Esa mañana cuando las vacaciones de veranos iniciaban debió ser magnifica, desayunar con su madre, su padrastro y su hermana pequeña. Después iría al parque que se encontraba cerca de los bordes del bosque, le gustaba ese lugar, era tranquilo para pensar con claridad.
El inicio de las vacaciones para Elizabeth era comenzar con lo que se tenía planeado hacer desde que se publicó su primer libro, o único como ella misma había dicho en una entrevista para el periódico y algunos blogs de lecturas. Ese verano tenia planeado estar en su habitación, tumbada en su cama con muchas palomitas y coca cola para ver sus preciadas películas, y por supuesto salir a la librería para adquirir nuevos tesoros como ella misma llamaba.
Cuando bajo a desayunar en pijama, como disfrutaba hacerlo siempre desde pequeña, su emoción se disipo cuando vio al hombre con el que compartía sangre en la sala sentado al lado de su madre.
—¿Qué hace él aquí? — eso fue lo primero que salió de la boca de Elizabeth, con un tono y expresión que mostraba todo el desagrado que sentía por aquel hombre.
El nombre de aquel individuo era Douglas Smith, ese hombre que aseguraba ser su padre, pero ella no lo recordaba así, para ella el único padre presente en su vida era el hombre con aspecto de leñador que se encontraba sentado en el sofá individual observando la situación con cuidado, Nathan Scott, el hombre con el que su madre se casó un año después de tenerla, el hombre que le dio su apellido.
—Eli...—empezando de manera dulce, esa manera nada agradable para Elizabeth era como si realmente tuviera un recuerdo que extrañar.
—Elizabeth, ese es mi nombre, solo mis padres me dicen Eli. —dijo un poco tosca.
El mostrando una sonrisa triste, solo pudo más que asentir.
—Elizabeth, que bueno verte, has crecido demasiado desde la última vez que te vi. —dice tratando de acercarse a ella, logrando que, con cada paso, ella retrocediera dos.
—Bueno, una niña de cinco años crece mucho hasta los dieciséis, ya sabes, biología simple.
—Eli, cariño, será mejor que te sientes, queremos hablar contigo sobre algo importante. —dice su madre, Emily, tomándola de los hombros, guiándola hasta el sofá de la estancia. —Seguro que te gustara lo que te diremos.
Ella dudaba realmente que lo que fuera que aquel hombre dijera le gustará, nunca le había gustado, y no lo hará nunca. Pero como buena hija obediente le hizo caso a su madre y se sentó en aquel cómodo sofá, eso sin dejar de ver con ojos asesinos aquel hombre que invadió la paz de su hogar y sus pensamientos.
Su padrastro se disculpó para ir a la cocina y preparar algo para todos, pero todos sabían que se sentía incómodo con toda la situación, a él precisamente tampoco le agradaba que el verdadero padre de la hija mayor que a criado toda su vida apareciera en su casa para hablar con ella, como si tratara de sacarlo del lugar que ha ocupado.
—Sabes, he leído tu libro, es muy bueno. —dijo Douglas en ese silencio que guardaba la tensión entre todos. —Estoy muy impresionado con tu narración, Elizabeth, eres un pequeño prodigio para la literatura.
—Bueno, no es algo nuevo que escuchar, pero gracias.
—Cariño. —reprende su madre. — Eli, cariño, con tu padre, hemos discutido que sería bueno que convivieras con tus hermanos, que fueras a pasar con ellos las vacaciones de verano. —empieza con dulzura, tratando que su hija no se sintiera presionada.
—Vaya. —dice sorprendida. —Si tú y papá tienen más hijos lo tenían muy escondidos, convivo lo suficiente con Hope para que sepa que soy su hermana —dijo divertida.
—Elizabeth. —comienza Douglas tratando que su hija lo mirara. —Sabes perfectamente que te pedimos que vengas conmigo y mi familia a pasar las vacaciones, solo quiero que convivamos más, que tengamos recuerdos para cuando seamos mayores, ya sabes, como padre e hija.
La sonrisa de esperanza se encontraba en el rostro de Douglas, mientras que Emily miraba su hija con un poco de preocupación. Elizabeth simplemente lo miro por varios minutos que fueron eternos tanto para Douglas, como para Emily.
—Cuando era pequeña te llamaba, ¿lo recuerdas? —pregunto fríamente, — Recuerdo pedirte todos los años que vinieras conmigo a un día de padres, tu siempre decías que no, siempre estuviste para tus otros hijos ese día, pero conmigo nunca fue así. —paro solo un momento para ver sus rostros con detenimiento, estaban tristes, eso se notaba, pero a ella no le importo. — Recuerdo llorar porque nunca estuviste, pero cuando crecí me di cuenta de que, realmente no vales la pena como padre.
—Eli...
—No mamá, querían que hablara, pues hablare. —dijo apartándose de ella, levantándose, tratando de quitar el peso imaginario de sus hombros. —Mi padre se llama Nathan Scott, el nombre de Douglas Smith es completamente extraño para mí, si no estabas dispuesto para mí en ese entonces, déjame decirte que llegas varios años atrasados, te necesite cuando era bebe, no ahora que alguien ya ha hecho el trabajo que te tocaba al inicio.
—Entiende, no eras solo tú, estaba comprometido, con una mujer que también estaba embarazada. —dijo Douglas triste.
—Bueno, tu decisión fue quedarte con ellos. Yo no estoy interesada en tenerte a mi lado, y la verdad dudo que un día te quiera, esa fue tu decisión, y tuve que crecer aceptándola, por favor, acepta la mía y vete—dice dolida, para volverse a las escaleras he ir a su habitación.
Menuda mañana, pensó Elizabeth al cerrar la puerta de su habitación.
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Tras una mañana interrumpida, lo único que pudo hacer para evitar enfrentar a su madre para que evitara convencerla de que fuera con aquel hombre, fue quedarse encerrada en su habitación, con los audífonos a todo volumen para ignorar todo aquello fuera de la pantalla de su computadora en la cual se reproducía la película de Tim Burton, el cadáver de la novia, del cual se había inspirado para escribir su ya famoso libro. Pero su tranquilidad se vio nuevamente comprometida cuando, al que ella llamaba verdadero padre, cruzaba la puerta de su habitación con un plato en una mano, con lo que parecía ser un guiso de carne y verduras acompañado son arroz, no sabia que tenia hambre hasta que el olor de aquella comida llego hacia ella, logrando que ella pausara la película.