3. Arroz duros y enfrentamientos.

En una casa de Denver, Colorado una madre de nombre Joanna se encontraba con sus dos hijos preparando una comida, una que seria para dar la bienvenida a la hija de su esposo, sin duda estaba nerviosa.

Cuando se casaron, ella se entero de la existencia de aquella niña, bueno, de su futura existencia. Aunque en ese momento pensó en cancelar su boda con él, pero al pensar que el hijo que llegara a vivir sin un padre no lo soporto, ella misma había crecido sin padre, es por ello por lo que no quería eso para su futuro hijo. Durante mucho tiempo no se lo perdono a su esposo, casi al grado de querer separarse de el a pocos meses de haberse casado, al momento de que su hija nació aquella idea se borro de su mente, cuando lo vio cargarla y verla con todo el cariño que se encontraba en sus ojos pensó que no importa que a ella no la amara lo suficiente, siempre y cuando amara a sus hijos más que a nada, así que ella decidió que el la nombrara, su nombre le demostró que realmente la amaba, Desirée, así la nombro, aquella niña que fue deseada y amada con por su padre.

Pero al pasar los años se dio cuenta de lo feliz que su hija crecía con su padre, cuando Desirée cumplió cuatro años se dio cuenta que el negarle a su esposo a estar con su otra hija le hacia daño a ella también y no solo a él. Es por ello por lo que convenció a su esposo de que fuera y buscara a su hija, que ella estaba de acuerdo de que aquella niña fuera parte de la vida de sus hijos y de ella, cuando finalmente su esposo viajo hacia San Francisco un año después para conocer a su hija, cuando regreso, su esposo pareciera como si hubiera asistido a un funeral de un ser querido, ese día su esposo lloro en la soledad de su habitación, ella entro y lo consoló, ese día aquel error la persiguió, si tan solo no hubiera sido egoísta, su esposo no lloraría, sus hijos conocerían a su hermana, y tal vez, todo sería más fácil ahora.

—Mamá, ¿esto no te parece exagerado? —pregunta Desirée interrumpiendo los pensamientos de su madre.

—Claro que no, hoy conocerán a su hermana, así que hay que hacerle sentir bienvenida. —dice Joanna a su hija mientras colocaba una ensalada en el centro de la mesa.

—Si, lo comprendo, pero toda esta comida es como si fuera a venir un ejercito y no solo una chica.

—Deja de quejarte, te lo comerás de todas maneras, así que calla y ve con tu hermano y dile que baje a ayudar a acomodar la sala. —regaña Joanna.

Suspirando Desirée se va a la cocina para dirigirse a la habitación de su hermano menor, ambos desde que tenían memoria conocían la existencia de su media hermana, ya que su padre les conto sobre ella. Cuando sus padres les contaron que su hermana podría venir este verano estuvieron de acuerdo de que ella conociera a la otra parte de su familia.

Al llegar a la habitación de su hermano toco la habitación, en cuanto escucho el permiso de su hermano entro, encontrándose con el desastre de cualquier adolescente, per que no dejaba le dejaba de molestar.

—¿En serio Joshi? Hoy llega Eli, así que baja y recoge la sala y después vienes y junta aquí. —regaña Desirée.

—Primero, te he dicho un millón de veces que es Josh —dice Josh molesto. —Segundo, son mejores amigas o algo, su nombre es Elizabeth no Eli, así que deja ese mal hábito a nadie le gusta que cambien sus nombres por apodos ridículos.

—No son ridículos, son lindos, además papá la llama Eli. —dice ofendida.

—A parte, se quedará contigo en tu habitación, no en la mía, así que déjame en paz.

—Como sea, pero baja a limpiar la sala, mamá te lo ordena, no yo. —dice para después estrellar la puerta.

Desirée y Josh solo se llevaban solo dos años de diferencia, y aunque Desirée era la mayor, la actitud de Josh lo hacia ver como el mayor independientemente de la cara de bebé que tenía.

Si bien Desirée no conocía para nada a su media hermana, más que solo había publicado un libro que era famoso en su ciudad ya que había visto a la mayoría de las chicas que se encontraban en su salón leerlo, cuando fue a la librería a comprarlo se llevo la sorpresa de lo famoso que era la escritura de Elizabeth ya que buscarlo por las estanterías no lo encontró y al preguntarle al trabajador le dijo que se encontraba agotado, tras media hora de convencerlo de que le apartara una copia para ella lo logro, una semana después lo tenia en sus manos, cuando lo leyó le gusto mucho, pero la mayor sorpresa fue la foto de la contraportada, en la que su media hermana se encontraba sonriendo, Elizabeth se parecía demasiado a ella. Así que desde que su padre le dijo que ella vendría se dedico a que todo para la bienvenida de Elizabeth fuera perfecta, aunque más relajada que su madre.

A la que encontró cambiando de nuevo los cubiertos.

—Mamá, déjalo ya, me volverás loca...

El sonido de un auto estacionándose fuera de su casa hizo callar a Desirée.

—¡Oh por Dios, ya llego! —dice Desirée emocionada.

—¡Josh! ¡baja de una vez, tu padre ya llego! —le grita Joanna a su hijo.

Aunque no lo hubiera demostrado, Josh bajo casi corriendo de las escaleras consiguiendo un regaño de su madre. Cuando Elizabeth entro por la puerta detrás de su padre todos en ese momento se congelaron frente a la puerta, Elizabeth de su lado se dedico a estudiar la casa en la que entro, estaba pintada de un color blanco casi impecable que contrastaba de su casa que era de color azul, cuando estaba fuera se dio cuenta que solo era de una planta, pero por dentro se veía grande, al poner su atención en Josh, Desirée y Joanna solo se quedó estática por estar en una situación desconocida e incómoda.

—Elizabeth, ellos son mis hijos: Desirée y Josh —dice Douglas señalando a cada uno — y ella es mi esposa Joanna. Familia ella es Elizabeth.

Ella no pudo sentir un poco de celos del nombre de Desirée, inclusive el cómo se veía, ella era hermosa, su cabello largo en contraste de su cabello corto, sus ojos azules contra sus marrones, a su vida sin el abandono de un padre.