Un verano inesperado

∞Capítulo 13: "Intentos fallidos"∞

Me sentía muy mal por la actitud de Carolina, estaba siendo muy injusta conmigo y se estaba dejando llevar por lo que veía, ni tiempo me dio explicarle porque ya me estaba levantando falsos.

Me fui a mi cabaña y ahí me quedé por unos minutos, realmente no sabía qué hacer en esos momentos, no podía hablar con Carolina y mucho menos con Paul porque ella se enojaría más.

Mis papás estaban con los papás de Carolina, se habían llevado muy bien y eso lo hacía más complicado, iba a estar cerca de ella aunque no quisiera.

Salí de la cabaña para tomar aire, realmente estaba muy estresada, sentía que tenía un ataque mental y no podía controlarlo. Me hundí en la selva y me dieron ganas de perderme en ella, sentía menos preocupación cuando estaba entre los árboles y me olvidaba de todo lo exterior.

Paul apareció en mi mente y sin pensarlo solté una sonrisa, no sabía exactamente lo que sentía, era muy extraño, cuando lo mencionaba o pensaba en él mis sentidos se activaban y era inevitable hacer que volvieran a la normalidad. Carolina apareció en mi mente y me puse mal, sentía que estaba traicionando su amistad al sentir algo por Paul, al darle entrada a ese sentimiento, solo que no podía evitarlo, estaba enamorada de Paul y ya era tarde para cambiar de opinión. Tenía que sacarme de la cabeza a Paul, para mí era imposible, no podía meterme con el sentimiento de Carolina.

Escuché la voz de la persona que menos pensé escuchar, siempre estaba ahí cuando más no lo quería, aparecía de repente y eso era molesto para mí pero me encantaba. Paul estaba ahí. 

—Leila.

—Hola —saludé con tristeza. 

—¿Qué tienes? ¿Estás bien? —preguntó con preocupación. 

—Sí, estoy bien, no te preocupes —respondí. 

—Es que te ves mal. 

—Realmente estoy bien, no te preocupes —sonreí falsamente.

Caminé unos pasos pero Paul me alcanzó. 

—Tú no estás bien, dime qué tienes. 

Paul tomó mi mano y yo sentí que mi corazón latía a mil por hora, tenerlo tan cerca me hacía sentir en las nubes y no podía evitarlo, era algo que no podía explicar, pero no quería que acabara nunca. Es como si hubiera sido como un imán que nos atrajera, no podíamos separarnos y mucho menos alejarnos. Aunque lo intentara era imposible, no podía sacarme de la mente a Paul, me había clavado y era tarde para negarme o salir corriendo. 

—¿Qué te pasa, Leila? —preguntó.

Sus ojos me miraban fijamente y no podía concentrarme, simplemente era como un hechizo y no podía escapar. 

—Nada, no me pasa nada —dije rápidamente.

—Te ves muy rara, Leila —dijo. 

—De verdad estoy muy bien, no estoy rara —dije con nervios. 

Sentía que mi corazón me delataría, estaba latiendo demasiado y no podía calmarlo, si Paul se acercaba más se iba a dar cuenta. 

—¿Qué tienes? —preguntó de nuevo.

—Te prometo que nada —dije. 

Traté de alejarme de él pero mi suerte llegó a su fin, choqué con un árbol y yo ni siquiera me di cuenta de que había uno atrás de mí. 

—¿Me vas a decir? —preguntó.

Estaba tan cerca de mi rostro, cerca de mis labios y yo no podía moverme, simplemente no podía concentrarme en otra cosa que no fuera él. Paul me acorraló en el árbol y no tenía escapatoria, era tarde para decir que no lo quería, que no sentía nada por él, que jamás pasaría nada. Intenté muchas veces hacer que el sentimiento se fuera, que desapareciera y se olvidara, pero esos intentos fueron un fracaso porque ya me había enamorado de él. 




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