Creo que era momento de olvidar todo lo demás, que los demás existían, que eran unas vacaciones de verano. Solo importaba el momento que estábamos teniendo él y yo.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Sí, estoy bien —dije.
Me separé de Paul y lo miré, no planeaba alejarme o irme de ahí, pero no lo quería tan cerca de mí.
—Escucha, Leila, no sé qué hice, necesito saber por qué no me hablas como antes —dijo.
No quería decirle todo porque tendría que tocar el tema de mis sentimientos y no quería que supiera eso todavía, pero él no me dejaría de preguntar de eso si yo no hablaba.
—Mira, Paul, esa noche de la fogata yo fui a buscarte, pero te encontré muy ocupado —dije con nervios.
Paul estaba confundido, hasta que recordó.
—¿En qué piensas? —preguntó con curiosidad.
—Traes algo con Carolina, eso es algo seguro, así que no puedo meterme —dije.
—¿Por qué?
—¿No es obvio?
—¿Por qué te importa tanto esto? —preguntó mientras se acercaba más a mí.
Caminaba hacia atrás porque no quería que se acercara tanto a mí, era débil a él.
—¿Por eso me evadías tanto? —preguntó.
Se acercaba más y luego sentí un impacto de mi espalda con la pared, no tenía escapatoria, Paul me tenía acorralada.
—¿Por qué no me dices la verdad? —preguntó.
No podía pasar nada, al menos todavía no, necesitaba saber qué pasaba Carolina y Paul.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté.
—Trato de explicarte —dijo.
—Hazlo.
Se acercó más a mí y ya estaba totalmente a un centímetro de mí.
—Carolina y yo no tenemos nada, a ella le intereso y esa noche me vio solo y se quiso aprovechar de la situación —contó.
Me sentí muy mal conmigo misma porque pensé algo que no era y no valió la pena tratar así a Paul.
—La traté de quitar o decirle que se fuera, pero fue un acto imposible, luego me contó algunas cosas y le provocaban risa —contó.
—Lo siento mucho, pensé que eran al...
—¿Algo más? —completó la frase.
—Algo así —dije con nervios.
—¿Por qué te importa tanto? —preguntó.
—No me importa, simplemente me quedé con la duda.
—¿Qué te traes?
—Nada, Paul, todo está bien —dije con nervios.
—Solo dime si te gus...
—¡Paul! —lo llamaron.
Me sentí aliviada porque el señor Mario me salvó.
—Debo irme, Leila, luego hablamos —dijo.
—No te preocupes, ve —dije.
Paul se fue y yo me quedé más tranquila, por poco y me sacaba la información, él no tenía que saber la verdad.
Volví al salón principal y ya había comenzado todo.
—Leila, tardaste —dijo Carolina.
—Perdón, me estaba aburriendo —dije.
—Vamos a bailar —animó.
Pusieron muy buena música en el salón principal, así que eso me animó a bailar.
—No me llama la atención bailar porque no es una fiesta juvenil, pero se siente bien —dijo Carolina.
A mí no me gustaba bailar del todo, aunque fuera a fiestas.
—Iré a beber algo, tengo sed —dije.
—Tú ve, iré con Ángel, el chico que te platiqué la otra vez —avisó.
—Está bien.
Me acerqué al área de las bebidas y me serví un poco, ya me había cansado de bailar.
—¿Quieres bailar conmigo la siguiente canción? —preguntó Paul.
—¿Cómo crees?
—¿Qué tiene de malo? —preguntó.
—No lo sé, está Carolina —dije.
—Es un baile, no una petición romántica —dijo.
¡Uy! Golpe bajo.
—Está bien —acepté.
Para mi mala suerte pusieron una canción lenta y yo me morí por dentro, deseaba que Carolina ignorara eso y no se pusiera a pensar en algo sobre nosotros.
Paul y yo nos fuimos al centro con todas las familias, ya que todos estaban bailando, así que nos unimos a ellos con un baile normal.
—¿Ves? No es tan malo —dijo.
En verdad lo hacía muy bien.
—Tú también.
Nuestros miradas se conectaron y el resto ya no importó, estábamos tan conectados y el baile fue más bonito. Tal vez éramos el centro de atención, la verdad no me importó, solo miraba a Paul y olvidaba el exterior, solo existíamos él y yo.