La oscuridad absoluta vuelve nuevamente cuando el sol descansa y el vampiro se deja de cubrir con los brazos protectores del humano, cuando la luz deja de entrar por la ventanilla de la cabina los hombres relajan la posición incómoda en la que duermen desde hace meses. De repente una severa tos ataca al humano quien enseguida es confortado entre suaves golpecitos de espalda por Fadeyushka.
Desde que pasaron el primer rayo de sol dentro de la cabina una horrible quemadura de tercer grado quemo el rostro del vampiro y este aulló de dolor en el estrecho compartimiento de la cabina. Desde entonces el humano siempre abraza y cubre con su cuerpo al vampiro, quien solo se limita a ser abrazado por encima del robusto traje lleno de aire que lo protege. Cuando la tos del copiloto Seryoshka se detuvo al fin pudieron recuperar del todo la movilidad en el reducido lugar.
La cabina era de dos metros a dos metros, no era el suficiente espacio con el que podían contar, pero podían estirarse en lugar de quedar en cuclillas cuando el sol aparece. Constantemente Fadeyuska tiene que mantenerse sujetado fuertemente a una manija para evitar que ambos se golpeen la cabeza mientras duermen y para que el sol no los lastime.
—Buenas noches capitán.
Saludo amablemente el humano mientras se dejaba caer en los brazos del vampiro para poder dormir. Durante todo el día siempre tenía que mantenerse quieto hasta que se terminara la luz del sol.
—Buenas noches Seryoshka.
Amablemente el vampiro sujeto al humano, aprovechando que podía utilizar su fuerza sobrehumana para permitir que su compañero no se golpeara mientras duerme.
El estómago del vampiro ruge nuevamente al oler la sangre de su compañero correr por sus venas. Era difícil tener al hombre a su lado tan débil y vulnerable mientras aspira profundamente su sangre, tan tibia, tan apetitosa, tan caliente y deliciosa. Los labios del vampiro se relamen en automático y sus colmillos empiezan a crecer.
Cuando menos se dio cuenta ya le estaba jalando el traje espacial para abrirlo, pero en ese momento su compañero le dio un golpecito en el hombro.
Aunque fue un golpe débil la sanidad del vampiro volvió a sus sentidos y en automático paso su mano por su rostro. No podía seguir así, no podía seguir aguantando el hambre, desde hace dos días que se mantiene reservado para volver a comer y seguir aguantando. Pero cuando ve a su compañero dormir se siente el ser más despreciable que hay.
No importa cuántos moretones y golpes le ha dejado a Seryoshka, el confía plenamente en que su amigo puede contener su hambre. Eran capitán y copiloto, eran compañeros, era camaradas, eran amigos.
— Perdóname, lo estoy intentando en serio que estoy haciendo todo lo que puedo...
El vampiro se disculpa otra vez, mientras su copiloto le sonríe con unas notorias ojeras en su rostro, no está durmiendo bien y se le nota en su cansancio.
—Lo se...
Cuando intento volver hablar el humano ya se había quedado dormido, no podía contenerse. El vampiro cierra sus ojos y deja que la tranquilidad del momento invada todo su cuerpo carente de vida.
Fadeyushka fue una persona más en el mundo. Como tú, como yo.
Le gustaba la música, la pintura, la natación. Era un hombre de bien, a sus 24 años se graduó con honores como ingeniero, como todos nosotros tuvo aspiraciones normales, se enamoró de Nora, se casó con ella y juntos concibieron un hijo, su pequeño hijo Andreí.
Pero alguna vez Fadeyushka Komarov tuvo sueños más allá de solo trabajar y tener una familia, de niño siempre soñaba con las estrellas. Perderse entre el espacio, su patria siempre le inculco que podía hacer lo que fuera y pelear por lo que fuera.
Su padre siempre le dijo que nunca se rindiera, por más que reprobaba los exámenes y alguien más competente le ganaba por puntaje no se rindió.
Presento las pruebas físicas más de diez veces, y en todas fallaba.
No importaba cuanto trabajaba su cuerpo día a día. Lamentablemente Fadeyushka era un hombre que padecía asma. Y cuando usaba el traje de prueba siempre terminaba exhausto y al borde del desmayo por la falta de aguante.
Y una noche en la que nuevamente volvía derrotado a su casa, alguien se presentó en la oscuridad de la calle. Un vampiro milenario que lo ataco sin duda alguna para matarlo y comérselo.
Jamás pensó que conocería a una criatura que solo debía existir en los mitos y leyendas, y que obviamente era mejor cuando pensaba que era mejor que esas sanguijuelas nunca hubieran existido.
El cosmonauta logro huir por los pelos, pero el vampiro fue tenaz y terco. Lo espiaba cuando iba al trabajo, cuando estaba con su familia, en todo momento y todo lugar.
Al poco tiempo el vampiro dejo de ver como posible presa al humano, la temeridad con la que ese humano siempre regresaba a presentar su examen físico para ir al espacio no parecía tenía límite.
Y nuevamente una noche se presentó ante él para matarlo. O...eso pensaba nuestro buen amigo.
Mayúscula fue la sorpresa del futuro cosmonauta cuando el vampiro le dijo que lo ayudaría a ir al espacio.
El vampiro le dijo que nunca le había tocado conocer a un humano cuya aspiración y deseo fuera ir al espacio, el ser de la noche encontraba fascinante los nuevos horizontes que la estúpida raza humana deseaba tener. Aunque nuestro buen Fadeyushka tenía miedo comenzó a entablar un pequeño dialogo con el vampiro milenario.