Un Vaquero Enamorado

/4/ Vete

Isabella

Después del agradable encuentro con mi padre, mi mente olvidó por un buen rato a Drew. ¡¡¡Mentira!!! Solo espero que no agarre un virus el pobre. 

Mañana iré al rancho vecino y preguntaré por el vaquero trabajador, le entregaré sus pertenencias y asunto olvidado. Solo espero que no sea rencoroso. 

— Padre subiré a mi habitación, me daré un baño y estoy contigo para que veamos esa película. 

— Hija pero si estás muy cansada podríamos dejarlo para mañana.— Amo a este hombre. 

— Te tomaré la palabra, hoy ha sido un día muy agotado.— y si te contara todo lo que hice en el. 

— Te comprendo cielo, entonces hasta pasado mañana daremos ese paseo por nuestras tierras. 

— De eso nada, señor Golden. Mañana usted y yo tenemos una cita al amanecer.— Me aproximó a él y lo rodeo con mis brazos.— Tú no entiendes que eres el hombre más importante de mi vida. 

— Pronto llegará un hombre que me quitará de ese lugar. 

— Eso Jamás sucederá, tú vienes en el lote.— la risa de él me hace sonreír. 

— No lo creo mi amor, Cambiaras de opinión.— Dejo un sonoro beso en la mejilla del hombre de mi vida y subo las escaleras con paso lento. Una ducha ayudará a que me relaje y pueda conciliar el sueño más rápido. Definitivamente necesito una buena noche de sueño. 

A mi mente llega el recuerdo del rostro furioso de Drew cuando tome su ropa.— ¡¡¡ Dios!!! Que me estás haciendo hacer, yo era una mujer tranquila.— Señaló con mi dedo índice hacia el cielo raso de la habitación.— todo esto es tu culpa Dios... Tu lo has puesto en mi camino. O a mí en el de él, así que  no es mi culpa lo que sucedió si no la tuya.  

A quién quiero engañar soy una impulsiva sin control. Si tan solo pensara antes de actuar hoy sería otra historia. Ya olvídalo Isabella al menos por hoy deja de pensar en él.  

Entro al baño y procedo a desvestirme rápidamente lástima que está habitación no tiene una ducha con hidromasaje. Tendré que hablar con mi padre para hacer algunas remodelaciones a mi antigua habitación o a está. 

¡¡¡Mmmm!!! 

Definitivamente es lo que mi cuerpo necesitaba, no sé cuánto tiempo paso bajo el agua. 

Debí de sacar mi albornoz de la maleta pero esta toalla amarilla servirá, salgo del cuarto de baño para ir a la maleta donde tengo mi secador de cabello... Cuando abro la puerta me topo de frente con la figura de Drew sentado en mi cama. 

— Que...que haces tú aquí.— veo hacia todos lados, Sostengo con ambas manos la toalla que envuelve mi cuerpo.— vete de mi cuarto, si mi padre se entera te dará una paliza.— trato de amenazarlo. 

— No me digas que ahora te crees de otro siglo reina.— imbécil. 

— ¿Que quieres?— Pregunto de una vez 

— ¿Que quiero? Buena pregunta. Primero venía por dos cosas. Uno, mis pertenencias y segundo por una disculpa, pero verte así ha hecho que surja una tercera. 

— ¿Cual? — Me felicitó por haber hecho la pregunta sin titubear. 

— Ya que usted disfruto de la vista de mi trasero... no estaría mal que yo también recree mi vista.— ¿Que? La mayoría de la mujeres se pondrían roja pero yo soy al contrario en este caso yo me pongo blanca como un papel, y se que el lo notó.— No me digas que eres tímida. 

— Es mejor que te vayas. 

— Y perderme esta maravillosa vista.— lo veo negar.— Ni de broma. 

Con mi dedo señaló la cama donde están sus cosas. 

— Ahí están tus pertenencias, yo...yo iba a ir mañana al rancho vecino a dejarlas, tómalas y puedes irte. 

— No están sencillo reina. 

— Quieres una disculpa te la doy. Discúlpame a veces me paso de impulsiva te prometo no cruzarme en tu vida y no me llames reina.— Se pone de pie camina hacia mi. 

— Por mucho que corras no me pienso mover de aquí. 

— Ok. Quédate yo aún no termino.— No digo el que pero me aplaudo mentalmente porque mi caminar es tranquilo busco la maleta pequeña donde siempre empaco mi maquillaje y las máquinas de belleza. Tomo el secador y de una buena vez tomo del clóset mi pijama y bragas. 

Aparentando una tranquilidad que no siento camino hacia el baño, al cerrar la puerta me dan ganas de poner el pestillo, pero es como decir que le tengo miedo. Me alejo de la entrada y suelto la toalla y me visto más rápido que flash, suspiro tranquila cuando estoy completamente vestida. Así no estaré en desventaja.  

Tomo la pistola de aire y procedo a secar muy lentamente mi cabello esperando que Drew se cansará de esperar y se fuera. Pero obviamente no fue así ¿enserio? Le digo al de arriba, luego no me quieras castigar por ser impulsiva, si tú lo has traído aquí y te pido que te lo lleves o no se de lo que él me puede hacer. 

— Pensé que te marcharías.— le digo esperando que tome sus cosas salte. 

— No, me gusta tu cama.— cruzó mi brazos y paso el peso de una pierna a otra. 

— ¿No me dirás qué no tienes una?— inquiero. 

— Si tengo una. Pero no como ésta aquella es más pequeña, seguro está es ortopédica. 

— No. No es ortopédica pero es lo suficientemente cómoda para dormir decentemente.— Respondo.— Si quieres te la regalo pero mañana.—Camino hacia la cama y me meto en ella.— cuando te marches apaga la luz, es tarde no tengo ánimos de hablar.— trate de hacerme la dormida ya saben cuerpo relajado, respiración pausada. Me levantaría cuando creyera que se había marchado. 



Andrew 

 


Esta para joderse. A mí nadie me había dejado con la palabra en la boca y mucho menos para ir a dormir frente a mí, apaga la luz cuando te marches. Jaa la sorpresa que se iba a llevar. Vi cuando su cuerpo se volvió relajado y su respiración lenta. 

Con mucho cuidado me quite la bota derecha y la izquierda sin hacer el mayor ruido, algo me dice que no está completamente dormida como aparenta. Levante las sábanas, me acosté a la par de ella pero el olor a chocolate invadió mis fosas nasales. Y como suponía...se tenso, no está dormida la bandida. 

— ¿Pero que creé que está haciendo? 

— ¿No que estabas dormida?— já, la agarre en la mentira. 

— Estaba en eso, pero...pero eso no importa ahora. Exijo que te salgas de mi cama ahora mismo o me veré en la forzosa y vergonzosa situación de llamar al alguacil del pueblo. 

— Por mi puedes traer a la fuerza Armada si así se te antoja pero mientras vienen déjame dormir. 

— Por qué no te quieres ir.— la oigo decir muy bajito.— ya te di tus cosas, pedí disculpas. 

— Pero aún no me has dejado ver tu trasero.— ver su rostro sonrojado hasta parece más joven.— ¿vas a cumplir? Déjame ver y luego me iré. 

— Espero que este en el lado de la cama mas cómodo.— Mi carcajada creo que se a de haber escuchado hasta mi rancho. 

— Prefieres dormir con un desconocido por horas a mostrarme el trasero por un minuto. No que las chicas de ciudad son atrevidas. 

— No. Te dejaré que pases la noche aquí mientras yo paso la noche en otra habitación y si es posible en la de mi padre. ¡Buenas noches!— 
¿Que? ¡No! 
 




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