Un Vaquero Enamorado

/1/ Peón

Isabella Cahill (Golden)

Subo las escaleras de la entrada y tocó el timbre de la puerta, no pasa más de un minuto cuando la puerta es abierta por una señora, supongo Mi llegada será una gran sorpresa para mi padre, Él espera que llegue la próxima semana. Pero una ex-compañera compro la casa de mi tía Emma, hermana de mi madre. Mi tía falleció hace tres meses.

Mi madre falleció cuando apenas tenía cinco años. Y mi padre no sabía cómo criar a una niña, y la única pariente femenina era mi tía Emma pero ella siempre ha tenido la salud muy frágil. Ella y mi padre decidieron que era mejor mandarme a un internado para señoritas.

Hace seis años salí del internado pero decide quedarme en california con mi tía que estaba enferma. Pero hace tres meses ella falleció solo me quedé este tiempo más para poder vender la propiedad que me heredó. Mi tía se casó con un prestigioso abogado que lastimosamente era infértil. Pero ella lo amaba demasiado que se quedó con él aún sabiendo que jamás realizaría el sueño de ser madre.

Los médicos certificaban que no sobreviviría un año y ella les llevo la contraria viviendo seis, todos dicen que es porque yo le brinde felicidad.

Al fin detengo el auto que compre para llegar aquí...a mí hogar. Bajo del auto y me dirijo al porche de la casa, doy una vuelta en mi alrededor y respiro profundamente estoy tan feliz de estar aquí y juro que jamás me iré... este es mi hogar.

que ha de ser el ama de llaves. Le doy una sonrisa y voy hablar para presentarme pero ella me interrumpe.

–Señorita Isabella.–dice mientras me abraza. Y hace tiempo que no recibía uno, me siento feliz.– Su padre no está, el se encuentra en el rancho vecino– asiento

Tendré que esperar lo, mientras entraré mis maletas y me acomodaré

– La casa está igual.– digo.

-Ya conoce al señor como es de, despistado señorita.- asiento.

Me ayudan a subir mis maletas a la habitación de invitados, porque la que era mi habitación antes, no podré usarla. La cama es para una niña de cinco años y yo obviamente no tengo cinco años. Después de acomodar todo con ayuda de Hannah el ama de llaves decido acompañarla a la cocina. Diciendo que hará mi platillo favorito pero la convencí para que hagamos el patillo de mi padre. Decido inmiscuirme en la cocina y prepararle unos brownie pero no hay harina.– Suspiro y me quito el delantal y le informo a la señora Hannah que iré al pueblo por más ya que revisé en las alacenas y no hay más. La señora Hannah insiste en que mandara a una muchacha a comprar, pero me niego rotundamente.

El pueblo no es tan grande. Todo se puede encontrar en la misma calle. El supermercado, banco, librería, cafetería, ferretería y la farmacia. Aquí todo mundo se da cuenta de todo. Es un pueblo chapado a la antigua que si no estás casada es mal visto que te vayas a vivir con tu novio.

Entro al supermercado y busco el ingrediente que necesito. Hago la fila para pagar. Pero al llegar a la caja una conversación atrás de mi llama la atención.

Ya te he dicho, dicen que la chica es fea. La más fea de todo el pueblo.

–otros dicen que ella murió de chica y él se ha inventado que sigue viva.

–se rumorea que ella viene la otra semana. Yo estaré pendiente y les comunico que día, ya sabes que el

Al otro lado de la calle veo a dos vaqueros, ya sé lo que haré.

Andrew Herderson (Sky)

–Hijo al fin te encuentro. Necesito que me acompañes a mi despacho. Es mi turno de pagar y así lo hago. Salgo del súper y hago una mueca al ver el neumático derecho de atrás pinchado. Maldita sea y como es auto nuevo no tengo las herramientas necesarias para cambiar las llantas.

 

– Padre tenemos mucho trabajo que hacer. ¿No puede ser luego?

–No, acompáñame. – bufo molesto esto solo hará que me retrasé más.

Al entrar al despacho de mi padre veo a nuestro vecino, el señor Golden. Él no se apellida así, de hecho su apellido es Cahill, todo el pueblo lo llama por el nombre del rancho al igual que a nosotros que nos apellidamos Herderson pero todas las personas nos llaman Sky.

– El señor Golden nos visita para invitarnos a una fiesta la próxima semana por el regreso de su hija.

–No sé, si podré. Trato de negarme. – pero la cara

que hace mi padre me hace callar, no por miedo sino por respeto de no




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