La vida era para mí algo que dejo de sorprenderme desde el día que pise territorio extranjero por primera vez. El país de las barras y las estrellas era un mundo nuevo que me pedía a gritos que lo explotara al máximo, me sorprendió ver diferentes cosas que no se encuentran en mi país, como las estructuras de las casas con sus particulares diseños las cuales solo veía en películas, mejor todavía fue la similitudes de las escuelas con las series famosas de los 90´s, como “Beverly Hills 90210” o “Salvados por la Campana” por mencionar algunas, así que de cierto modo me sentí dentro de una película. Durante dos largos años aprendí a vivir en un país diferente y en el proceso de adaptación al nuevo cambio descubrí diferentes formas de ver la vida, me dio un empujón a la rebeldía que todo joven experimenta. Como todo adolescente curioso entraba en la etapa donde deseaba con anhelos una musa a quien Amar, sin que mis deseos dieran frutos me preguntaba ¿Qué les atraerá a las mujeres? ¿Qué me faltará para que se fijen en mí? Bueno, decidí verme en el espejo y descubrí como el ego de un chico de diecisiete años no dejaba ver lo que se expresa con el corazón, poseía un alto autoestima ya que no me encontraba defecto alguno, opté por preguntarle a mi Madre.
—¿crees que soy atractivo? —le pregunte curioso.
—Hijo de mi vida, como no lo vas a ser, si saliste igualito de guapo que tu Padre —respondió orgullosamente.
En ese momento comprendí de donde adquirí mi gran autoestima, así que resignado preferí salir a caminar para cuestionar sobre mi destino, caminando pensativo y sin rumbo fijo, me deje llevar como cual agua fluye por el manantial buscando su caudal, todo esto sin darme cuenta que en las calles de esta gran ciudad podía encontrar la respuesta a mi inquietud, tenía pues que convertirme en un observador, entonces logré ver a mi alrededor ciertas parejas de enamorados, algunas observándose una en frente de la otra como si trataran de ver más allá de lo que los ojos les muestran, algunas abrazándose por un largo tiempo como si no existiera mañana, muchas otras tomándose de la mano como si fueran un solo ser. Es ahí cuando comprendí que no solo veía personas, veía algo más. Con un suspiro al viento y girando la mirada al cielo exclamé en mis adentros, acaso mi destino solo será ser un observador de aquel sentimiento misteriosos que algunos llaman Amor.
La mañana siguiente me levanté temprano ya que comenzaban las clases de verano, solía asistir a esas clases porque me agradaba estudiar y bueno también porque no tenía con quien salir durante las vacaciones, solo contaba con mis amigos Carlos y Juan los cuales también asistirían a dichas clases para tener puntos extras en los exámenes finales, de hecho nos quedamos de ver temprano en la tienda de la esquina para ir juntos a clases, de esa forma podríamos platicar de lo cotidiano de la vida y de las posibles chavas que conoceríamos mientras caminábamos, éramos tan amigos que ninguno tenía novia, pero lo curiosos es que Carlos con sus aires de grandeza siempre nos presumía los amores que según él tenía antes de conocernos y a pesar de que llevábamos dos años de amistad jamás supimos o conocimos chava alguna que anduviera con mi soñador amigo.
Durante el trayecto en ese primer día salió a flote una interesante conversación:
—¿Qué tienen pensado hacer después de clases? —pregunto Juan.
—¿Cómo?, se supone que iría a tu casa para jugar con el Nintendo. —confundido expresa Carlos.
—habrá cambio de planes. —respondió Juan.
—así que tenían pensado jugar el Soul Calibur sin mí. Ya sé que siempre les gano, pero no sean así, esta vez los dejare ganar muchachos. — dije burlonamente.
—No, lo que pasa es que llegan mis tíos de vacaciones y quiero que mis primos, Ana y Gustavo, conozcan la zona. No quiero tenerlos encerrados, además ya les había comentado que los llevaría a conocer un poco de los lugares que acostumbro.
—podrías llevarlos a Downtown Disney. —respondí de inmediato.
Sabia que por esos rumbos había una librería, ya que me interesaba leer poemas, pensando que de esa forma podría enamorar a las chicas, es decir, recitándoles poemas por lo menos me voltearían a ver, ya que no les atraía mi físico impresionante que nadie me envidiaba, por lo flaco que estaba supongo ahora. Con esas frases que encontraba en los libros podía darme el valor necesario para hablarles a las mujeres que me gustaban en la escuela.
Además, es un lugar que frecuentábamos mucho, tiene algunos lugares padres como restaurantes, tiendas exclusivas, el Hard Rock Café, aunque solo lo veíamos por fuera ya que siendo unos adolescentes de diecisiete años no podíamos entrar, la mayoría de edad era una barrera que nos detenía, en ese país después de los veintiún años ya eres mayor de edad. Pero si podías trabajar un medio tiempo si cumplías los quince años y como de los tres los únicos que trabajábamos o que teníamos un trabajo fijo éramos Juan y yo. Carlos siempre tenía trabajos temporales, según él porque no eran lo que quería, pero Juan y yo pensábamos que no lo soportaban en ningún lado.
—esa es una excelente idea Giovanni. —pronuncio Juan.
—bien, me parece perfecto, ¿a que hora y en donde nos vemos? —preguntó Carlos.
—pues en casa de Juan, es la que queda más cerca de Downtown, —entre risas pronuncie.
—los espero a las seis en mi casa entonces. —cerrando el trato declaro Juan.
—oye Juan, ni te he dicho, ¿Quién crees que va a estar en la misma clase que yo? —orgulloso contesto Carlos.
En mis adentros sospeché de quien estaba hablando, Sarahi, el amor platónico de mi amigo Juan, lo había cautivado desde el día que llego a clase de matemáticas, logro verla de cerca pues le asignaron la butaca que estaba a su lado, inmediatamente vi como el brillo de los ojos de mi inseparable amigo cambio al momento de verla. Comprendí que mis cualidades de observador se estaban afinando al máximo, esta vez me toco ser el espectador de como se enamora un amigo.