Fadeyushka volvió con el estómago lleno, por suerte consiguió atrapar un jabalí. Llevaba el cadáver del animal sobre su hombro, el pobre niño tendrá hambre, seguramente es tímido para pedirle algo de comer a un hombre que no conoce.
Entre el frio de la ventisca sobre la resbaladiza nieve caminaba de regreso a la cueva, pensaba que seguramente el niño seguiría dormido, hacia el tiempo perfecto para dormir una siesta.
Un momento después Fadeyushka se dio un golpe en la cabeza al recordar algo muy importante, pero lo recordó muy tarde. Se apresuró mirar rápidamente a su alrededor en el momento, arranco fuertemente trozos gruesos de ramas cercanas de los pinos, esperando que pidieran servirle.
No se dio cuenta porque su cuerpo no siente el frio ni el calor. Pero el pequeño niño no, ese niño si tenía sangre en sus venas y estúpidamente el vampiro lo olvido por completo. O se moriría de frio.
Se apresuró a correr a la entrada de la cueva. Regreso asustado pensando que el pequeño niño también estaría... Estaría…
El sonido de los dientes del pequeño alfa royendo los tirantes largos de su ropa resonaron, era idéntico a oír a un perrito gruñendo en tono bajo.
Aunque el vampiro suspiro aliviado no se dio cuenta que el pequeño en realidad estaba atrapado y envuelto en su propia ropa, lo suficiente para protegerlo del frio. Parecía un pequeño gusanito retorciéndose torpemente para escaparse. Se acercó rápidamente, para romper los trozos de ramas en el suelo de la cueva fría, mientras veía el niño girar y roer su ropa. Por lo menos estaba despierto.
Fadeyushka busco con entre sus ropas si tenía un mechero, luego recordó el mechero que usaba Seryoshka cuando tenía que reparar algo fuera de la cabina. Tuvieron que improvisar, se acercó al cuerpo de su camarada y busco entre sus bolsillos y por suerte ahí estaba el mechero. Esperaba que aun tuviera aceite dentro.
Al principio cuando encendiendo la chispa del mechero le lastimo la vista, siendo una criatura de la noche es algo que no podía evitar. Y por eso extrañaba que fuera su compañero el que pudiera encender esa maldito aparatejo. Le molestaba saber que ahora no podía encender un simple y estúpido mechero sin que le duela.
Pero luego lo tuvo que volver a intentar, fallando nuevamente. Tomo un pedazo de su camisa y rasgo la tela, la envolvió con las ramas para que pudiera agarrar más fuego, volvió a encender el mechero. Y esta vez un pequeño fuego inicio, suspiro aliviado mientras veía como su improvisada fogata daba frutos, cuando se volvió a mirar al pequeño Hans este luchaba con todas sus fuerzas para librarse del improvisado protector de ropa que le habían hecho.
El vampiro ríe, pensando en que seguro el niño se había envuelto solo. El pelaje del pequeño lobo se retuerce intentando librarse de la mortal trampa de ropa.
Aunque es extraño que el pequeño se hubiera envuelto con las manos atrapadas en su ropa. Como si envolvieras a un bebe.
—Espera pequeño lapa, ya te libero.
— ¡No! ¡Yo puedo solo!
Dijo el niño mientras seguía intentando liberarse.
Pensándolo mejor, la tormenta no parece querer calmarse dentro de un tiempo. Aunque el niño se fastidiara, era más conveniente que permaneciera en rollito con su ropa, es más debería darle la camisa que lleva puesta. Ese niño necesitaba más abrigo.
Se quitó su camisa y la puso encima del niño, quien ahora estaba tapado en el rostro por la camisa impidiéndole ver.
— ¡Hey!
Chillo el pequeño lobito mientras seguía buscando vía de escape rodando por el suelo, obviamente el vampiro procuro atraerlo a su pecho y proteger que no llegue rodando al fuego, sus cabellos se zarandean mientras el vampiro tomaba al jabalí y comenzaba a destrozar el cadáver con sus manos, ventaja que tenía una fuerza descomunal.
Quitando la piel y partiendo el cadáver en varias partes. La piel la guardara para después, sobrevivir a las tormentas de nieve le recuerda cuando vivía en Siberia y visitaba a su abuelo.
El buen vampiro se estaba echando unas risas cuando veía al niño rodando por ahí, lucia adorable. Con sus pecas rojas y su rostro sudoroso, mientras jadeaba cansado por el esfuerzo.
Comenzó a cocinar la carne del jabalí, ni modo, se lo comerá sin mucho sabor. Tomando unos pedazos de madera para sostener la carne en alto para cocinarla. El niño dejo de moverse pasado un rato mientras la carne se cocía. Jadeaba cansando y comenzó a olfatear la carne.
— ¡Huele a comida!
Dijo el pequeño, no podía ver, el vampiro se quedó solo con su camisa de tirantes, la cual dejaba ver sus tenues músculos y abundante vello corporal. Fadeyushka opto por no quitarle la ropa, lo acerco a él y le descubrió su carita mientras cargaba al niño en sus brazos y este seguía luchando contra la ropa. El rostro pequeño del niño le recordaba tanto a su hijo, quien tenía las mejillas infladas y mordía su ropa. Mientras el vampiro se partía de risa. Otro recuerdo lejano, cuando era invierno y todos se reunían en la chimenea para cenar.
El pequeño olía la carne. Pero cuando quería librar sus brazos fallaba otra vez.
Acomodo al pequeño entre sus brazos y comenzó a arrancar los pedazos de carne cocida con sus manos, primero soplaba la carne antes de acercársela al niño quien con pena se negaba a comer.
—Hambre…
Dijo el pequeño mientras ya quería comer.
—Está caliente deja que le sople.
Le dijo el vampiro mientras le soplaba a la comida, no quería que el niño se quemara la lengua.
— ¡Yo puedo comer solito!
A regañadientes el niño obstinado quería morder los dedos del vampiro, de hecho hasta comenzó a mordisquear y lamer el brazo de Fadeyushka. Como si fuera más gato que lobo.
Pero tal pareciera que nuestro ruso está acostumbrado a lidiar con niños obstinados. Acaricia el cabello del chico mientras le da de comer.
— Muy bien pequeño. A ver di: “Ahhhh”.