—Leila —dijo Paul.
Me quedé totalmente helada, no podía moverme y mucho menos seguir caminando o alejarme.
—¿Qué haces aquí? —preguntó.
No podía voltear a verlo o hacer algo para que supiera que le estaba haciendo caso.
—¿Leila? —preguntó.
No podía seguir así, ni siquiera sabía por qué me ponía así, no era nada de él. Suspiré y giré para verlo.
—¿Qué tienes? —preguntó frunciendo el ceño.
—Nada, estoy bien —dije.
La verdad no tenía planeado responder, aunque no quería que pensara mal.
—Es que estás actuando raro desde hace rato conmigo y no lo comprendo —dijo.
Definitivamente me había quedado sin palabras.
—Solo dime qué pasa —insistió.
No sabía qué hacer, estaba confundida y no encontraba una respuesta clara.
—No pasa nada —dije.
Y con eso me fui de ahí, no quería seguir ahí, quería alejarme de una vez por todas.
Las horas pasaron y me encontraba con mi mamá en la cabaña, estábamos descansando y hablando un rato.
—Dicen que esta noche va a ver algo especial, que nos pongamos algo casual con un toque de elegante —dijo mi papá mientras entraba a la cabaña.
—¿Qué? —pregunté con curiosidad.
—Mario acaba de decir que habrá algo en el salón principal —dijo.
—Al menos traje mi vestido —dije.
—Entonces comencemos a cambiarnos ya —dijo mi mamá.
Una hora antes me había bañado, así que ya estaba lista, a mis papás les faltaba eso, así que me dejaron la cabaña para cambiarme en paz. Abrí mis cajones y busqué el vestido, era de color negro, cuello redondo y sin mangas, tenía unas perlas en la parte del pecho del vestido y me llegaba hasta la rodilla. Me puse el vestido y luego comencé a peinarme, iba a dejarme el cabello suelto, así que solo me lo peiné. Me puse mis botines negros que empaqué por si acaso y finalmente quedé lista para la ocasión. Salí de la cabaña y me dirigí al salón principal.
—Hola, Leila —saludó Carolina.
—Hola, Caro —saludé con tono cortante.
No tenía la culpa de nada, ni siquiera sabía que nos gustaba el mismo chico, de cualquier manera no podía evitar sentirme mal por eso.
—¿Te enojaste conmigo? —preguntó.
—No, para nada —dije y sonreí a medias.
—¿Estás segura? —preguntó.
—Claro, solo estaba un poco cansada en la mañana.
—Está bien —dijo y rio—. Te ves bonita —dijo.
—Muchas gracias, tú también —sonreí.
Entramos a la sala principal y Carolina corrió a la mesa con sus papás, yo caminé y en esas me encontré a Paul, él me miró y yo no pude evitarlo, de todos modos rápidamente quité mi mirada.
—Debo contarte algo —dijo Carolina.
—Dime.
—Ese chico me gusta —dijo y señaló a Paul.
Al menos no estaba equivocada.
—¿En serio? —fingí estar sorprendida.
—Sí, me encanta, solo que es un chico difícil —dijo.
—¿Por qué? —pregunté con curiosidad.
—Es que se resiste mucho, no sé por qué, simplemente me acerco y él se aleja lo más rápido posible —contó.
Estaba sorprendida con todo lo que me decía, había pensado por un momento que traían algo.
—¿De verdad? —murmuré.
Por suerte Carolina se distrajo y yo pude voltear a ver a Paul, él también me estaba viendo, era algo más que obvio.
Sin haberlo pensado me di cuenta de que me estaba clavando demasiado y de alguna forma el amor estaba naciendo entre nosotros.