos a desayunar!

Entramos a la casa. La abuela preparó el desayuno y yo le ayudé a poner y levantar la mesa. El abuelo puso una película. Ella se sentó a su lado con su bola de estambre y comenzó a tejer. La película era de su época, blanco y negro. Me aburría. Empecé a bostezar, y mi abuelo solo me miró con una sonrisa antes de levantarse y buscar algo entre el juguetero. De pronto hizo un gesto extraño, y se llevó la mano al pecho.

— ¿Estás bien, abue?

— Sí, solo me torcí un poco. Voy a poner una película que sé que te va a gustar, pero necesito que me ayudes a buscarla.

— Claro ¿cuál es el título?

— Lo tengo escrito aquí –dice dándome una nota, entro a la app y comienzo a escribir el titulo para después reproducirla

Al ver esa ilusión en sus ojos dejé mi celular en la mesita junto al sofá para poner más atención y regrese a ponerme comida.

La lluvia ya se había intensificado un poco. Así que subí un poco más el volumen de la tv. La abuela dejó de tejer. Al parecer, esa nueva película les gustaba a ambos.

Después de una intro bastante atractiva el nombre en letras doradas El tesoro del verdadero amor. Era romántica, misteriosa... atrapante.

Pasaron dos panqués de chocolate, palomitas, té y mucha lluvia. Luego sonó el teléfono. Era mi madre: no volverían esa noche, se quedarían en una cabaña. La lluvia era muy fuerte. Mientras la abuela seguía hablando con ella, me acerqué a la ventana. La casa de Luka estaba completamente a oscuras.

— Abuelo... Luka no está. Parece que no ha llegado.

— Mmm... Qué raro, hoy no lo vi. Voy a buscarlo.

— La lluvia está muy fuerte. Yo te acompaño.

Nos pusimos los impermeables y salimos. Todo estaba en silencio, envuelto por la lluvia. Cruzamos la calle. El abuelo tocó la puerta, pero nadie respondió. Entonces sacó una llave, abrió y comenzó a llamarlo.

Era extraño que el abuelo tuviera llaves de la casa de Luka, mis dudas empezaron. Sentí una punzada en el corazón, algo me decía que no estaba bien.

— No creo que esté aquí. Iré al teatro, debe estar ahí. – le dije mientras me apresuraba a la salida de la casa

— Voy a subir. Ve tú al teatro, yo te alcanzo.

Salí y caminé rápido. Las calles estaban cubiertas de agua, el aire movía las hojas con una suavidad que contrastaba con el ruido de la tormenta. Había algo de paz en todo eso. Al llegar al teatro, lo primero que noté fue un cuadro en el suelo. Estaba destruido, la pintura regada por todas partes. El miedo creció en mí, cada vez estaba más segura que algo estaba mal.

— ¿Luka? ¿Estás aquí?

Escuché música... y un ruido extraño. Empujé una puerta. Algo en mi me gritaba que esto no era bueno, pero siendo honesta esperaba encontrarme al chico coqueto pintando algo. Aunque lo que encontré fue todo lo contrario. Me topé con una imagen de Luka sentado en el piso, con las manos en la cara, Me asusté y corrí hacia él.

— ¿Qué pasó? –le dije mientras jalaba sus manos hacia mí, destapando su rostro.

Se lanzó a mis brazos. Sus manos temblaban, su cara estaba llena de lágrimas. Seguí interrogando, pero él se mantenía en silencio, mientras me abrazaba con fuerza.

Note algo más que pintura en su brazo, tenía sangre. En ese momento llegó mi abuelo, alarmado.

— ¡Luka! ¿Qué hiciste? Tenemos que sacarte de aquí. Alicia, ayúdame. –exclamo mi abuelo tomando a Luka y levantándolo.

Lo llevamos a la casa. Afuera, el viento ya no era tan suave. La tormenta se había vuelto feroz.

— ¿Por Dios, qué le pasó? —preguntó mi abuela al ver la sangre en la ropa de Luka

— Estoy bien. Déjenme ir a mi casa...

— De ninguna manera. Te quedarás aquí –mi abuelo había cambiado el tono de su voz a uno con más autoridad

— ¿Qué hiciste niño?

— Tranquila Molly, no fue intencional. Sabes que a pesar de todo, no haría algo así.

— ¿Entonces que paso?

— Fue por tonto, rompí un cuadro y la madera se salió, ocasionando el corte. Pablo tenía razón, pintar ese cuadro era volver a abrir la herida.

— Demasiadas preguntas para el joven. Sube conmigo.

Mi abuelo ayudo a Luka a subir y tras ellos mi abuela con el botiquín pero ella bajo minutos más tarde. Siguió tejiendo y ya no dijo nada.

Media hora después, bajó el abuelo. Prendió la televisión, puso caricaturas y me sonrió como si aún fuera una niña. Mi desesperación crecía, ninguno decía nada sobre lo que había sucedido, así que decidí ponerme de pie y acercarme a la escalera, puse un pie en el escalón y tome aire para agarrar valor y subir a verlo.

— ¿A dónde vas, Aliss? —me preguntó el abuelo.

— Arriba.




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